Entre la navaja fiscal y la luz del crecimiento: el filo por el que va la economía
Con el cambio en la dirección del Ministerio de Hacienda, y en medio de problemas con el Presupuesto para 2025, es válido preguntarse cómo la situación fiscal del país podría influir en el panorama económico del próximo año que, según las proyecciones, se antoja mejor que el de 2024.
Santiago La Rotta
La turbulencia en el Ministerio de Hacienda llega en un momento delicado para el país: ad portas del cambio de año, con un futuro incierto en términos del Presupuesto de 2025, pero, a la vez, con proyecciones de crecimiento y recuperación económica más optimistas de cara al próximo año.
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La turbulencia en el Ministerio de Hacienda llega en un momento delicado para el país: ad portas del cambio de año, con un futuro incierto en términos del Presupuesto de 2025, pero, a la vez, con proyecciones de crecimiento y recuperación económica más optimistas de cara al próximo año.
Después de la renuncia de Ricardo Bonilla, Petro designó a Diego Guevara para liderar la cartera de Hacienda (el funcionario se desempeñaba como viceministro general de esta cartera).
Aquí el escenario funciona un poco en dos velocidades, si se quiere: hay una serie de obstáculos fiscales (si por obstáculos pensamos en vigas de concreto envueltas en alambre de púas) y a la vez hay una oportunidad para expandir las cifras en crecimiento económico, con los consecuentes beneficios macro que esto traería (al menos a juzgar desde las proyecciones que manejan centros de análisis y el propio Ministerio).
El punto es ver qué tanto estos dos asuntos colisionan y, de fondo, analizar si la situación fiscal puede aguar la fiesta de las proyecciones económicas.
Las perspectivas de 2025 para la economía colombiana
Para este punto, se estima que el PIB de 2025 rondaría el 2,5 %. Las proyecciones difieren con unos puntos más o menos, pero el nivel promedio orbita esa cifra, que contrasta de buena forma con el nivel por el que andan las perspectivas de los números de 2024: más hacia 2 % o incluso un poco por abajo.
Las cifras de 2025 quizá no den para pensar en fuegos pirotécnicos y días cívicos, pero sí hablan de una recuperación económica que está en marcha, con bemoles y matices, pero recuperación en todo caso.
“A nivel sectorial, la agricultura, los servicios y el entretenimiento se han consolidado como motores de la economía, mientras que el comercio, las obras civiles y los servicios financieros exhiben señales de una reactivación. Para 2025, se espera que estas tendencias continúen impulsando los motores tradicionales de la economía, lo que podría resultar en un crecimiento del 2,6 %”, se lee en el más reciente informe de perspectivas de la unidad de Investigaciones Económicas de Corficolombiana.
Según BBVA Research, que actualizó sus perspectivas este jueves, la inversión fija llegaría a 3,9 % en 2025 (de 1,7 % en 2024). Mauricio Hernández, economista de esta unidad de análisis, dijo que “este crecimiento será liderado por la recuperación en la construcción de edificaciones hacia mediados de 2025, apoyada por menores tasas hipotecarias, la activación de preventas, un aumento en la demanda de vivienda y la baja vacancia en destinos no residenciales”.
Estos análisis hablan de una suerte de luz al final del túnel. Hay que aclarar, la economía no se encuentra en un lugar deplorable, pero por cuenta de coletazos de la pandemia y otros factores, 2023 fue un año con un desempeño mediocre. El escenario ha mejorado este año, pero no tanto como se quisiera o incluso como se necesitaría. De ahí el optimismo, levemente generalizado que se tiene de cara a 2025.
Sin embargo, esta luz proyecta también algunas sombras y en los rincones oscuros de las perspectivas se encuentran asuntos claves. “Sectores estratégicos como la industria y la construcción, especialmente de vivienda, siguen estancados. Estos sectores representan cerca del 90 % de los bienes y servicios asociados a la inversión fija, lo que subraya la gravedad del problema. Factores como el alto costo del financiamiento, la elevada carga tributaria y la persistente incertidumbre seguirán afectando este panorama”, se lee en el análisis de Corficolombiana.
Incertidumbre es, quizá, una de las palabras más repetidas para describir el panorama económico de los últimos años. En justicia, todo ejercicio de proyección tiene una alta dosis de esta materia: al final se trata de proveer algo de certeza frente a lo desconocido. Pero esta materia intangible ha dominado de cierta forma la conversación económica, más aún en tiempos en los que la chequera del Estado pasa por una guillotina de papelería cada tantos meses.
Y es por este lado que entran al escenario las presiones fiscales y su interacción con el crecimiento económico.
La presiones fiscales
En este momento, hablar de la ley de financiamiento es referirse a una suerte de muerto en vida: el proyecto de ley se encuentra radicado en el Congreso, se han adelantado reuniones con ponentes, se han propuesto y aceptado cambios para construir una ponencia negativa, pero, a la vez, nadie parece estar de acuerdo en discutir y aprobar la iniciativa.
Claro, esto era en tiempos en los que Ricardo Bonilla seguía siendo ministro de Hacienda. El panorama puede cambiar algo, pero esa posibilidad es más una conjetura que una opción viable, según algunos.
Sin ley de financiamiento a bordo, el Presupuesto General de 2025 deberá ser decretado (ya que no fue aprobado por el Congreso) con un faltante de al menos $12 billones. Los cálculos de algunos centros de análisis hablan de una desfinanciación aún mayor frente a las ambiciones del Gobierno.
Entonces, el título corto de este asunto podría ser, parafraseando una canción famosa: “Hola, recorte presupuestal, mi viejo amigo”.
“Hay dos fuerzas que hay que considerar: una es si el Gobierno opta por hacer recortes lo suficientemente grandes para cumplir la regla fiscal y esto le podría quitar fuelle al gasto estatal y de pronto al crecimiento de la economía”, argumenta Marc Hofstetter, profesor de la U. de los Andes y columnista de este diario.
Y añade: “Por el otro lado, también se podría dar una señal pronta del ministro en esta dirección y así se le puede quitar preocupaciones al mercado sobre si vamos, o no, a honrar los compromisos fiscales que establece la regla. Aunque suene paradójico, recortar puede ser benéfico para el desempeño económico si hay una lectura desde el sector privado de que las cuentas fiscales no serán una preocupación porque el Gobierno está haciendo lo que tiene que hacer”.
Este escenario podría asemejarse al de una curita sobre una herida: se retira de a poquitos o, siendo doloroso, de una sola vez y se acaba el asunto. Siguiendo esta metáfora Hofstetter acota: “De entrada, es bueno saber que hay que quitarse la curita”.
Ahora bien, de acuerdo con cálculos de Corficolombiana, el Presupuesto de 2025 debería ser recortado (o sea, el tamaño de la curita) en unos $30 billones si la ley de financiamiento encuentra algún norte en el Congreso. Si no, la tijera llegaría a unos $40 billones. Esto con el fin de no volarse los topes de la regla fiscal.
Rápidamente, la regla fiscal pretende limitar el gasto público del Gobierno, en procura de reducir el endeudamiento y garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas a mediano y largo plazo. De ahí su importancia en esta discusión y su peso en las decisiones de inversionistas y calificadoras de riesgo alrededor de la economía colombiana.
Según César Pabón, director ejecutivo de la unidad de análisis de Corficolombiana, hay dos mecanismos a través de los cuales el panorama fiscal puede pegarle al de la economía en general. El primero es el tema de confianza (muy relacionado con el asunto de la incertidumbre que se mencionaba antes). “Aunque ha venido recuperándose, dependiendo de cómo se den las cosas, podría mantenerse estancada y eso hace que la inversión siga rezagada: aunque hemos visto algunas señales de recuperación en este último punto, aún son débiles”.
El segundo viene por el lado de la política monetaria. En la última decisión de tasas de interés, el Banco de la República mencionó el panorama fiscal como una de las preocupaciones en el horizonte. En otras palabras, lo que pase en este escenario podría bajarle velocidad al recorte de tasas del banco central.
Para Mauricio Salazar, director del Observatorio Fiscal de la U. Javeriana, el asunto de la incertidumbre es clave, pues influiría en las tasas de interés que le cobran al país todo tipo de acreedores. En otras palabras: más recursos para honrar deuda, menos para inversión nacional.
Y este punto es clave, pues los analistas consultados coinciden en afirmar que, si bien en 2024 se hicieron dos recortes que lograrían mantener las finanzas dentro de los límites de la regla fiscal, para 2025 las oportunidades de reducción del Presupuesto son menores: hay menos espacios para ahorrar recursos y meterle tijera al gasto público.
Salazar finaliza advirtiendo: “El otro año, supuestamente, estaríamos creciendo con el promedio de economías pares de Latinoamérica. Pero si la situación fiscal se agrava, si seguimos haciendo presupuestos desordenados, eso nos va a llevar a que el crecimiento esté por debajo de la región”.
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