El Banco de la República frena el alza en las tasas: ¿qué implica la medida?
La junta directiva del Banco de la República decidió este viernes no mover sus tasas de interés por primera vez desde septiembre de 2021. El indicador se mantiene en 13,25 %. ¿Cuándo comenzarían a bajar?
Hay que decirlo cantando. Es la hora, es la hora: es la hora de parar.
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Hay que decirlo cantando. Es la hora, es la hora: es la hora de parar.
En línea con las proyecciones de analistas, el Banco de la República decidió este viernes hacer una pausa en su ciclo de alzas en las tasas de interés, que arrancó en septiembre de 2021 como respuesta a la escalada histórica de la inflación en tiempos pospandemia.
La canción infantil con la que arranca esta historia no solo aprovecha una oportunidad (barata, si se quiere) de rimar, sino que también pretende inducir un cierto ambiente de celebración en un horizonte que hasta el momento había sido complejo, por decir lo menos.
Esta especie de ánimo festivo está permitido, según el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, quien aseguró el viernes que hay motivo para celebrar esta decisión de la junta directiva del Banco de la República.
La decisión, además, fue unánime. Y esto no es poca cosa.
Sobre la determinación del Banco, Bonilla aseguró que “tiene como referencia que la tasa de intervención está por encima de la inflación y que llevamos dos meses con inflación en tendencia descendente, que esperamos que se consolide. El Banco queda con el compromiso de hacerle seguimiento a la inflación en los próximos meses para evaluar hasta dónde se ajustarán las tasas”.
El propio ministro había dicho en varios eventos, desde hace un par de semanas, que el ciclo de alzas del Emisor había acabado. Y si bien la entidad es independiente de los deseos del gobierno de turno, lo cierto es que el ministro tiene un asiento y un voto en la junta que determina para dónde se mueven las tasas.
El sentido y la insistencia de las declaraciones de Bonilla se entienden: mayores tasas implican costos más altos para básicamente todos los consumidores, lo que a su vez representa un freno en una economía que, de entrada, se está desacelerando (en línea con una tendencia global, hay que aclarar).
De fondo, la decisión de este viernes del Banco es una reflexión sobre los prospectos de la inflación, que acumula dos meses bajando en su variación mes a mes y desde hace seis meses no supera la barrera del 13 % (su punto más alto fue marzo de este año, con 13,34 %).
También hay que resaltar acá que, bajo la perspectiva del Banco Central, hay correcciones importantes que están sucediendo en lo profundo de las aguas del IPC. Por ejemplo, el gerente de la entidad, Leonardo Villar, aseguró que las proyecciones del Emisor apuntaban a que la inflación básica comenzaría a descender en el segundo semestre del año. Sin embargo, esto ya comenzó a suceder, aunque lentamente. Esto va de la mano con una menor demanda y una baja en los costos para los productores.
Volviendo a la desaceleración general de la economía, que se espera sea más evidente en el segundo semestre de este año, el Banrep sopesó que esta ralentización se está dando de una forma más organizada de lo que se anticipaba originalmente.
Tanto así, que algunas proyecciones para el PIB del año se han ido modificando al alza, incluyendo las del propio Gobierno, que hoy ubican el crecimiento de 2023 en 1,8 % (para principios de año, el Plan Financiero lo situaba en 1,3 %). El análisis de BBVA Research, por ejemplo, sitúa la expansión económica del país en 1,2 % (cuando anteriormente lo hacía en 0,7 %).
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¿Cuánto durará la alegría?
Aún resta camino para ver si la pausa de este viernes se convierte en una tendencia (es decir, más reuniones con las tasas quietas) que a futuro derive en la baja de los intereses. Un horizonte muy anhelado, pero que todavía sería lejano.
Pero hay elementos para conservar un cierto optimismo (cauto, al menos) en este panorama. De acuerdo con Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, en la decisión del Banco “se dejó entrever que en el escenario base, con la información que se tiene ahora, la idea es no seguir subiendo la tasa de interés en el futuro cercano, más bien esperar a que se consolide la desaceleración de la inflación, a que la reciente apreciación en el tipo de cambio ayude a que los bienes importados continúen bajando de precio y de esa manera en unos tres o cuatro meses comenzar a bajar la tasa de interés y así reducir las tasas de interés en general de la economía”.
Este es un sentir que tienen otros analistas, como los consultados en la Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo, en la que las expectativas de final de año con las tasas las ubican en 12 % (125 puntos básicos por debajo del punto actual).
Por su parte, Alejandro Reyes, de BBVA Research, dice: “Si bien la decisión es de mantener las tasas estables, se requiere una confirmación significativa de la tendencia de la inflación para iniciar un ciclo bajista en las tasas. Esto se combinará con la incertidumbre propia producto de los choques climáticos, por lo que consideramos que el escenario de rebaja de tasas se podría materializar en diciembre de este año.
Hay que resaltar acá que en el camino entre el deseo y la realidad hay varios obstáculos por superar: el incremento en los precios de los combustibles (por el momento solo se está ajustando la gasolina, pero las alzas en el diésel llegarán eventualmente) y el impacto que podría tener el fenómeno de El Niño en temas como la producción de alimentos y los precios de la electricidad, principalmente.
Por el lado de El Niño, lo positivo es que su efecto sobre la inflación de alimentos se sentiría en el primer semestre del próximo año, según análisis de la Sociedad Agricultores de Colombia (SAC). Es decir, el fenómeno climático no tendría un impacto inmediato que lleve al Banrep a dar un “volantazo” y a actuar con urgencia.
Si el fenómeno llega a ser más fuerte de lo anticipado, la SAC estima que el mayor golpe se podría ver en los cultivos que son permanentes (como el café, el cacao y la caña), así como en el sector pecuario, que depende de los reservorios de agua.
En cualquier caso, los impactos del fenómeno de El Niño son difíciles de cuantificar en este punto. Villar estima que si este fenómeno es fuerte, podría generar un golpe en la inflación total del 1 o 1,5 % (un cálculo que comparte el Banco Interamericano de Desarrollo, BID). Pero, insistimos, todavía no se sabe si ese escenario se va a materializar.
Villar afirmó que los escenarios proyectados muestran que la inflación seguirá cediendo, teniendo en cuenta la tasa de cambio, los precios internacionales de los combustibles y el ajuste en la demanda interna.
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Otra porción de la ecuación que presiona la inflación son los productos energéticos, como la gasolina y la electricidad.
El primero seguirá subiendo en el corto y mediano plazos, pues el Gobierno viene impulsando alzas progresivas de entre $400 y $600 para el galón de gasolina corriente, con la meta de cerrar el hueco fiscal del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC). Esta política ha sido aplaudida por analistas de todos los espectros, pues libera caja para que el Estado invierta esos recursos en otros rubros, así como sanea un déficit que resulta insostenible.
De acuerdo con el Ministerio de Hacienda, se espera que la gasolina corriente pueda llegar hasta los $16.000 por galón para mediados del próximo año y, asimismo, en este se podría comenzar a hacer lo propio con el diésel, cuyo precio no se ha tocado aún (y cuya tarifa subsidiada representa cerca de la mitad del déficit de FEPC).
Pese a todo, es positiva la pausa que decidió el Banco este viernes, pues envía señales a otros agentes del mercado sobre una mejor perspectiva acerca del aumento de los precios, que hoy por hoy es una de las presiones más agudas en términos de macroeconomía, pero también en el bolsillo de los colombianos.
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