¿Cómo se ha construido el Plan Nacional de Desarrollo?
Este lunes, el Gobierno presentará el articulado de esta iniciativa, que opera como la hoja de ruta para los cuatro años de la administración de Gustavo Petro. Hablamos con Jorge Iván González, director del Departamento Nacional de Planeación, para conocer cuál ha sido el proceso detrás del Plan y las dificultades de hacerlo en un país que, según dice, no está hecho para que haya planeación.
Santiago La Rotta
Este lunes, el Gobierno le presentará al Congreso el Plan Nacional de Desarrollo (PND), la gran pieza de legislación que guiará la era de Gustavo Petro en la presidencia, como mínimo.
El Plan debe quedar aprobado a principios de mayo y con su paso por el Congreso la visión de país que tiene Petro se eleva a categoría de ley.
En pocas palabras, el PND es la columna vertebral de los gobiernos, pues es la hoja de ruta que materializa las ambiciones de cada administración nacional. De fondo, es el documento que intenta fusionar necesidades y realidades del país, pero ya sin el barniz fantástico de las promesas de campaña.
El documento se viene construyendo prácticamente desde la posesión presidencial, en agosto del año pasado, y ya ha pasado por varias revisiones de los consejos de Planeación, Política Económica y Superior de Política Fiscal (estos dos últimos conocidos como Conpes y Confis).
Además, en la construcción de este Plan se hicieron unas 1.800 mesas con comunidades de todo el país (los Diálogos Regionales) para incorporar los pedidos más urgentes de la ciudadanía (temas como vías terciarias, acueductos y manejo de recursos hídricos, por ejemplo).
La coordinación en el diseño y la escritura del Plan la ha ejercido en su mayoría el equipo del Departamento Nacional de Planeación. Esta no es una labor menor porque, de fondo, se trata de condensar las necesidades del país, con los pedidos y reclamos de cada sector, en un documento que tenga un horizonte de realización: algo que aspire a ser posible.
Y todo esto, como dice Jorge Iván González, director de la entidad, sin sectorizar la planeación. El Plan intenta dejar de ver el país a través del ojo de una cerradura (infraestructura o puestos de salud) para, más bien, abrir la puerta: pensar en grandes proyectos que transformen de verdad y de fondo.
Lea: Adición presupuestal y Plan de Desarrollo: los temas clave que llegan en febrero.
¿Esta visión es realizable en cuatro años? Es una pregunta particular, si se tiene en cuenta que un PND que se cumpla al 100 % es una especie de criatura mitológica. González dice, de frente, que este no es la excepción, pero lo que sí pretende es que las transformaciones que propone sean tan profundas y necesarias que el próximo Gobierno continúe con ellas. “Tenemos unas asimetrías que no vamos a corregir en cuatro años. Pero si los mensajes fuertes del plan son contundentes, entonces la próxima administración los toma. Uno no soluciona la navegabilidad del Magdalena en cuatro años, por ejemplo”.
En este momento, las bases del Plan (documento que acompañará al articulado) tiene unas 200 páginas, aunque otras iniciativas de su tipo pueden duplicar este volumen. González habla de lo difícil que ha sido construir los artículos, pues se han llegado a recibir unas 1.000 propuestas, que serán decantadas a un número de 200 a 250.
Este proceso de edición, dice el director, ha pasado por filtros como la constitucionalidad de los artículos o que su cometido no esté incluido ya en otras normas. Pero, de fondo, refleja la estrategia que ha acompañado la redacción del Plan: pensar en grande, no en pedidos de cada cartera.
En esta y otras conversaciones González habla de la necesidad de pensar la planeación sin sectorizar. “Estoy encantado de ver las dificultades, entender que se puede conversar. Pero esto hay que decirlo, y decirlo duro: la institucionalidad y la legislación en Colombia está hecha para que no haya planeación”.
¿A qué se refiere con esto? “Colombia ha creado una lógica sectorial, departamentalizada. Para mí el ideal es que se reunieran los congresistas del Eje Cafetero o del Caribe y propusieran los cinco grandes proyectos que necesitan estas zonas. Pero cuando hablamos con algunas bancadas hablan de hacer una escuela rural en este punto y no en el otro y no en cómo solucionamos el acceso a la educación rural. Con este plan por lo menos hacemos la denuncia: cómo, con la riqueza ambiental que tenemos, hay gente tan pobre, por qué una de las regiones con mayor precipitación pluvial en el mundo no tiene acueductos, cómo se explica que el Magdalena Medio lleva sacando petróleo durante 100 años y sigue con gente pobre”.
Lea también: Plan Nacional de Desarrollo: a esto apunta la estrategia del gobierno Petro
Ahora bien, si el proceso de concertación, coordinación y edición ha sido complejo, con retos para asegurar una visión estratégica y no por compartimentos o feudos, la parte del proceso que realmente asusta a González apenas está por comenzar: el trámite en el Congreso.
Congreso y mala reputación suelen ser casi sinónimos en la vida diaria colombiana. Esta especie de correlación es mala de entrada, pero es un poco peor si se piensa que este Congreso tendrá que decidir asuntos de gran calado, con efectos para 10, 20 o 30 años: pensiones, salud y mercado laboral. Y, para comenzar, el PND.
“En el Congreso el temor es que vuelvan a despedazar esto. Estamos haciendo un esfuerzo de pensar estrategias: me da pánico que vuelvan a sectorizar, que vuelvan a pelear la plata para cada departamento, pidiendo sus cosas, sus proyectos. Y ahí matan la planeación. Y esto en un año electoral. Mi miedo es que no tengamos planeación al final”, dice González.
La visión multisectorial del Plan se entiende al mirar su aproximación a los grandes proyectos, que denomina transformaciones. Son cinco, en esencia: ordenamiento del territorio alrededor de agua y la justicia ambiental, seguridad humana y justicia social, derecho humano a la alimentación, convergencia regional y, por último, internacionalización, transformación productiva para la vida y acción climática. A partir de estas bases se agrupan objetivos más específicos, en temas más aterrizados si se quiere, como seguridad social, superación de la pobreza, seguridad alimentaria y ciudadana, por nombrar algunos.
En este andamiaje, por ejemplo, el Ministerio de Vivienda aparece en temas como convergencia regional, ordenamiento y seguridad, cuenta González. “El esfuerzo con los equipos de planeación es que miren esto de manera intersectorial y no como ‘la plata para el sector vivienda’, sino que piensen el problema de una forma articulada”.
La edición cuesta. González bien lo sabe. “Al pasar de 900 artículos a 200, lo que ha pasado es que en las reuniones que hemos tenido con los ministros algunos no han quedado contentos. Sin embargo, la relación con Hacienda es una maravilla, con los equipos jurídicos de los dos lados. Y esto es bueno porque en el plan pasado lo agarró Carrasquilla, lo hizo y no volvió a hablar con Planeación. Aquí ha sido un trabajo muy articulado”.
En términos de recursos, el PND proyecta, mínimo, $1.040 billones. Esta cifra podría superar los $1.100 billones, dependiendo del acuerdo al que se llegue con el Ministerio de Hacienda, que este lunes también debe presentar la adición presupuestal, que suplirá las cuentas de la nación por orden de $22 billones. Unos $20 vienen por cuenta del mayor recaudo que dejará la reforma tributaria aprobada a finales del año pasado y $2 más debido a rendimientos del Banco de la República, entre otras fuentes, según explicó la semana pasada José Antonio Ocampo, titular de esta cartera.
El Plan debe estar por fuera de las comisiones económicas de Senado y Cámara para finales de marzo y, máximo, el 6 de mayo debe haber hecho su trámite por el Congreso. En caso de no cumplirse el trámite en el plazo determinado, el Gobierno puede expedirlo por decreto en la forma como fue presentado al Congreso. Pero esto es visto como una jugada que haría que la iniciativa perdiera legitimidad política, además de sentar un pésimo precedente para este tipo de proyectos, vitales para el desarrollo del país durante un Gobierno determinado.
Al final, lo que se juega con el Plan es, además de la visión de este Gobierno, la posibilidad de mirar más allá de los horizontes más inmediatos: las circunscripciones electorales, los intereses territoriales... los manguitos más bajos, en últimas.
Este lunes, el Gobierno le presentará al Congreso el Plan Nacional de Desarrollo (PND), la gran pieza de legislación que guiará la era de Gustavo Petro en la presidencia, como mínimo.
El Plan debe quedar aprobado a principios de mayo y con su paso por el Congreso la visión de país que tiene Petro se eleva a categoría de ley.
En pocas palabras, el PND es la columna vertebral de los gobiernos, pues es la hoja de ruta que materializa las ambiciones de cada administración nacional. De fondo, es el documento que intenta fusionar necesidades y realidades del país, pero ya sin el barniz fantástico de las promesas de campaña.
El documento se viene construyendo prácticamente desde la posesión presidencial, en agosto del año pasado, y ya ha pasado por varias revisiones de los consejos de Planeación, Política Económica y Superior de Política Fiscal (estos dos últimos conocidos como Conpes y Confis).
Además, en la construcción de este Plan se hicieron unas 1.800 mesas con comunidades de todo el país (los Diálogos Regionales) para incorporar los pedidos más urgentes de la ciudadanía (temas como vías terciarias, acueductos y manejo de recursos hídricos, por ejemplo).
La coordinación en el diseño y la escritura del Plan la ha ejercido en su mayoría el equipo del Departamento Nacional de Planeación. Esta no es una labor menor porque, de fondo, se trata de condensar las necesidades del país, con los pedidos y reclamos de cada sector, en un documento que tenga un horizonte de realización: algo que aspire a ser posible.
Y todo esto, como dice Jorge Iván González, director de la entidad, sin sectorizar la planeación. El Plan intenta dejar de ver el país a través del ojo de una cerradura (infraestructura o puestos de salud) para, más bien, abrir la puerta: pensar en grandes proyectos que transformen de verdad y de fondo.
Lea: Adición presupuestal y Plan de Desarrollo: los temas clave que llegan en febrero.
¿Esta visión es realizable en cuatro años? Es una pregunta particular, si se tiene en cuenta que un PND que se cumpla al 100 % es una especie de criatura mitológica. González dice, de frente, que este no es la excepción, pero lo que sí pretende es que las transformaciones que propone sean tan profundas y necesarias que el próximo Gobierno continúe con ellas. “Tenemos unas asimetrías que no vamos a corregir en cuatro años. Pero si los mensajes fuertes del plan son contundentes, entonces la próxima administración los toma. Uno no soluciona la navegabilidad del Magdalena en cuatro años, por ejemplo”.
En este momento, las bases del Plan (documento que acompañará al articulado) tiene unas 200 páginas, aunque otras iniciativas de su tipo pueden duplicar este volumen. González habla de lo difícil que ha sido construir los artículos, pues se han llegado a recibir unas 1.000 propuestas, que serán decantadas a un número de 200 a 250.
Este proceso de edición, dice el director, ha pasado por filtros como la constitucionalidad de los artículos o que su cometido no esté incluido ya en otras normas. Pero, de fondo, refleja la estrategia que ha acompañado la redacción del Plan: pensar en grande, no en pedidos de cada cartera.
En esta y otras conversaciones González habla de la necesidad de pensar la planeación sin sectorizar. “Estoy encantado de ver las dificultades, entender que se puede conversar. Pero esto hay que decirlo, y decirlo duro: la institucionalidad y la legislación en Colombia está hecha para que no haya planeación”.
¿A qué se refiere con esto? “Colombia ha creado una lógica sectorial, departamentalizada. Para mí el ideal es que se reunieran los congresistas del Eje Cafetero o del Caribe y propusieran los cinco grandes proyectos que necesitan estas zonas. Pero cuando hablamos con algunas bancadas hablan de hacer una escuela rural en este punto y no en el otro y no en cómo solucionamos el acceso a la educación rural. Con este plan por lo menos hacemos la denuncia: cómo, con la riqueza ambiental que tenemos, hay gente tan pobre, por qué una de las regiones con mayor precipitación pluvial en el mundo no tiene acueductos, cómo se explica que el Magdalena Medio lleva sacando petróleo durante 100 años y sigue con gente pobre”.
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Ahora bien, si el proceso de concertación, coordinación y edición ha sido complejo, con retos para asegurar una visión estratégica y no por compartimentos o feudos, la parte del proceso que realmente asusta a González apenas está por comenzar: el trámite en el Congreso.
Congreso y mala reputación suelen ser casi sinónimos en la vida diaria colombiana. Esta especie de correlación es mala de entrada, pero es un poco peor si se piensa que este Congreso tendrá que decidir asuntos de gran calado, con efectos para 10, 20 o 30 años: pensiones, salud y mercado laboral. Y, para comenzar, el PND.
“En el Congreso el temor es que vuelvan a despedazar esto. Estamos haciendo un esfuerzo de pensar estrategias: me da pánico que vuelvan a sectorizar, que vuelvan a pelear la plata para cada departamento, pidiendo sus cosas, sus proyectos. Y ahí matan la planeación. Y esto en un año electoral. Mi miedo es que no tengamos planeación al final”, dice González.
La visión multisectorial del Plan se entiende al mirar su aproximación a los grandes proyectos, que denomina transformaciones. Son cinco, en esencia: ordenamiento del territorio alrededor de agua y la justicia ambiental, seguridad humana y justicia social, derecho humano a la alimentación, convergencia regional y, por último, internacionalización, transformación productiva para la vida y acción climática. A partir de estas bases se agrupan objetivos más específicos, en temas más aterrizados si se quiere, como seguridad social, superación de la pobreza, seguridad alimentaria y ciudadana, por nombrar algunos.
En este andamiaje, por ejemplo, el Ministerio de Vivienda aparece en temas como convergencia regional, ordenamiento y seguridad, cuenta González. “El esfuerzo con los equipos de planeación es que miren esto de manera intersectorial y no como ‘la plata para el sector vivienda’, sino que piensen el problema de una forma articulada”.
La edición cuesta. González bien lo sabe. “Al pasar de 900 artículos a 200, lo que ha pasado es que en las reuniones que hemos tenido con los ministros algunos no han quedado contentos. Sin embargo, la relación con Hacienda es una maravilla, con los equipos jurídicos de los dos lados. Y esto es bueno porque en el plan pasado lo agarró Carrasquilla, lo hizo y no volvió a hablar con Planeación. Aquí ha sido un trabajo muy articulado”.
En términos de recursos, el PND proyecta, mínimo, $1.040 billones. Esta cifra podría superar los $1.100 billones, dependiendo del acuerdo al que se llegue con el Ministerio de Hacienda, que este lunes también debe presentar la adición presupuestal, que suplirá las cuentas de la nación por orden de $22 billones. Unos $20 vienen por cuenta del mayor recaudo que dejará la reforma tributaria aprobada a finales del año pasado y $2 más debido a rendimientos del Banco de la República, entre otras fuentes, según explicó la semana pasada José Antonio Ocampo, titular de esta cartera.
El Plan debe estar por fuera de las comisiones económicas de Senado y Cámara para finales de marzo y, máximo, el 6 de mayo debe haber hecho su trámite por el Congreso. En caso de no cumplirse el trámite en el plazo determinado, el Gobierno puede expedirlo por decreto en la forma como fue presentado al Congreso. Pero esto es visto como una jugada que haría que la iniciativa perdiera legitimidad política, además de sentar un pésimo precedente para este tipo de proyectos, vitales para el desarrollo del país durante un Gobierno determinado.
Al final, lo que se juega con el Plan es, además de la visión de este Gobierno, la posibilidad de mirar más allá de los horizontes más inmediatos: las circunscripciones electorales, los intereses territoriales... los manguitos más bajos, en últimas.