El impacto climático de la guerra en Ucrania
Los altos precios de algunos productos energéticos, como el gas, pueden incentivar el consumo de carbón en industrias y para generación de electricidad. Esto va en contra de los compromisos globales logrados en la pasada cumbre de Glasgow.
En solo tres días, el precio del gas natural en uno de los principales mercados europeos (el TTF holandés) ha acumulado 40 % de subida por cuenta, esencialmente, de la invasión de Rusia a Ucrania.
Esta alza internacional viene luego de varios momentos en los que el precio de este combustible también ha ido hacia arriba, aunque de una forma más moderada, pues no había una guerra detrás alimentando preocupaciones sobre el suministro de este producto energético.
Rusia produce cerca del 40 % del gas que se consume en Europa y representa 16 % del suministro de este combustible a escala global. Además, es el tercer productor de petróleo en el mundo. En general, las guerras suelen introducir incertidumbre y volatilidad en los mercados por una serie de razones que pueden resultar algo obvias. Y la invasión rusa a Ucrania no es la excepción bajo ningún parámetro.
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En general, la canasta energética (que incluye cosas como el petróleo, el gas y el carbón) está subiendo de precio desde hace varias semanas por cuenta de la guerra que arrancó Putin después de negar durante semanas que iba a hacer lo que finalmente está haciendo. Los mercados se han alimentado de esta incertidumbre para disparar los precios de estos productos, lo que tiene, en suma, más noticias malas que buenas para muchas economías y, en general, para el planeta.
La primera de estas consecuencias es que los altos precios de los productos energéticos terminen impulsando la inflación global vía mayores costos de los combustibles (especialmente para sectores como el transporte aéreo), lo que termina impactando el bolsillo de los consumidores a la hora de movilizarse.
Y un mayor aumento en los precios es lo último que prácticamente cualquier economía quiere ahora, pues, a escala global, la inflación es uno de los principales peligros para la sostenibilidad de la recuperación económica después de los desastres que la pandemia generó en 2020.
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Para César Tamayo, decano de la Escuela de Economía y Finanzas de Eafit, “si este conflicto escala o se prolonga, los efectos para la economía colombiana serán fuertes. Para empezar, esto seguramente impactará la producción y exportación de petróleo, gas y otros energéticos (Rusia es un gran exportador de petróleo y gas; de hecho, el gas que exporta pasa todo por Ucrania) y por eso ya vemos los precios de estos energéticos subir. Esto quiere decir que pronto las tarifas de transporte y, por ende, todos los precios estarán subiendo, lo que se suma a una inflación que ya está alta [en Colombia y el mundo]”.
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Esta es una posibilidad que reconoce también José Manuel Restrepo, ministro de Hacienda, al decir que uno de los primeros impactos de este conflicto es “la incertidumbre en los mercados globales, derivado de la posibilidad de que se frene la reactivación global o se generen nuevas presiones inflacionarias en el mundo entero. Esa situación puede llevar a mayores niveles de volatilidad en las tasas de cambio [dólar], en el valor de las acciones y también en el precio de los commodities”.
Estas variaciones de precio ya se sienten, además de la canasta energética, en productos como el trigo y el maíz (el primero es uno de los mayores renglones de exportación de Rusia y de Ucrania).
Adicional a esto, Tamayo asegura que la guerra en Ucrania “está sacudiendo los mercados financieros internacionales, que ya muestran gran nerviosismo. Esto va a reducir la liquidez y los flujos de capitales hacia países como Colombia, lo cual puede terminar impactando nuestra propia bolsa de valores y retrasando muchas inversiones que se habían programado, entorpeciendo así el ritmo de recuperación en que teníamos”.
El impacto climático de la guerra
Lo que pase alrededor del gas natural es un problema en varios aspectos. Por ejemplo, es un tema geopolítico que hoy tiene acorralados a varios gobiernos europeos que se inclinarían por castigar más fuertemente a Rusia, pero tampoco quieren quedarse sin gas en la mitad de un invierno que ha sido particularmente cruel con algunos territorios, como el Reino Unido.
“Hay que recordar que el consumo de gas en países como Austria y Finlandia depende prácticamente un 100 % de Rusia. En el caso de Alemania, este valor es cercano al 60 %”, dice Camilo Prieto, profesor de la U. Javeriana en áreas de cambio climático y energía.
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Pero, por otro lado, el gas también es evidentemente un asunto climático: los altos precios internacionales de este combustible llevan a pensar a algunos consumidores (especialmente en renglones industriales) en encontrar fuentes energéticas nuevas, rápidas y a mejor precio. En otras palabras: hola, carbón, ¿dónde estabas?
El profesor Prieto lo pone de esta forma: “Sin duda, sin este energético [gas] los países tendrían que trasladarse a fuentes fósiles como el carbón, lo que haría imposible cumplir las metas del pacto de Glasgow para el clima. El conflicto en Ucrania no es solo una tragedia humana, sino un potenciador de la crisis ambiental global”.
Para la organización Carbon Brief, “las preocupaciones por la seguridad energética son particularmente agudas en Europa. Hay dos grandes narrativas que han emergido. Muchos han hecho énfasis en la necesidad de acelerar el despliegue de tecnologías de generación de energía limpia. Y, a la vez, algunos políticos han sumado a esto llamados para incrementar el suministro doméstico de combustibles fósiles para reducir la dependencia de la importación desde Rusia”.
No obstante, el resurgimiento del carbón va en directa contradicción con los compromisos logrados en la más reciente cumbre climática en Glasgow, donde se acordó acelerar los esfuerzos globales para la eliminación gradual de este combustible.
¿Qué pasa en Colombia?
El alza de los precios en el gas también puede incentivar un consumo local más alto de carbón en el país. Algunos analistas y voces de la industria ya habían anotado que en medio del incremento de los precios del gas natural (en 2021, previo a la invasión rusa) varios consumidores industriales, además de plantas de generación, se estaban devolviendo al carbón para mantener sus esquemas de costos en cintura.
Colombia tiene recursos carboníferos por más de 16.000 millones de toneladas y mantiene el quinto puesto en exportaciones en el mundo, en medio de las tensiones que rodean la explotación de este mineral, tanto local como internacionalmente. Este mineral representa el 7 % de la demanda de energía del país y en los escenarios del plan energético a 2050 está del 5 % al 7 %.
Ahora bien, lejos de los problemas energéticos en Europa, el mercado local de gas pareciera estar aislado. Así lo afirma Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas: “El alza de tarifas de gas en Europa no debería afectar a Colombia. Los precios del gas natural en el país se forman en el mercado local, están pactados en contratos de mediano y largo plazo y tienen una indexación relativamente estable. Vale la pena destacar que la atención a la demanda de hogares, industria, comercio y vehículos en Colombia se atiende con producción local y no depende de importaciones, lo cual es una gran ventaja teniendo en cuenta la coyuntura europea”.
La dirigente gremial agregó que “en Colombia se tiene un suministro y una infraestructura confiable y competitiva. Datos como el del Ministerio de Minas y Energía, que reportó la mayor cifra de producción promedio de gas de los últimos cinco años, o el de Ecopetrol, que aumentó en casi 8 % sus reservas de gas probadas a lo largo de 2020-2021, y sumado a las reservas de la nación con un potencial de hasta 60 terapiés cúbicos (que equivalen a más de cien años de autosuficiencia), hacen que Colombia esté en una posición privilegiada en medio de esta crisis”.
Por otra parte, el único aspecto que puede resultar beneficioso de la volatilidad en los precios de los productos energéticos es que una marca más alta para el petróleo Brent significa mayores divisas entrando a Colombia, lo que a su vez se traduce en más margen de maniobra para el Gobierno y Ecopetrol.
El Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2021 se construyó esperando que el petróleo Brent promedie US$63 el barril en 2021 y 2022. Y en este documento hay una simulación según la cual el país recibiría $261.000 millones adicionales por cada dólar que el precio del crudo esté por encima de la proyección. En lo corrido del 2022, el Brent promedia US$89, es decir US$28 por encima de la estimación del Gobierno. Lo que según el Marco Fiscal podría traducirse en casi $7 billones de renta petrolera adicional. Y esto es casi la mitad de lo recaudado en la anterior reforma tributaria.
Por su parte, Felipe Bayón, presidente del Grupo Ecopetrol, asegura que “el precio de equilibrio de Ecopetrol es de US$36 por barril. A ese nivel, la empresa genera utilidades y cumple su plan de inversiones”. Pero, a renglón seguido, el ejecutivo agrega que el precio actual (que bordea los US$100) le parece “alto” y, como ya se dijo, trae consecuencias negativas vía inflación. “Ojalá los precios bajaran un poco, pero es algo que hoy nadie puede controlar y está sujeto a las fuerzas del mercado y las tensiones geopolíticas”.
En solo tres días, el precio del gas natural en uno de los principales mercados europeos (el TTF holandés) ha acumulado 40 % de subida por cuenta, esencialmente, de la invasión de Rusia a Ucrania.
Esta alza internacional viene luego de varios momentos en los que el precio de este combustible también ha ido hacia arriba, aunque de una forma más moderada, pues no había una guerra detrás alimentando preocupaciones sobre el suministro de este producto energético.
Rusia produce cerca del 40 % del gas que se consume en Europa y representa 16 % del suministro de este combustible a escala global. Además, es el tercer productor de petróleo en el mundo. En general, las guerras suelen introducir incertidumbre y volatilidad en los mercados por una serie de razones que pueden resultar algo obvias. Y la invasión rusa a Ucrania no es la excepción bajo ningún parámetro.
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En general, la canasta energética (que incluye cosas como el petróleo, el gas y el carbón) está subiendo de precio desde hace varias semanas por cuenta de la guerra que arrancó Putin después de negar durante semanas que iba a hacer lo que finalmente está haciendo. Los mercados se han alimentado de esta incertidumbre para disparar los precios de estos productos, lo que tiene, en suma, más noticias malas que buenas para muchas economías y, en general, para el planeta.
La primera de estas consecuencias es que los altos precios de los productos energéticos terminen impulsando la inflación global vía mayores costos de los combustibles (especialmente para sectores como el transporte aéreo), lo que termina impactando el bolsillo de los consumidores a la hora de movilizarse.
Y un mayor aumento en los precios es lo último que prácticamente cualquier economía quiere ahora, pues, a escala global, la inflación es uno de los principales peligros para la sostenibilidad de la recuperación económica después de los desastres que la pandemia generó en 2020.
Lea también: Avalancha de sanciones para Rusia por invadir Ucrania: ¿cómo afectan su economía?
Para César Tamayo, decano de la Escuela de Economía y Finanzas de Eafit, “si este conflicto escala o se prolonga, los efectos para la economía colombiana serán fuertes. Para empezar, esto seguramente impactará la producción y exportación de petróleo, gas y otros energéticos (Rusia es un gran exportador de petróleo y gas; de hecho, el gas que exporta pasa todo por Ucrania) y por eso ya vemos los precios de estos energéticos subir. Esto quiere decir que pronto las tarifas de transporte y, por ende, todos los precios estarán subiendo, lo que se suma a una inflación que ya está alta [en Colombia y el mundo]”.
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Esta es una posibilidad que reconoce también José Manuel Restrepo, ministro de Hacienda, al decir que uno de los primeros impactos de este conflicto es “la incertidumbre en los mercados globales, derivado de la posibilidad de que se frene la reactivación global o se generen nuevas presiones inflacionarias en el mundo entero. Esa situación puede llevar a mayores niveles de volatilidad en las tasas de cambio [dólar], en el valor de las acciones y también en el precio de los commodities”.
Estas variaciones de precio ya se sienten, además de la canasta energética, en productos como el trigo y el maíz (el primero es uno de los mayores renglones de exportación de Rusia y de Ucrania).
Adicional a esto, Tamayo asegura que la guerra en Ucrania “está sacudiendo los mercados financieros internacionales, que ya muestran gran nerviosismo. Esto va a reducir la liquidez y los flujos de capitales hacia países como Colombia, lo cual puede terminar impactando nuestra propia bolsa de valores y retrasando muchas inversiones que se habían programado, entorpeciendo así el ritmo de recuperación en que teníamos”.
El impacto climático de la guerra
Lo que pase alrededor del gas natural es un problema en varios aspectos. Por ejemplo, es un tema geopolítico que hoy tiene acorralados a varios gobiernos europeos que se inclinarían por castigar más fuertemente a Rusia, pero tampoco quieren quedarse sin gas en la mitad de un invierno que ha sido particularmente cruel con algunos territorios, como el Reino Unido.
“Hay que recordar que el consumo de gas en países como Austria y Finlandia depende prácticamente un 100 % de Rusia. En el caso de Alemania, este valor es cercano al 60 %”, dice Camilo Prieto, profesor de la U. Javeriana en áreas de cambio climático y energía.
Lea también: ¿Qué significa que Anonymous le declare la guerra cibernética al gobierno Ruso?
Pero, por otro lado, el gas también es evidentemente un asunto climático: los altos precios internacionales de este combustible llevan a pensar a algunos consumidores (especialmente en renglones industriales) en encontrar fuentes energéticas nuevas, rápidas y a mejor precio. En otras palabras: hola, carbón, ¿dónde estabas?
El profesor Prieto lo pone de esta forma: “Sin duda, sin este energético [gas] los países tendrían que trasladarse a fuentes fósiles como el carbón, lo que haría imposible cumplir las metas del pacto de Glasgow para el clima. El conflicto en Ucrania no es solo una tragedia humana, sino un potenciador de la crisis ambiental global”.
Para la organización Carbon Brief, “las preocupaciones por la seguridad energética son particularmente agudas en Europa. Hay dos grandes narrativas que han emergido. Muchos han hecho énfasis en la necesidad de acelerar el despliegue de tecnologías de generación de energía limpia. Y, a la vez, algunos políticos han sumado a esto llamados para incrementar el suministro doméstico de combustibles fósiles para reducir la dependencia de la importación desde Rusia”.
No obstante, el resurgimiento del carbón va en directa contradicción con los compromisos logrados en la más reciente cumbre climática en Glasgow, donde se acordó acelerar los esfuerzos globales para la eliminación gradual de este combustible.
¿Qué pasa en Colombia?
El alza de los precios en el gas también puede incentivar un consumo local más alto de carbón en el país. Algunos analistas y voces de la industria ya habían anotado que en medio del incremento de los precios del gas natural (en 2021, previo a la invasión rusa) varios consumidores industriales, además de plantas de generación, se estaban devolviendo al carbón para mantener sus esquemas de costos en cintura.
Colombia tiene recursos carboníferos por más de 16.000 millones de toneladas y mantiene el quinto puesto en exportaciones en el mundo, en medio de las tensiones que rodean la explotación de este mineral, tanto local como internacionalmente. Este mineral representa el 7 % de la demanda de energía del país y en los escenarios del plan energético a 2050 está del 5 % al 7 %.
Ahora bien, lejos de los problemas energéticos en Europa, el mercado local de gas pareciera estar aislado. Así lo afirma Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas: “El alza de tarifas de gas en Europa no debería afectar a Colombia. Los precios del gas natural en el país se forman en el mercado local, están pactados en contratos de mediano y largo plazo y tienen una indexación relativamente estable. Vale la pena destacar que la atención a la demanda de hogares, industria, comercio y vehículos en Colombia se atiende con producción local y no depende de importaciones, lo cual es una gran ventaja teniendo en cuenta la coyuntura europea”.
La dirigente gremial agregó que “en Colombia se tiene un suministro y una infraestructura confiable y competitiva. Datos como el del Ministerio de Minas y Energía, que reportó la mayor cifra de producción promedio de gas de los últimos cinco años, o el de Ecopetrol, que aumentó en casi 8 % sus reservas de gas probadas a lo largo de 2020-2021, y sumado a las reservas de la nación con un potencial de hasta 60 terapiés cúbicos (que equivalen a más de cien años de autosuficiencia), hacen que Colombia esté en una posición privilegiada en medio de esta crisis”.
Por otra parte, el único aspecto que puede resultar beneficioso de la volatilidad en los precios de los productos energéticos es que una marca más alta para el petróleo Brent significa mayores divisas entrando a Colombia, lo que a su vez se traduce en más margen de maniobra para el Gobierno y Ecopetrol.
El Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2021 se construyó esperando que el petróleo Brent promedie US$63 el barril en 2021 y 2022. Y en este documento hay una simulación según la cual el país recibiría $261.000 millones adicionales por cada dólar que el precio del crudo esté por encima de la proyección. En lo corrido del 2022, el Brent promedia US$89, es decir US$28 por encima de la estimación del Gobierno. Lo que según el Marco Fiscal podría traducirse en casi $7 billones de renta petrolera adicional. Y esto es casi la mitad de lo recaudado en la anterior reforma tributaria.
Por su parte, Felipe Bayón, presidente del Grupo Ecopetrol, asegura que “el precio de equilibrio de Ecopetrol es de US$36 por barril. A ese nivel, la empresa genera utilidades y cumple su plan de inversiones”. Pero, a renglón seguido, el ejecutivo agrega que el precio actual (que bordea los US$100) le parece “alto” y, como ya se dijo, trae consecuencias negativas vía inflación. “Ojalá los precios bajaran un poco, pero es algo que hoy nadie puede controlar y está sujeto a las fuerzas del mercado y las tensiones geopolíticas”.