El comercio con Venezuela un año después: ¿se ha recuperado la confianza?
Aunque con pagos anticipados y el ojo puesto en las sanciones de Estados Unidos, el intercambio comercial en la frontera sigue creciendo tras un año de la reapertura.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Los 2.219 kilómetros de frontera hacen de Colombia y Venezuela dos mercados naturales. Sin embargo, en 2015, las diferencias políticas pesaron más que los argumentos económicos y el principal paso fronterizo, el puente internacional Atanasio Girardot (también llamado puente Tienditas), en Cúcuta, fue cerrado. Con ello, el comercio formal entre ambos países se estancó. Atrás quedó el intercambio comercial que en 2008 llegó a su pico, reportando US$7.200 millones entre importaciones y exportaciones.
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Los 2.219 kilómetros de frontera hacen de Colombia y Venezuela dos mercados naturales. Sin embargo, en 2015, las diferencias políticas pesaron más que los argumentos económicos y el principal paso fronterizo, el puente internacional Atanasio Girardot (también llamado puente Tienditas), en Cúcuta, fue cerrado. Con ello, el comercio formal entre ambos países se estancó. Atrás quedó el intercambio comercial que en 2008 llegó a su pico, reportando US$7.200 millones entre importaciones y exportaciones.
El cierre del puente Tienditas sumado a los embates de la pandemia y al deterioro de la economía venezolana (cuyo PIB cayó un 75 % entre 2013 y 2021) llevaron a que las cifras del comercio binacional fueran anémicas: menos de US$200 millones en exportaciones desde Colombia (2019) y poco más de US$25 millones en importaciones desde Venezuela (2020), según datos de ProColombia.
Si bien el segundo gran paso fronterizo, Paraguachón, en el municipio de Maicao (La Guajira) permaneció abierto, la ruptura diplomática hizo mella en un comercio formal que, para los expertos, nunca debió experimentar tal distanciamiento.
“Cuando uno mira hacia el pasado ve hitos como una zona de libre comercio. Incluso, Colombia y Venezuela llegaron a unificar aranceles frente a terceros países, y más de 3.000 empresas colombianas han exportado productos a Venezuela. Cuando uno mira ese mercado concluye que fue un error haber cerrado las puertas con el vecino país”, afirma Javier Díaz, presidente de Analdex.
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Siete años después
El panorama cambió el 26 de septiembre de 2022, cuando los gobiernos de Colombia y Venezuela anunciaron la reapertura del paso fronterizo que une a Cúcuta, Norte de Santander, con Ureña, estado de Táchira.
Con ello se reconectó a dos economías complementarias, como señaló en su momento Germán Umaña, ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia. La recuperación fue inmediata: en 2022, el comercio binacional alcanzó los US$728,4 millones; es decir, un aumento del 84,9 % respecto a 2021.
De enero a julio de 2023, las exportaciones de Colombia con destino a Venezuela crecieron 4,9 %, pasando de US$342,3 millones (2022) a US$359,2 millones este año, de acuerdo con datos de ProColombia.
Los acuerdos firmados con Venezuela han permitido que unos 3.800 productos colombianos se exporten al vecino país sin gravámenes arancelarios. Además, a la fecha hay cerca de 990 partidas que entran con arancel cero y sin IVA, de acuerdo con Juan Gabriel Pérez, presidente ejecutivo de la Cámara Colombo Venezolana.
“Igualmente, Colombia y Venezuela tienen suscrito un acuerdo para el tránsito automotor. El transporte de carga de ambos países puede entrar hasta 20 kilómetros al interior de cada país, lo que facilita los cargues y descargues”, dice Pérez.
Esta dinámica positiva pronto recibiría un espaldarazo más: el puente internacional José Antonio Páez, en Arauca, también se reactivaría para conectar los Llanos de ambos países.
Así las cosas, el comercio en Colombia y Venezuela contaría con un total de tres puntos oficiales para el paso de carga.
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Así se transan negocios con Venezuela
Empresarios y gremios coinciden en que las oportunidades en Venezuela son mayores que los riesgos. Sin embargo, no hay que perder de vista que fueron siete años de distanciamiento, tiempo en el cual el tablero de juego se ha reconfigurado.
Seguridad jurídica, los pagos de órdenes, las sanciones de Estados Unidos a Venezuela como condicionante y temas cambiarios son algunos retos.
La crisis económica en Venezuela ocasionó que muchas empresas les quedaran debiendo dinero a sus socios colombianos. ¿Cómo están respondiendo ahora?: plata en mano. En efecto, tras los problemas identificados del pasado, hoy la gran mayoría de los negocios que se transan son con pago anticipado.
El pago anticipado, más que un asunto de confianza (o desconfianza si se quiere), tiene que ver con que no hay bancos que expidan una carta de crédito a empresas venezolanas.
Una carta de crédito es la garantía de pago para el exportador, ya que se firma un contrato donde un banco se compromete a cancelar la deuda de un importador si se cumplen ciertas condiciones.
“Los bancos que tenían corresponsalías en Colombia fueron cerrados. Hoy no hay relaciones bancarias directas entre Colombia y Venezuela. ¿Cómo se transan negocios entonces? A través de cuentas de compensación”, precisa Pérez.
Las cuentas de compensación son un mecanismo legal, certificado por los bancos centrales, que les permiten a las empresas hacer transacciones con empresas de otros países mediante bancos internacionales que intermedian en la operación.
Entre tanto, las sanciones de Estados Unidos a Venezuela dictan que ninguna empresa con negocios en tierras estadounidenses puede hacer negocios con empresas del sector público de Venezuela (pertenecientes al Gobierno) ni con cerca de 200 personas incluidas en la lista negra del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Esto ha dado cabida a especulaciones, temores y mitos. Por ejemplo, a la fecha hay empresarios colombianos que piensan que vender a Venezuela puede ser un motivo para que les quiten su visa estadounidense.
Lo cierto es que hoy por hoy está permitido hacer negocios con empresas venezolanas. Eso sí, se debe ser minucioso y no escatimar en la debida diligencia, pues en ningún caso la transacción deberá incluir al sector público de Venezuela.
Voces de la reapertura
Samir Puentes Baladi es director internacional de Inseroca, compañía logística con presencia a ambos lados de la frontera.
El empresario destaca que, pese a que Colombia y Venezuela cortaron relaciones, el comercio siempre fue un vaso comunicante. De acuerdo con Puentes, Venezuela ahora importa más materias primas que productos terminados y en cantidades mucho menores en comparación con las de antes.
En el pasado, una planta en Venezuela importaba inventarios para un año; ahora levantan el teléfono cada mes.
Por otro lado, en el lapso entre el cierre y la reapertura del puente Tienditas, el tejido empresarial de Cúcuta ya no es el mismo.
Así lo cree Sergio Castillo Galvis, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta.
Para el directivo, la Cúcuta de hace unos años dependía exclusivamente del comercio con Venezuela, no solo legal sino también informal, con empresas “poco preparadas y netamente del sector terciario”.
En los últimos años, estos empresarios fortalecieron sus empresas y las tecnificaron, por lo que la región estaría preparada para cubrir esa nueva demanda de Venezuela.
Según datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, la pobreza en Cúcuta se redujo en cuatro puntos porcentuales en 2022. La cartera, así mismo, señaló que en la región del Táchira, en el lado venezolano, la pobreza también se ha reducido, pero se mantiene en niveles superiores al 50 %.
Caminos hacia la confianza
Rosmery Quintero, presidenta de la Asociación de Medianas y Pequeñas Industrias (ACOPI), afirma que “la confianza desempeña un papel fundamental en el ámbito del comercio y la inversión”.
Sobre el comercio binacional, la dirigente gremial señala que, a pesar de que se ha observado una recuperación parcial gracias al aumento de las cifras de exportación, “la incertidumbre en los mercados internacionales provoca la salida de inversionistas de economías emergentes debido al temor a una crisis, lo que, a su vez, complica las relaciones comerciales”.
El presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta enfatiza en que se deben impulsar acciones contra la ilegalidad en los pasos fronterizos, especialmente en Cúcuta. “Aún están activas trochas ilegales y dificultades para el paso de mercancías de un país a otro, generando temor entre los empresarios”.
Javier Díaz, presidente de Analdex, insiste en que hay que ser cautos con las proyecciones sobre las oportunidades con Venezuela, un país que no es el mismo de antes. “El PIB de Venezuela entre 2013 y 2021 cayó 75 %; es decir, hoy es el 25 % de lo que fue. Algunos hablan de una caída del consumo, del crédito y del gasto público y de una contracción del 7 % del PIB en el primer semestre de 2023. Esto, sin duda, impacta también a las exportaciones colombianas”, afirma Díaz.
Se espera que el intercambio binacional supere los US$900 millones en 2023.
Por lo pronto, las voluntades de ambos gobiernos y la resiliencia del empresariado son el motor que impulsa esta nueva era del comercio entre Colombia y Venezuela.
Dos países que históricamente han compartido culturas, costumbres y estructuras de consumo han reactivado de nuevo su comercio.
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