El impacto de la crisis de los contenedores en la industria textil nacional
Los problemas mundiales de logística, además de los de producción nacional, harán de esta una Navidad complicada para fabricantes y vendedores, con tiempos de entrega más largos y existencias más reducidas. Para los consumidores, las prendas podrían subir entre 10 y 35 % de precio. Panorama local de una tormenta global.
Lucety Carreño Rojas
Para que una prenda esté exhibida en un mostrador o colgada en una tienda para que usted se la pueda probar y comprar debe pasar por un largo proceso que va más allá del diseño y la confección.
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Para que una prenda esté exhibida en un mostrador o colgada en una tienda para que usted se la pueda probar y comprar debe pasar por un largo proceso que va más allá del diseño y la confección.
Su fabricación requiere hilos y tela (probablemente importados), botones, cremalleras y etiquetas, por ejemplo. Para confeccionarla se requiere que esos insumos y materias primas lleguen a los puertos, sean descargados, entregados al importador y llevados a un taller o satélite. Desde hace unos meses, esos procesos no se están ejecutando a tiempo por la llamada crisis de los contenedores.
Es importante aclarar que esta no solo está afectando al sector moda y confecciones, sino a todos los que dependen de las importaciones y las exportaciones. “Cuando se cerró la economía china los contenedores se quedaron en Europa, Estados Unidos y América, y no regresaron vacíos, lo que causó un aumento de los fletes, que pasaron de US$2.200 a US$22.000”, explica Javier Díaz, presidente de Analdex.
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Por las medidas de bioseguridad, los barcos también se represaron, tuvieron que hacer largas filas y esperar más tiempo para descargarlos. “Una operación de un barco, que se gastaba de Asia a América 40 días, hoy está entre 75 a 80. Eso dañó todas las frecuencias. Ya los barcos no llegan como estaba previsto”, agrega Díaz.
Al represamiento de mercancía se suma la escasez de conductores de camiones para distribuir los contenedores, los productos que llegan con cuatro semanas de retraso, justo cuando escasea otro producto necesario para la cadena.
¿Qué viene ocurriendo en la industria textil nacional?
Carlos Eduardo Botero, presidente de Inexmoda, menciona que se observan esta crisis silenciosa desde el primer trimestre del año. Reitera que es un tema con afectaciones globales y locales, y que ahora, por ser temporada navideña, son más evidentes para el consumidor.
Habla también de que la moda y las confecciones están presentando un buen comportamiento en el consumo, con un crecimiento importante con relación a 2020 y que se espera que termine 2021 con un 5 o 6 % de aumento respecto a las cifras de 2019. “Evidenciamos un comportamiento positivo en consumo y alertamos que la gran restricción podría ser el desabastecimiento de materias primas”, dice Botero.
Para Camilo Rodríguez, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines (CCCyA), la crisis demuestra que Colombia se está “desindustrializando” y tiene una “fuerte dependencia de los gigantes asiáticos”. La industria textil nacional importa porque en el país se dejó de producir hilo y se redujeron las hectáreas de algodón.
Además, en China la cosecha de algodón “estuvo muy mala y su precio se disparó, lo que afectó a la industria textil y de confecciones porque se doblaron los precios”, explica Díaz.
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Mario Valencia, economista y columnista de este diario, explica que “la producción de confecciones sigue siendo muy importante en Colombia y debe crecer. Fue uno de los sectores más afectados en el empleo por la pandemia, perdió 157.000 puestos de trabajo, más que cualquier otra actividad manufacturera”.
Valencia asegura que hay principalmente dos obstáculos que enfrenta la industria nacional. El primero, que ha perdido encadenamientos con sus insumos. “En la década de 1990 Colombia producía 400.000 hectáreas de algodón y hoy son apenas 12.000 ha. Si toca importar los insumos, es muy difícil competir con buenos precios, porque China e India tienen su propia producción de algodón”.
El segundo obstáculo, según Valencia, es el bajo apoyo que recibe el sector por parte de la institucionalidad. “No hay líneas de crédito condonables, los costos de energía son altos, falta mano de obra capacitada y los impuestos nominales empresariales son muy altos, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, que son la generalidad del sector. En Bangladesh los productores reciben todo el apoyo de su gobierno y aquí el Gobierno pareciera que lo hubieran elegido para cuidar los empleos en Asia, no en Colombia”.
Se trata entonces de la suma de muchos factores: la inflación, el desabastecimiento, el medioambiente, el dólar alto, entre otros, que dejan como resultado la tormenta perfecta que le cae con fuerza al consumidor final. Los gremios, como Fenalco y la CCCyA, y entidades como la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (Unctad) hablan de subidas de entre 10 y 35 % para la ropa.
¿Qué dicen las marcas?
Empresas de moda nacionales, como The Bosa York Dreams, Eloísa y A modo mío, cuentan que han tenido que aplazar lanzamientos, sacarlos en “pre-order” y avisarles a sus clientes la situación para que entiendan la escasez de materia prima y la subida de precios a la que se están enfrentando.
En octubre de 2021, Adobe Analytics señaló que el mensaje de “agotado” había aparecido más de 2.000 millones de veces en los productos online, un aumento del 250 % en comparación con enero de 2020.
“La crisis de contenedores ha afectado la disponibilidad de textiles que usamos en nuestras colecciones. Desde este año, entramos en calendario de moda entonces estamos diseñando colecciones seis meses antes. Cuando se hacen las muestras de esas colecciones se dejan apartadas las telas para comprar en el momento de fabricarla. Lo que nos pasó con la colección que sacamos recientemente fue que las telas que se tenían separadas no llegaron y las que había fueron insuficientes”, explica Karen Garzón, encargada de mercadeo y comunicaciones de A modo mío.
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También afirma que cuentan con insumos, como cremalleras y botones que son de China y que siempre piden en grandes cantidades, pero que les preocupa que ese país vuelve a cerrar sus puertas y sus reservas en Colombia se acaben.
José Luis Villamil, representante y gerente de Kott Risk, una marca de moda mayorista que lleva 14 años en el mercado, da fe de las cifras que mencionan que las afectaciones por el retraso y la demora de los contenedores se están viendo reflejadas en el consumidor. “El afectado es el comprador final que sí recibe los mismos ingresos, pero tiene mayores egresos. Estamos viendo una inflación alta. En temporada navideña nos ha tocado buscar cómo suplir la existencia de mercancías, porque los insumos no se están consiguiendo y uno les debe subir a las prendas. Como empresa hemos buscado apoyo en la mano de obra colombiana, promoviendo la compra nacional y dando a conocer la calidad de nuestros procesos textiles. Nos apoyamos mutuamente en la compra de materiales y en confección entre los proveedores, textileros y confeccionistas, para alivianar la crisis en comercialización y fabricación”.
Por su parte, Carlos Martínez, dueño de Cannabis, una marca que fabrica jeans levantacolas y prendas con fibra de cáñamo, cuenta que la tela para hacer el jean en licra y las camisetas la trae de Asia y que se requiere que lleguen con un mes y medio de anterioridad para poder “diseñar, cortar, hacer muestra, enviar al satélite, a la lavandería y hacerle los acabados. Hace poco nos llegó un contenedor, pero ya no tenemos tiempo. Eso nos causó retrasos en los locales e incumplimientos en pedidos”.
Martínez menciona que el metro de tela que costaba $10.000 ahora vale $15.000, entonces si el pantalón salía al mercado en $40.000, ahora cuesta $47.000. “La mano de obra no se ajustó, pero lo que importamos sí subió mucho”. El empresario, quien empezó hace 33 años vendiendo en las calles de San Victorino, creó su marca hace 25 años, tiene una tienda física en el Gran San y un taller que emplea a 25 personas, dice que espera que el Gobierno permita el uso industrial del cáñamo para no tener que importar y apoyar la industria local.
“Tenemos unos tiempos para pedir la tela, el error este año fue no tener una logística preparada. Si antes vendíamos 30.000 prendas este fin de año venderemos 20.000”, agrega.
La “logística preparada” de la que habla Martínez sí la tuvieron en cuenta algunas empresas que se abastecieron y ajustaron sus cadenas de valor. Sin embargo, aunque sean previsivas es claro que no se tendrá el mismo nivel de abastecimiento que antes de la pandemia.
“Cuando empezó la pandemia el punto de inflexión que vivimos fue alarmante, pero hemos sido una empresa organizada, con los tiempos de producción muy claros. La pandemia nos llevó a tomar decisiones más contundentes y a determinar qué debíamos estar preparados, abastecidos e inventariados de producto terminado para un período no menor a 6 meses. Esta decisión nos ha permitido sobrellevar la crisis de contenedores, que tiene en jaque el comercio a nivel mundial, nos prográmamos con tiempo y ya tenemos en nuestra empresa todas las materias primas del primer semestre del 2022”, dice Yulimeth clavijo, gerente de la compañía ER White, que cuenta con 400 trabajadores y exporta a México, Chile y Estados Unidos.
¿Cuáles serían las soluciones?
Javier Díaz, de Analdex, menciona que la solución es de tiempo. Inexmoda cree que la crisis permanecerá, por lo menos, hasta el segundo semestre de 2022.
“Necesitamos que se amplíen los puertos y que haya conductores. La solución requiere tiempo. Entretanto, imposible que los mayores costos no afecten a los consumidores, porque ese valor no lo asumirá ni el exportador ni el importador, eso lo trasladan al consumidor incrementando los precios de los productos, y es lo que estamos viendo”, dice Díaz.
Camilo Herrera, de la firma de consumo Raddar, concuerda con Díaz, y explica que “afortunadamente hay industrias muy fuertes en la producción de telas, pero en cierto nivel de accesorios, de remaches y de cremalleras, dependemos mucho de las importaciones. Entonces, para que las cosas se solucionen en el corto plazo, necesitamos tener paciencia. En el largo plazo, la industria de la moda necesita desarrollar proveedores locales para no tener que seguir dependiendo tanto de los mercados internacionales. No estamos ante un fenómeno de aumento de precios, aunque si bien sí están subiendo los precios de la ropa, estamos ante un fenómeno de escasez de insumos y productos final en plena temporada navideña”.
Sin embargo, no todo en esta crisis es malo para la industria textil. Con una cadena logística enredada, se han generado oportunidades de exportaciones en mercados que dependían de Asia y están buscando lugares más cercanos.
En enero se realizará Colombiatex, en Medellín, una feria que muestra las tendencias en insumos y materias primas. Botero dice que con esta situación “la feria se vuelve muy importante ante la situación de abastecimiento que está viviendo el mundo. Es una oportunidad de juntar esa oferta de materias primas para la moda”.
El Gobierno también cumple un papel importante en esta situación.
Por su parte, los comerciantes, en cabeza de Fenalco, piden una rebaja generalizada de aranceles. Además, prevén una escasez de productos y materias primas durante 2022, “como consecuencia de la crisis en el transporte de contenedores, que en el caso particular de Colombia se agravó por el efecto que tuvieron las protestas, sobre todo en el Puerto de Buenaventura, situación que afectó a todos los sectores de la economía”.
Los empresarios consultados piden apoyo tecnológico ante una oportunidad grande por el dólar y la crisis que dificulta traer materiales. “Nos podemos volver una China pequeña para que nosotros le fabriquemos la ropa a Latinoamérica”, asegura Martínez.
La Cámara Colombiana de Confecciones y Afines, CCCyA, pide disminuir el arancel de los hilos, en el que más de 65 subpartidas se encuentran en el 10 % del arancel igual al de la tela. “Si los gobiernos hubiesen optado por la defensa de la industria hoy el mercado estaría suficientemente atendido y el consumidor no tendría que estar pagando las consecuencias de esas malas decisiones. Justo cuando el país empieza a recuperarse de una pandemia que afectó gravemente la economía, los gobiernos han desconocido el porcentaje del valor agregado al interior del sector textil, en el que el eslabón de la hilatura solo representa el 2 %, la tejeduría, los servicios de estampación y tintorerías el 22 % y la confección el 70 %”, afirma Rodríguez.
“Se necesitan políticas estructurales de estímulo a la producción, no una protección temporal que no corresponde a una agenda nacional”, agrega Valencia.
Tendencias en el consumidor
Christian Acquista, experto en tendencias de WGSN, asegura que las próximas semanas serán críticas, pues “los retailers tendrán que enfrentarse a un inventario limitado y a las expectativas de los consumidores que esperan descuentos y novedades emocionantes. Pese a que esta temporada los compradores se inclinan por aumentar sus gastos, es posible que no haya suficientes productos disponibles”.
El experto explica que las marcas deberán desarrollar una estrategia sobre el inventario y explicarles a los consumidores sobre la disponibilidad de los productos, insistir en que compren con anticipación y enviar tarjetas de regalo, como alternativa a los artículos agotados.
La comunicación, según Acquista, será clave para enfrentar este panorama complicado. Los consumidores darán prioridad a los retailers que puedan ser claros y precisos sobre el tiempo estimado de entrega. “Deben comunicar claramente plazos de entrega realistas y actuar con decisión, por ejemplo, poniendo en pausa las entregas en 24 horas, para gestionar las expectativas y evitar la decepción del consumidor”, puntualiza.