El Banco de la República sigue pisando fuerte y sube a 10 % sus tasas de interés
La junta directiva del banco central decidió este jueves seguir empujando su intervención en política monetaria, con el fin de intentar contener el crecimiento de la inflación, que no termina de aflojar. La institución proyecta que la economía colombiana crecerá 7,8 % en 2022.
La junta directiva del Banco de la República tomó la decisión este jueves de incrementar sus tasas de interés en 100 puntos básicos, llevando el indicador hasta 10 %. Vale recordar que en su decisión pasada, el banco central estableció una subida de 150 puntos básicos, el segundo aumento de su tipo en este año. Esta alza no tenía antecedente en la historia reciente del país.
Las maniobras del Banco reflejan el rol central, e incluso peligroso, que la inflación ha tomado en el manejo macroeconómico del país.
Vea también: Los nubarrones que se ciernen sobre el megaproyecto para el Canal del Dique
Con el nuevo incremento, el emisor ha realizado nueve aumentos de sus tipos de interés desde septiembre del año pasado. En ese momento, hace un año exactamente, este indicador se encontraba en uno de sus puntos históricos más bajos (1,75 %), como parte del paquete de estímulos para contrarrestar los efectos más duros de la crisis económica inducida por la pandemia.
Esta vez, seis directores votaron a favor de la decisión de aumentar en 100 puntos básicos y un miembro de la junta votó por un incremento de 50 puntos básicos.
Ahora bien, las expectativas de inflación de mediano plazo aumentaron y siguen lejos de la meta de 3 %. En el caso de los analistas económicos, la encuesta del Banco de la República mostró que entre agosto y septiembre la expectativa de inflación para el final de 2023 pasó de 5,5 % a 6,3 %.
Como el ritmo de actividad económica se mantuvo dinámico en el segundo trimestre, el equipo técnico aumentó el pronóstico de crecimiento del PIB para 2022 de 6,9 % a 7,8 %. Para los próximos meses, sin embargo, hay señales de desaceleración, pues el equipo técnico revisó su pronóstico de crecimiento para 2023 de 1,1 % a 0,7 %.
“La política monetaria de los países desarrollados se ha tornado más contractiva de lo previsto, lo cual se ha reflejado en un deterioro de las condiciones financieras internacionales y en una significativa depreciación del peso y de otras monedas. Los temores de una recesión global han aumentado induciendo reducciones en el precio de las materias primas”, dice el comunicado.
Leonardo Villar, gerente general del Banco de la República, explicó en rueda de prensa que el encarecimiento de los alimentos por la situación internacional (y de muchos otros productos básicos), que se suma a una demanda interna que se mantiene dinámica y al comportamiento de la tasa de cambio, “hace que todavía no se haya empezado a ver la reducción de la inflación. La expectativa es que en los próximos meses empecemos a ver esa reducción, particularmente en enero”.
Para Villar, el banco central ha sido cuidadoso con sus movimientos. “Esperamos no tener que seguir subiendo la tasa de interés, pero el análisis para decidir si subir o no las tasas se hace con base en la última información disponible”.
El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, dijo que se mantiene optimista, aunque asegura que “la variable más impredecible del mundo en este momento es la inflación”. Si bien definió los últimos datos como “frustrantes”, espera que la cifra de septiembre sea menor.
Sobre el aumento del salario mínimo, el jefe de la cartera recordó que la discusión no ha iniciado, pero desde ya dijo que el aumento no puede ser contradictorio con la política monetaria ni con la decisión de bajar la inflación.
Villar reconoce que la preocupación por el desestímulo que implica el aumento en las tasas de interés preocupa, pero también pone sobre la mesa que es una decisión necesaria: “hay que apretar las riendas de la economía hoy, para no caer en una situación más complicada más adelante”.
Con la decisión de este jueves, el Banco ha continuado su senda de incrementos en las tasas, que es descrita por algunos como veloz y por otros como agresiva.
La nueva jugada del Banco va en contravía de las proyecciones y estimados que se tenían cuando se tomó la anterior decisión, en julio de este año. Para ese momento, varios analistas estimaban que aquel era el último gran incremento del año, pues se anticipaba que la inflación comenzaría una senda de ajuste. En su momento, tanto el ministro de Hacienda (en ese entonces aún era José Manuel Restrepo), como el gerente del banco central, fueron enfáticos en decir que la entidad seguiría analizando el comportamiento de los precios y, con base en eso, determinaría nuevas intervenciones o no. Pero, como resaltó Ocampo, en este momento la inflación “es la variable más impredecible”.
De acuerdo con la más reciente Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo, el promedio de los analistas del mercado consultados en el sondeo esperan que este año cierre con una inflación de 11,18 %, a la vez que ubican el crecimiento de la economía colombiana entre 6,8 % y 7,8 %. Es importante recordar que para la reunión de julio del Banco de la República, los pronósticos de los analistas ubicaban la inflación de este año en 9,2 %, lo que ayuda a ver el ritmo galopante de los precios en la economía colombiana.
Vale recordar acá que los cálculos de crecimiento del Gobierno (incluidos en el más reciente Marco Fiscal de Mediano Plazo) señalan que en 2022 la economía colombiana crecería 6,5 %.
Inflación, la gran preocupación
Las decisiones que viene tomando el Banco desde septiembre del año pasado tienen como objetivo cercarle el paso al crecimiento de la inflación, que lleva una trayectoria ascendente desde, por lo menos, mitad de 2021.
Para agosto de este año, el dato más reciente del DANE, la variación anual de la inflación (o sea, la comparación de este mes con el mismo del año pasado) se ubicó en 10,84 %; para su medición mensual (el cambio entre abril y mayo de 2022), el indicador registró un alza de 1,02 %.
Estas cifras permiten ver cómo la inflación sigue siendo una de las principales preocupaciones macroeconómicas en Colombia (un escenario que es similar en otros países).
Y si bien se esperaba que agosto rompiera la tendencia alcista en los precios, esas esperanzas no se materializaron. La variación mensual del IPC en el octavo mes del año (1,02 %) fue casi el doble que la expectativa promedio de los analistas en la encuesta del Banco de la República (0,50 %). Es decir, el mercado esperaba una contracción de al menos 30 puntos básicos en los precios de la economía. Pero al final la inflación (mensual) se situó en 20 puntos básicos, arriba del 0,81 % registrado en julio pasado.
En particular, el grupo de alimentos sigue siendo el gran motor de la inflación en Colombia, algo que es preocupante de entrada, pero lo es aún más cuando se tiene en cuenta que las alzas en la comida tienden a golpear más los bolsillos de las personas con menores ingresos.
A esto hay que sumarle que los aumentos en los precios de los combustibles, que recientemente ha ido anunciando el Gobierno, también tienen el potencial de seguir presionando hacia arriba el comportamiento general de la inflación.
La inflación, además de afectar las decisiones o posibilidades de compra de los consumidores, especialmente los más vulnerables, también tiene un alto costo en términos de pobreza.
¿Cuál es el papel de las tasas de interés en la economía?
Para entender cuál es el papel de las tasas de interés en toda la economía, así como su incidencia en las decisiones y posibilidades de compra diarias de la gente, es útil pensar este escenario como una serie de dominós. El primer dominó es la decisión de subir y bajar las tasas y desde ahí se desprende una cadena que acaba en la góndola del supermercado o en la oficina de créditos hipotecarios de un banco.
El banco central de un país es conocido, entre otros términos, como el banco de bancos porque la entidad le presta dinero a los demás actores institucionales del sistema financiero. Y, entre otros factores, es por este papel que sus tasas de interés terminan siendo claves para toda la economía: si el Emisor sube su tasa de interés, los demás bancos verán una presión financiera para prestarle a los ciudadanos y empresas a mayores tasas también.
Una subida de tasas de interés tiene la intención teórica de hacer un poco más escaso el dinero y de encarecer los créditos. Y estos dos elementos tienen, a su vez, la posibilidad de influir en las decisiones de consumo de las personas: si el crédito se encarece, mejor no endeudarse para comprar esa moto, carro, casa.
Estas decisiones, colectivamente hablando, pueden ponerle un freno a la demanda, lo que a su vez puede terminar por bajar los precios de algunos bienes y, por ese camino, empujar hacia abajo la inflación.
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La junta directiva del Banco de la República tomó la decisión este jueves de incrementar sus tasas de interés en 100 puntos básicos, llevando el indicador hasta 10 %. Vale recordar que en su decisión pasada, el banco central estableció una subida de 150 puntos básicos, el segundo aumento de su tipo en este año. Esta alza no tenía antecedente en la historia reciente del país.
Las maniobras del Banco reflejan el rol central, e incluso peligroso, que la inflación ha tomado en el manejo macroeconómico del país.
Vea también: Los nubarrones que se ciernen sobre el megaproyecto para el Canal del Dique
Con el nuevo incremento, el emisor ha realizado nueve aumentos de sus tipos de interés desde septiembre del año pasado. En ese momento, hace un año exactamente, este indicador se encontraba en uno de sus puntos históricos más bajos (1,75 %), como parte del paquete de estímulos para contrarrestar los efectos más duros de la crisis económica inducida por la pandemia.
Esta vez, seis directores votaron a favor de la decisión de aumentar en 100 puntos básicos y un miembro de la junta votó por un incremento de 50 puntos básicos.
Ahora bien, las expectativas de inflación de mediano plazo aumentaron y siguen lejos de la meta de 3 %. En el caso de los analistas económicos, la encuesta del Banco de la República mostró que entre agosto y septiembre la expectativa de inflación para el final de 2023 pasó de 5,5 % a 6,3 %.
Como el ritmo de actividad económica se mantuvo dinámico en el segundo trimestre, el equipo técnico aumentó el pronóstico de crecimiento del PIB para 2022 de 6,9 % a 7,8 %. Para los próximos meses, sin embargo, hay señales de desaceleración, pues el equipo técnico revisó su pronóstico de crecimiento para 2023 de 1,1 % a 0,7 %.
“La política monetaria de los países desarrollados se ha tornado más contractiva de lo previsto, lo cual se ha reflejado en un deterioro de las condiciones financieras internacionales y en una significativa depreciación del peso y de otras monedas. Los temores de una recesión global han aumentado induciendo reducciones en el precio de las materias primas”, dice el comunicado.
Leonardo Villar, gerente general del Banco de la República, explicó en rueda de prensa que el encarecimiento de los alimentos por la situación internacional (y de muchos otros productos básicos), que se suma a una demanda interna que se mantiene dinámica y al comportamiento de la tasa de cambio, “hace que todavía no se haya empezado a ver la reducción de la inflación. La expectativa es que en los próximos meses empecemos a ver esa reducción, particularmente en enero”.
Para Villar, el banco central ha sido cuidadoso con sus movimientos. “Esperamos no tener que seguir subiendo la tasa de interés, pero el análisis para decidir si subir o no las tasas se hace con base en la última información disponible”.
El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, dijo que se mantiene optimista, aunque asegura que “la variable más impredecible del mundo en este momento es la inflación”. Si bien definió los últimos datos como “frustrantes”, espera que la cifra de septiembre sea menor.
Sobre el aumento del salario mínimo, el jefe de la cartera recordó que la discusión no ha iniciado, pero desde ya dijo que el aumento no puede ser contradictorio con la política monetaria ni con la decisión de bajar la inflación.
Villar reconoce que la preocupación por el desestímulo que implica el aumento en las tasas de interés preocupa, pero también pone sobre la mesa que es una decisión necesaria: “hay que apretar las riendas de la economía hoy, para no caer en una situación más complicada más adelante”.
Con la decisión de este jueves, el Banco ha continuado su senda de incrementos en las tasas, que es descrita por algunos como veloz y por otros como agresiva.
La nueva jugada del Banco va en contravía de las proyecciones y estimados que se tenían cuando se tomó la anterior decisión, en julio de este año. Para ese momento, varios analistas estimaban que aquel era el último gran incremento del año, pues se anticipaba que la inflación comenzaría una senda de ajuste. En su momento, tanto el ministro de Hacienda (en ese entonces aún era José Manuel Restrepo), como el gerente del banco central, fueron enfáticos en decir que la entidad seguiría analizando el comportamiento de los precios y, con base en eso, determinaría nuevas intervenciones o no. Pero, como resaltó Ocampo, en este momento la inflación “es la variable más impredecible”.
De acuerdo con la más reciente Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo, el promedio de los analistas del mercado consultados en el sondeo esperan que este año cierre con una inflación de 11,18 %, a la vez que ubican el crecimiento de la economía colombiana entre 6,8 % y 7,8 %. Es importante recordar que para la reunión de julio del Banco de la República, los pronósticos de los analistas ubicaban la inflación de este año en 9,2 %, lo que ayuda a ver el ritmo galopante de los precios en la economía colombiana.
Vale recordar acá que los cálculos de crecimiento del Gobierno (incluidos en el más reciente Marco Fiscal de Mediano Plazo) señalan que en 2022 la economía colombiana crecería 6,5 %.
Inflación, la gran preocupación
Las decisiones que viene tomando el Banco desde septiembre del año pasado tienen como objetivo cercarle el paso al crecimiento de la inflación, que lleva una trayectoria ascendente desde, por lo menos, mitad de 2021.
Para agosto de este año, el dato más reciente del DANE, la variación anual de la inflación (o sea, la comparación de este mes con el mismo del año pasado) se ubicó en 10,84 %; para su medición mensual (el cambio entre abril y mayo de 2022), el indicador registró un alza de 1,02 %.
Estas cifras permiten ver cómo la inflación sigue siendo una de las principales preocupaciones macroeconómicas en Colombia (un escenario que es similar en otros países).
Y si bien se esperaba que agosto rompiera la tendencia alcista en los precios, esas esperanzas no se materializaron. La variación mensual del IPC en el octavo mes del año (1,02 %) fue casi el doble que la expectativa promedio de los analistas en la encuesta del Banco de la República (0,50 %). Es decir, el mercado esperaba una contracción de al menos 30 puntos básicos en los precios de la economía. Pero al final la inflación (mensual) se situó en 20 puntos básicos, arriba del 0,81 % registrado en julio pasado.
En particular, el grupo de alimentos sigue siendo el gran motor de la inflación en Colombia, algo que es preocupante de entrada, pero lo es aún más cuando se tiene en cuenta que las alzas en la comida tienden a golpear más los bolsillos de las personas con menores ingresos.
A esto hay que sumarle que los aumentos en los precios de los combustibles, que recientemente ha ido anunciando el Gobierno, también tienen el potencial de seguir presionando hacia arriba el comportamiento general de la inflación.
La inflación, además de afectar las decisiones o posibilidades de compra de los consumidores, especialmente los más vulnerables, también tiene un alto costo en términos de pobreza.
¿Cuál es el papel de las tasas de interés en la economía?
Para entender cuál es el papel de las tasas de interés en toda la economía, así como su incidencia en las decisiones y posibilidades de compra diarias de la gente, es útil pensar este escenario como una serie de dominós. El primer dominó es la decisión de subir y bajar las tasas y desde ahí se desprende una cadena que acaba en la góndola del supermercado o en la oficina de créditos hipotecarios de un banco.
El banco central de un país es conocido, entre otros términos, como el banco de bancos porque la entidad le presta dinero a los demás actores institucionales del sistema financiero. Y, entre otros factores, es por este papel que sus tasas de interés terminan siendo claves para toda la economía: si el Emisor sube su tasa de interés, los demás bancos verán una presión financiera para prestarle a los ciudadanos y empresas a mayores tasas también.
Una subida de tasas de interés tiene la intención teórica de hacer un poco más escaso el dinero y de encarecer los créditos. Y estos dos elementos tienen, a su vez, la posibilidad de influir en las decisiones de consumo de las personas: si el crédito se encarece, mejor no endeudarse para comprar esa moto, carro, casa.
Estas decisiones, colectivamente hablando, pueden ponerle un freno a la demanda, lo que a su vez puede terminar por bajar los precios de algunos bienes y, por ese camino, empujar hacia abajo la inflación.
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