Colombia se acercará más a China: las oportunidades de la Franja y la Ruta
Ferrocarriles, carreteras, internet 5G y hasta redes de satélites en el espacio han sido impulsadas en el marco de la Franja y la Ruta, una iniciativa global liderada por China que ya cuenta con la participación de más de 150 países. Esta semana, el canciller Luis Gilberto Murillo formalizó el inicio de las negociaciones para la adhesión de Colombia. Este nuevo nivel de cooperación con China, sin embargo, no es un cheque en blanco.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
La tercera fue la vencida y Colombia le dio el sí a China. Esta semana, el canciller Luis Gilberto Murillo y su comitiva pusieron rumbo al gigante asiático para confirmar el interés del país en adherirse a la Franja y la Ruta, una iniciativa global que, luego de 10 años de su creación, agrupa a más de 150 países en Europa, Oriente Medio, Asia, África y América Latina.
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La tercera fue la vencida y Colombia le dio el sí a China. Esta semana, el canciller Luis Gilberto Murillo y su comitiva pusieron rumbo al gigante asiático para confirmar el interés del país en adherirse a la Franja y la Ruta, una iniciativa global que, luego de 10 años de su creación, agrupa a más de 150 países en Europa, Oriente Medio, Asia, África y América Latina.
Tras dos invitaciones infructuosas -una, durante el Gobierno de Iván Duque, que no prosperó por la pandemia, y otra declinada por el Gobierno de Gustavo Petro durante la visita del mandatario a Beijing en octubre de 2023-, Colombia ya inició los trámites para ingresar a este “club de amigos” de China.
¿Qué es y qué no es la Franja y la Ruta? ¿Qué gana el país entrando en esta iniciativa? ¿Y qué charlas incómodas deberán tenerse con el Gobierno de Xi Jinping en esta negociación que ya arrancó y que podría alargarse por varios meses?
La Franja y la Ruta: ¿qué es?
La historia cuenta que los intercambios comerciales entre Oriente y Occidente se gestaron en la Ruta de la Seda, una red que conectó a China con el Mediterráneo, cruzando Asia Central, Persia y Medio Oriente. Además del producto al cual debe su nombre, por la Ruta de la Seda pasaron especias, oro y piedras preciosas, a la par de conocimientos, tecnologías y culturas.
En la actualidad, China impulsa una versión moderna de la Ruta de la Seda por idea del propio presidente Xi Jinping, quien solo unos meses después de ser nombrado jefe del Estado chino, en 2013, expuso las bases de su plan. Xi usó las palabras “cinturón económico”, “vía estratégica” y “red de transporte”.
De ahí en más, se empezó a hablar de la Franja y la Ruta y su objetivo es crear una red que impulse el flujo de bienes, capital, tecnologías y recursos humanos entre China y los países implicados.
Diez años después, la Franja y la Ruta expande sus alcances por tierra, mar, cielo e internet, echando raíces en todos los continentes y cosechando centenares de acuerdos de cooperación con naciones que -en su mayoría- hacen parte del llamado sur global y no entran en lo que Occidente ha llamado “primer mundo”. Características que no son coincidencia.
Economías emergentes o en vía de desarrollo con necesidades de infraestructura (carencias en carreteras, ferrocarriles, puertos o telecomunicaciones); financiamiento (obstáculos para acceder a capitales internacionales) o comercio (potencial para integrarse en redes comerciales más grandes y diversificadas) ven con buenos ojos adherirse a la Franja y la Ruta para contar con la segunda economía global como aliado de su desarrollo.
Por esta vía, el gigante asiático consolida su influencia en regiones emergentes de Asia, África y América Latina, además de asegurar acceso a mercados, recursos y, dicho sea de paso, apoyo político, pues es imperativo reconocer el principio de “una sola China” (Taiwán no es un Estado independiente y el gobierno de la República Popular China es la única autoridad legítima) para pertenecer a este grupo.
En el marco de esta iniciativa, se han desarrollado exitosos proyectos de infraestructura. Por ejemplo, a través de la ferroviaria Trans-Eurasia, China ha conectado más de 200 ciudades de 24 países europeos. Además, numerosas firmas chinas están dotando a África de carreteras pavimentadas, y en el contexto latinoamericano, China está construyendo un megapuerto en Chancay, Perú, que espera atraer la mitad del comercio que actualmente se mueve entre el gigante asiático y América del Sur.
Yuanyi Liu, profesora de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, afirma que, entre 2013 y 2022, el volumen acumulado de comercio mercantil entre China y otros países de la Franja y la Ruta superó los US$19,1 billones, con una tasa de crecimiento anual promedio de 6,4 %.
¿Qué ganaría Colombia?
Esta semana, Jorge Rojas, viceministro de Relaciones Exteriores, no solo anunció que Colombia entrará en la Franja y la Ruta, sino que lo hará después de una negociación en la que se reconozcan “prioridades y necesidades de ambos países, con una visión plural e intersectorial”.
Tras una reunión con su homólogo chino, Wang Yi, el canciller Murillo develó algunos puntos claves de las negociaciones: “Dialogamos sobre el portafolio que tiene Colombia para los próximos cuatro a seis años, que tiene que ver con transición energética y socioeconómica”. En palabras de Murillo, se invitó al Gobierno chino a participar en la financiación del paquete de iniciativas por US$40 billones que contempla la administración Petro para avanzar en transición energética. Colombia encontraría en China un socio ideal en este cometido.
Y es que, en los últimos años, el gigante asiático se propuso convertirse en el principal proveedor de tecnologías e inversión en instalaciones eólicas y solares fotovoltaicas. El crecimiento ha sido tal que ya tiene una participación mayoritaria en todas las fases de fabricación de paneles solares y, según la consultora Wood Mackenzie, es cuestión de tiempo para que China acapare 80 % de la capacidad mundial de producción de los componentes clave para la industria solar.
El impulsor de la Franja y la Ruta también podría acelerar la modernización del parque automotor nacional. Con una industria capaz de ensamblar 10 vehículos eléctricos por minuto, China podría llevar al país de la mano hacia un futuro movilidad eléctrica a gran escala. De las 96 marcas de vehículos que ruedan en las calles colombianas, unas 17 son de origen chino, de acuerdo con datos de la ANDI.
En la misma línea, expertos coinciden en que la infraestructura podría ser otro de los rubros beneficiados por el memorando de entendimiento que se firmaría entre Colombia y China una vez se acuerden las condiciones de ingreso a la Franja y la Ruta. Para Camilo Defelipe Villa, profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, Colombia podría aprovechar la oferta china en infraestructura para crear condiciones de mercado en zonas rurales.
Por su parte, Jaime Rojas, líder del Centro de Investigación en Análisis de Datos Económicos y Sectoriales del Politécnico Grancolombiano, resalta que este tipo de cooperación ayudaría a Colombia a abordar sus retos logísticos y mejorar la conectividad, especialmente en las zonas rurales y en productos de alto interés para China. “Esto aumentaría la competitividad del país y facilitaría las exportaciones de productos clave como el café y el cacao”, añade.
De acuerdo con Rojas, la participación de Colombia en la Franja y la Ruta podría abrir nuevas rutas comerciales hacia los mercados asiáticos y europeos, lo que -al mismo tiempo- atraería inversión extranjera directa de China en sectores como la energía, la tecnología y el transporte.
Y, como lo señaló Zhu Jingyang, embajador chino en Colombia, “el Memorando de Entendimiento sobre cooperación en el sector TIC, firmado por ambas partes hace tan sólo unas semanas, amplía aún más el intercambio de tecnología para la nueva industrialización y la cooperación en industrias emergentes entre China y Colombia”.
Cualesquiera sean los acuerdos, la Franja y la Ruta reforzaría el papel del país asiático como segundo socio comercial de Colombia. Según cifras provistas por la DIAN, con cálculos de Analdex, entre enero y julio de este año las exportaciones colombianas al país asiático sumaron US$1.580 millones. A su vez, las importaciones de China aumentaron 9,8 %, al elevarse de US$7.753 millones entre enero y julio de 2023 a US$8.511 millones en 2024.
Asteriscos en el acuerdo
Como en cualquier acuerdo comercial, el equipo negociador de la Cancillería deberá tener en cuenta ciertas reservas que eviten desequilibrios comerciales o afectaciones a industrias locales derivadas de un mayor intercambio con China.
Una muestra de ello son los reclamos del sector siderúrgico nacional, el cual denuncia que el acero asiático (tanto de China como de Rusia) ingresa a precio de dumping, lo que perturba el mercado local. Salvaguardias como las anunciadas para el acero nacional no deberían descartarse.
Mientras tanto, los flujos de capital chino hacia Colombia no pueden tomarse como un cheque en blanco, ya que una parte considerable de estas inversiones podrían ir a la deuda pública.
“Es necesario considerar cuidadosamente que los acuerdos en el marco de la Franja y la Ruta no conduzcan a un endeudamiento excesivo o a una dependencia excesiva de un único socio”, alerta el experto del Politécnico Grancolombiano.
Entre otros asteriscos en los acuerdos, expertos aconsejan acotar las inversiones chinas en industrias mineroenergéticas y, en cambio, priorizar las industrias verdes.
“Podría pasar que el país experimente una reprimarización de su estructura productiva, concentrándose en productos básicos que sean de principal interés para China. La consecuencia sería una mayor concentración en producción y exportación de materias primas”, puntualiza Jaime Rojas.
¿Costo político?
Tras la visita del canciller Murillo a China empiezan a resonar las voces que alertan sobre un impacto significativo en la relación de Colombia con Estados Unidos, teniendo en cuenta la dinámica geopolítica entre las dos potencias mundiales.
“No creo que la adhesión de Colombia (a la Franja y la Ruta) implique cruzar una línea roja, es más, al darse en año electoral en EE. UU., se estaría invitando a Estados Unidos a no dejar de mirar a Colombia”, asevera el docente de la Universidad Javeriana.
A su turno, el experto del Politécnico Grancolombiano trae a colación que el aumento de la inversión china en sectores estratégicos como la tecnología, con transferencias tecnológicas de por medio, podría plantear problemas de seguridad a Estados Unidos.
Colombia tendrá que equilibrar cuidadosamente sus nuevas oportunidades económicas con China, manteniendo al mismo tiempo su antigua asociación estratégica con Estados Unidos. Tampoco hay que olvidar que la Franja y la Ruta no implica compromisos políticos, ni mucho menos militares.
El nuevo miembro
Si las negociaciones con China llegan a buen puerto, Colombia se convertiría en el país número 23 de América Latina y el Caribe que ingresa a la Franja y la Ruta, grupo que ya cuenta con miembros continentales como Argentina, Cuba, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú, Venezuela, Panamá, Antigua y Barbuda, Barbados, Bolivia, Guyana, Jamaica, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay o Venezuela.
Por lo pronto, las partes se encuentran en una fase que, según expertos en relaciones internacionales, podría durar desde meses hasta años, dependiendo de la complejidad de los diálogos y el grado de interés mutuo. Luego de ello vendrá la firma de un memorando de entendimiento con China, que formalizará la intención de Colombia de participar en la Franja y la Ruta. De ahí en adelante, algunos proyectos pueden ponerse en marcha rápidamente, mientras que otros pueden requerir años de planificación y financiamiento antes de ser ejecutados.
En este momento, Colombia está abriendo una puerta hacia nuevas oportunidades económicas y comerciales con la segunda economía global, siguiendo los pasos de otros países de América Latina. ¿Podrá el país navegar estratégicamente entre las promesas de inversión y los desafíos de un compromiso a largo plazo?
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