Comercio global: del liderazgo de China a las tensiones persistentes
En la torta de la producción mundial, China representa una tercera parte y, en 2024, el país asiático alista mayores inversiones en su industria manufacturera. Mientras tanto, en Occidente siguen resonando las propuestas que piden aranceles más fuertes a los bienes “made in China”. ¿Cómo se ve el panorama del comercio para este año?
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Si hacía falta una confirmación más, en el último lustro China ratificó que es un peso pesado en la producción industrial mundial.
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Si hacía falta una confirmación más, en el último lustro China ratificó que es un peso pesado en la producción industrial mundial.
El país asiático ya produce una tercera parte de todas las manufacturas que se venden en el mundo; una cantidad mayor a la que fabrican Estados Unidos, Japón, Alemania y Corea del Sur juntos, según estadísticas de la división de Desarrollo Industrial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Y, si las cosas siguen su curso, las distancias de China con sus competidores se podrían seguir alargando: en la primera mitad de 2023, el gigante asiático incrementó en un 6,8 % su producción manufacturera, mientras que la cifra en Estados Unidos es negativa (-0,7 %), así como en América Latina (-0,7 %) y África (-0,6 %). En Europa, por su parte, la tasa es del 0,5 % y Asia y Oceanía (sin contar China) presentan un crecimiento del 3,3 %.
En 2010, cuando China superó a Japón y se hizo al segundo lugar entre las economías más grandes del mundo, también se convirtió en el país manufacturero más grande del planeta.
La receta china
Para los expertos, las señales de la industria china en los últimos años se pueden leer como un corredor que dejó de ser un perseguidor para convertirse en líder del pelotón.
Como explica Shi Dan, investigadora de la Academia China de Ciencias Sociales, el desarrollo industrial chino ha obtenido “resultados gratificantes”, lo cual favorece que la economía de China posea la capacidad de “aprovechar el viento y las olas”. Además, en palabras de la experta, la producción industrial de su país está jugando un rol importante en la estabilización de una economía mundial que, tras los golpes del covid-19, quiere retomar la senda a través del impulso a la demanda de bienes y servicios.
Se podría decir, entonces, que el mercado chino está saciando el apetito mundial en un momento en que la competitividad general está de capa caída.
“El estatus de Asia como centro manufacturero mundial se ha vuelto cada vez mas prominente. Por el contrario, en los últimos años se ha producido un crecimiento negativo en Europa y América del Norte. Aunque Estados Unidos ha puesto en marcha estrategias como la reindustrialización, el crecimiento de su industria manufacturera sigue siendo débil y la proporción de las manufacturas, desde 2006, no se ha revertido”, precisó la investigadora de la Academia China de Ciencias Sociales durante un reciente encuentro con medios de comunicación.
Los vehículos de movilidad limpia, los paneles solares, las aeronaves y naves espaciales, los equipos electrónicos, informáticos y de oficina, entre otros productos, están encontrando más compradores en ultramar.
Y es que, más allá de aprovechar la ola de la demanda global, el buen momento de la industria china tiene detrás una reconfiguración de la economía del gigante asiático, hoy más inclinada a la manufactura que a la construcción.
El gobierno de Xi Jinping insiste en reformar el aparato productivo, con un mayor impulso a los bienes de alto valor agregado, categoría donde están los productos tecnológicos. De 2018 a 2023, la inversión en la industria de alta tecnología en China se mantuvo por encima del 10 %. “Un número mucho más alto que la inversión en activos fijos nacionales”, señala Shi Dan.
Los informes oficiales indican que la inversión en la industria manufacturera aumentará un 9,9 % en 2024, como parte de un plan que también incluye la renovación del equipo industrial, la robotización y la automatización (a través de inteligencia artificial), entre otras perspectivas que tienen intranquilo a Occidente.
¿Sobrecapacidad de la industria?
Desde que China se convirtió en la gran potencia manufacturera, en Occidente circula la teoría de que el gigante asiático posee (y sigue construyendo) más fábricas de las que necesita.
Se dice que esta sobrecapacidad de la industria china incrementa la oferta y reduce el precio de productos en las cadenas globales, ocasionando un flujo de productos provenientes de un país con una matriz exportadora más conveniente —o desigual, como se sostiene en Occidente— que la de otros países.
El temor es que la sobrecapacidad ponga en peligro la producción local en Estados Unidos y la Unión Europea y, por ende, los empleos que generan sus industrias. Puntualmente, se acusa a China de promover el dumping (exportación de bienes por debajo de su costo real) como ventaja competitiva.
Los chinos han calificado estos señalamientos como “el miedo de los líderes a ser sobrepasados”, destacando que la manufactura asiática ha ayudado a Occidente a tener productos y servicios asequibles y que conducen al desarrollo económico.
Esta disputa, sumada a las acostumbradas tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, fue uno de los factores que desencadenó en 2018 una suerte de “guerra fría” comercial entre las dos economías más grandes del mundo.
A la fecha, la tensión comercial entre ambos países continúa siendo uno de los principales determinantes en el comercio internacional, incluso más que lo ocurrido durante la pandemia. Restricciones mutuas, amenazas de aranceles y protección de la producción propia han sido las reacciones más frecuentes durante este conflicto.
“Las sanciones y restricciones arancelarias entre ambos países, que abarcan productos que van desde la agricultura hasta químicos y manufacturas, han tomado un mayor enfoque hacia el sector tecnológico, particularmente en semiconductores y la red 5G”, explica María Claudia Lacouture, presidenta de la Cámara Colombo Americana (AmCham).
China consume una gran parte de los semiconductores (chips) del mundo, pero produce una fracción de ellos, lo que la hace vulnerable a estas restricciones. Mientras que el país asiático ha restringido el acceso de Estados Unidos a tecnologías para fabricar imanes de alto rendimiento y softwares de defensa.
Para la líder gremial, la guerra comercial no ha reducido la dependencia de Estados Unidos de la manufactura china, sino que ha complejizado la red comercial global.
Los recientes anuncios de candidatos en Estados Unidos y voceros de la Unión Europea, que hacen eco de propuestas para seguir incrementando los impuestos a las importaciones chinas, insinúan que el conflicto está lejos de terminar.
¿Cómo crear una sana competencia en el mercado global? La respuesta no es clara y se hace más difusa en medio de los temores y proteccionismos que suscitan las perspectivas chinas.
“Para establecer un mercado de competencia justa, el cumplimiento normativo (como los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio), la protección de la propiedad intelectual y la transparencia en los procesos comerciales aparecen como aspectos a tener en cuenta”, asegura Michael Ortegón, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de Uninpahu.
No obstante, el académico enfatiza en que, desde una perspectiva realista, el conflicto comercial no es fácil de superar por las posiciones ideológicas de cada nación y de la forma en conciben su política exterior.
En física, el concepto de la entropía dice que todo sistema tiende al desorden, recordándonos que no hay nada permanente excepto el cambio. Un cambio en la configuración del comercio global es una realidad que debe ser aceptada por todos sus jugadores, incluyendo los que ostentaban viejos liderazgos.