China se ha movilizado para reforzar aún más el apoyo a la economía, prometiendo más ayuda para el desplomado sector inmobiliario y los endeudados gobiernos locales. Sin embargo, las autoridades aún no han convencido a los economistas de que estén haciendo lo suficiente para derrotar a la deflación.
En una muy esperada sesión informativa de hoy, el ministro de Finanzas, Lan Fo’an, se abstuvo de poner un precio al estímulo fiscal de China, como esperaban los inversores, señalando que los detalles llegarían cuando se reúna la legislatura de China en las próximas semanas. Sin embargo, las medidas de apoyo que anunció no indicaban que las autoridades chinas sintieran urgencia alguna por impulsar el consumo, que muchos economistas consideran esencial para reactivar la economía y situarla en una trayectoria de crecimiento más positiva.
“La política de apoyo al consumo parece bastante débil”, declaró Jacqueline Rong, economista jefe para China de BNP Paribas SA. “Aún es demasiado pronto para hablar de un inminente giro significativo en la presión deflacionista o de un tocar fondo en el mercado inmobiliario, que son los dos problemas clave a los que se enfrenta la economía china”.
Los datos del domingo mostrarán probablemente que los precios al consumo se mantuvieron en septiembre por debajo de 1 % por decimonoveno mes consecutivo, al agravarse la deflación de los precios de fábrica, lo que pone de relieve la atonía de la demanda antes de la reciente bonanza de estímulos. Los funcionarios hablaron poco de deflación en la sesión informativa de una hora celebrada el sábado.
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Pero las declaraciones de Lan de hoy indicaron que China se siente cómoda con la dirección general de la economía. Lan se comprometió a permitir que los gobiernos locales utilicen bonos especiales para comprar viviendas no vendidas y prometió el mayor esfuerzo de los últimos años para aliviar la carga de la deuda de las autoridades locales, ninguna de las cuales es probable que proporcione un impulso a corto plazo para el crecimiento.
“Mi sensación es que los movimientos de la política fiscal tardarán demasiado tiempo en desplegarse para que alcancemos el 5% este año, a menos que la escala final del estímulo fiscal termine siendo mucho mayor de lo previsto”, dijo Lynn Song, economista jefe para la Gran China de ING Bank N.V., refiriéndose al objetivo de crecimiento económico de China para 2024.
Lan también dejó entrever la posibilidad de emitir más bonos soberanos y aumentar el gasto público, medidas que podrían anunciarse cuando los legisladores se reúnan a finales de este mes o principios de noviembre.
Sin dinero nuevo a la vista, es probable que los responsables de la política central se centren en ayudar a las administraciones locales a ejecutar el gasto presupuestado, aprovechando al mismo tiempo los recursos existentes para estabilizar el mercado inmobiliario.
Permitir a los gobiernos locales canjear su deuda por préstamos más baratos, liberará dinero para los servicios públicos y animará a las autoridades a gastar más. Y permitirles utilizar bonos especiales para comprar pisos no vendidos y convertirlos en viviendas sociales puede ayudar a estabilizar una caída de los precios inmobiliarios, dando a los propietarios una mayor sensación de seguridad.
El Ministerio de Hacienda no facilitó un valor exacto para ninguna de las dos medidas. Según Societe Generale SA, estas medidas hacen pensar a los economistas que “esta vez puede ser diferente”, después de que fracasaran anteriores medidas de estímulo:
“Las perspectivas de una recuperación sostenida y de reflación están mejorando, con mayores posibilidades de estabilización de la vivienda y menos presión del desapalancamiento de los gobiernos locales”, señalaron en una nota Wei Yao y Michelle Lam, ambos economistas del banco.
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En cuanto a las ayudas directas, Lan declaró el sábado que China duplicaría el número de becas y aumentaría la ayuda financiera a los estudiantes, después de que el desempleo juvenil alcanzara en agosto su nivel más alto del año. También se comprometió a seguir apoyando a los grupos necesitados, citando como ejemplo una ayuda puntual a los pobres el mes pasado.
La ausencia de donaciones a gran escala no es sorprendente, ya que Pekín desprecia desde hace tiempo lo que denomina “asistencialismo”.
”La idea fundamental de los responsables políticos es que no hay comida gratis para los vagos, por lo que es improbable que se concedan subsidios a gran escala a toda la nación”, declaró Bruce Pang, economista jefe para la Gran China de Jones Lang LaSalle Inc., refiriéndose a un comentario similar realizado por la principal agencia de planificación económica del país.
Los economistas llevan tiempo recomendando un cambio de prioridades en la política fiscal para centrarse más en el consumo interno. Este cambio hacia un modelo de crecimiento más equilibrado y sostenible reduciría la dependencia del país de las exportaciones para impulsar la economía en medio de las crecientes tensiones comerciales.
El viejo manual de inversión en proyectos públicos, desde carreteras a puentes, alimentado por la deuda, ha perdido eficacia tras décadas de urbanización que han dejado al país saturado de infraestructuras. Debido a la falta de proyectos de alta calidad, las autoridades disponen de más dinero que proyectos en los que gastarlo.
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