¿Cómo está el grado de inversión en Colombia?
Este viernes, el Gobierno debe presentar el Marco Fiscal de Mediano Plazo, un documento clave para entender el panorama fiscal del país en medio de una falta de recursos que obligó a un recorte de $20 billones a lo largo y ancho del Estado.
Esta semana, el Ministerio de Hacienda recibió la visita de la agencia Moody’s, una de las tres grandes calificadoras de riesgo en el mercado, en medio de un revolcón por el panorama fiscal del país (bajo recaudo tributario y recortes presupuestales anunciados).
De acuerdo con Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, Moody’s mantuvo la calificación Baa2, que implica que el país, al menos ante esta agencia, continúa siendo considerado con el preciado grado de inversión.
Vale recordar que, entre mayo y julio de 2021, Colombia perdió esta calificación ante las agencias Fitch y Standard & Poor’s y el gran miedo en este momento es que, ante los problemas fiscales que enfrenta el país, Moody’s tomara una decisión similar.
En los escalafones de Moody’s, el grado de inversión tiene tres peldaños (por decirlo de una forma) que de mayor a menor se leen así: Baa1, Baa2 (el que tiene el país actualmente) y Baa3. Si la nota de calificación del país desciende en este escalafón, podría encontrarse en el terreno considerado como grado de no inversión especulativo.
Para entender mejor esta noticia, vale la pena explicar un poco qué significa el grado de inversión.
¿Qué es el grado de inversión?
El grado de inversión es simplemente un umbral en una tabla de calificaciones que determina una nota mínimamente aceptable, similar al 3,0 que en muchas universidades establece quién pasa o no una materia (aunque sea raspando). Pero en el mundo de las finanzas globales ese umbral determina qué país tiene unos estándares razonables de solidez económica y reputacional ante sus acreedores. Es decir, si tiene grado de inversión, no hay tanto riesgo y por ende se le puede prestar con intereses atractivos (entre más escalones se encuentre por encima del grado de inversión, menos intereses paga).
Por la importancia de estos puntajes es que existe la industria de las calificadoras de riesgo. Se trata de entidades que se especializan en valorar el riesgo de cada nación, y asignar una nota a su deuda con base al riesgo que determinan diferentes factores claves (como la inflación, endeudamiento, PIB, y la fortaleza de las instituciones). Si bien hay muchas calificadoras, las más importantes, las que más miran los inversionistas (acreedores), son Standard & Poor´s (S&P), Fitch Ratings y Moody´s.
También es necesario entender cómo se leen las calificaciones crediticias. Tiene dos partes: una nota y una perspectiva. La primera parte es precisamente la calificación, el puntaje. Y la perspectiva da información de cómo podría cambiar la calificación a futuro (12 meses por lo general), por lo que puede ser positiva (la calificación puede subir), estable (se mantendría igual) o negativa (hay riesgo de una rebaja). En Standard & Poor´s y en Fitch Ratings el grado de inversión se obtiene desde la calificación BBB- (el signo negativo no significa perspectiva negativa), y en Moody´s desde Baa3. Y por supuesto hay toda una escalera de notas tanto arriba como abajo de estos umbrales.
¿Ya pasó el susto para el país?
“Hoy Moody’s ya informó que estamos dentro de los grados de inversión”, dijo Bonilla en declaraciones a medios este miércoles.
Y si bien esta noticia es positiva (y más que bienvenida), el escenario fiscal aún presenta una serie de complicaciones que no son menores.
Por ejemplo, este viernes, el Gobierno debe presentar el Marco Fiscal de Mediano Plazo: este documento suele ser clave para entender la visión y conocer el alcance (el real, no el retórico) de los gobiernos de turno. Pero en este caso será particularmente importante, pues debe entregarle seguridad y confianza al mercado.
Y, además del Marco, prontamente se debe saber en qué sectores y renglones específicos se hará un recorte de $20 billones en el Presupuesto General de la Nación para tratar de tapar el hueco de recursos que actualmente tiene el país.
Si bien el tamaño del recorte es sustancial (y equivale a los recursos que se buscaron en la anterior tributaria), varios análisis señalan que, para final de año, esos $20 billones pueden convertirse en casi $50 billones para que el Gobierno no supere los límites de déficit impuestos por la regla fiscal (otro instrumento monitoreado cercanamente por inversionistas de todo tipo).
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Esta semana, el Ministerio de Hacienda recibió la visita de la agencia Moody’s, una de las tres grandes calificadoras de riesgo en el mercado, en medio de un revolcón por el panorama fiscal del país (bajo recaudo tributario y recortes presupuestales anunciados).
De acuerdo con Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, Moody’s mantuvo la calificación Baa2, que implica que el país, al menos ante esta agencia, continúa siendo considerado con el preciado grado de inversión.
Vale recordar que, entre mayo y julio de 2021, Colombia perdió esta calificación ante las agencias Fitch y Standard & Poor’s y el gran miedo en este momento es que, ante los problemas fiscales que enfrenta el país, Moody’s tomara una decisión similar.
En los escalafones de Moody’s, el grado de inversión tiene tres peldaños (por decirlo de una forma) que de mayor a menor se leen así: Baa1, Baa2 (el que tiene el país actualmente) y Baa3. Si la nota de calificación del país desciende en este escalafón, podría encontrarse en el terreno considerado como grado de no inversión especulativo.
Para entender mejor esta noticia, vale la pena explicar un poco qué significa el grado de inversión.
¿Qué es el grado de inversión?
El grado de inversión es simplemente un umbral en una tabla de calificaciones que determina una nota mínimamente aceptable, similar al 3,0 que en muchas universidades establece quién pasa o no una materia (aunque sea raspando). Pero en el mundo de las finanzas globales ese umbral determina qué país tiene unos estándares razonables de solidez económica y reputacional ante sus acreedores. Es decir, si tiene grado de inversión, no hay tanto riesgo y por ende se le puede prestar con intereses atractivos (entre más escalones se encuentre por encima del grado de inversión, menos intereses paga).
Por la importancia de estos puntajes es que existe la industria de las calificadoras de riesgo. Se trata de entidades que se especializan en valorar el riesgo de cada nación, y asignar una nota a su deuda con base al riesgo que determinan diferentes factores claves (como la inflación, endeudamiento, PIB, y la fortaleza de las instituciones). Si bien hay muchas calificadoras, las más importantes, las que más miran los inversionistas (acreedores), son Standard & Poor´s (S&P), Fitch Ratings y Moody´s.
También es necesario entender cómo se leen las calificaciones crediticias. Tiene dos partes: una nota y una perspectiva. La primera parte es precisamente la calificación, el puntaje. Y la perspectiva da información de cómo podría cambiar la calificación a futuro (12 meses por lo general), por lo que puede ser positiva (la calificación puede subir), estable (se mantendría igual) o negativa (hay riesgo de una rebaja). En Standard & Poor´s y en Fitch Ratings el grado de inversión se obtiene desde la calificación BBB- (el signo negativo no significa perspectiva negativa), y en Moody´s desde Baa3. Y por supuesto hay toda una escalera de notas tanto arriba como abajo de estos umbrales.
¿Ya pasó el susto para el país?
“Hoy Moody’s ya informó que estamos dentro de los grados de inversión”, dijo Bonilla en declaraciones a medios este miércoles.
Y si bien esta noticia es positiva (y más que bienvenida), el escenario fiscal aún presenta una serie de complicaciones que no son menores.
Por ejemplo, este viernes, el Gobierno debe presentar el Marco Fiscal de Mediano Plazo: este documento suele ser clave para entender la visión y conocer el alcance (el real, no el retórico) de los gobiernos de turno. Pero en este caso será particularmente importante, pues debe entregarle seguridad y confianza al mercado.
Y, además del Marco, prontamente se debe saber en qué sectores y renglones específicos se hará un recorte de $20 billones en el Presupuesto General de la Nación para tratar de tapar el hueco de recursos que actualmente tiene el país.
Si bien el tamaño del recorte es sustancial (y equivale a los recursos que se buscaron en la anterior tributaria), varios análisis señalan que, para final de año, esos $20 billones pueden convertirse en casi $50 billones para que el Gobierno no supere los límites de déficit impuestos por la regla fiscal (otro instrumento monitoreado cercanamente por inversionistas de todo tipo).
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