Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Desde hace cinco meses, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha estado tratando de vender un bono respaldado por bitcoines a inversionistas internacionales. Esta, insiste, es una mejor opción que recurrir a prestamistas multilaterales en Washington para una financiación más convencional.
También te puede interesar: Las otras realidades del desempleo: migrantes, LGBTI, indígenas y campesinos
Pero no está funcionando. Bukele, un devoto creyente de las criptomonedas, aún no ha recibido ni un solo centavo de los US$1.000 millones que busca, lo que –junto con las estancadas conversaciones con el Fondo Monetario Internacional– está aumentando la preocupación entre los acreedores de que el país no logrará pagar un bono de US$800 millones a principios del próximo año.
Los precios de la deuda del país colapsaron en abril, cayendo un 15,1%, un desplome solo superado por bonos de Ucrania, un país devastado por la guerra. Los bonos de referencia de El Salvador con vencimiento en 2032 ahora tienen un rendimiento de 24%, un nivel que sugiere que los inversionistas se están preparando para un default.
Desde que abandonaron las conversaciones con el FMI y adoptaron el bitcóin como moneda de curso legal el año pasado, los inversionistas han evitado los bonos de El Salvador, preocupados no solo por la capacidad de mantenerse al día con su deuda, sino también por la voluntad de seguir pagando bajo el mandato del excéntrico presidente de 40 años, que ha mostrado tendencias autoritarias. Y ahora, a medida que se acerca el vencimiento de la deuda de enero, el precio de 78 centavos de los bonos muestra que muchos tenedores de bonos están perdiendo la convicción.
“Si Bukele ha renunciado a la posibilidad de financiamiento en el mercado de bonos, ¿por qué continuar con el servicio de la deuda?”, dijo Jared Lou, gestor de cartera de William Blair Investment Mgmt LLC en Nueva York. “Si es reelegido en 2024, Bukele tendría pocos incentivos para pagar la deuda en bonos u ofrecer un alto valor de recuperación sobre la deuda existente. Estos problemas dificultan que El Salvador encuentre un piso”.
Si bien los planes para recaudar US$1.000 millones con un bono respaldado por bitcoines no eran convencionales, en el mejor de los casos, algunos inversionistas tenían la esperanza de que al menos pudiera aportar algo de efectivo a las arcas del Gobierno. En este momento no está claro si la transacción se llevará a cabo.
Ni la oficina de la presidencia ni el Ministerio de Hacienda respondieron a las solicitudes de comentarios sobre la caída en los precios de los bonos. En comentarios recientes, el ministro de Hacienda y el presidente del banco central han dicho que hay “cero riesgo” de que el país caiga en default.
El Salvador había planeado emitir los llamados “bonos volcán” a más tardar en marzo utilizando tecnología de blockchain y usar la mitad de los ingresos para comprar bitcoines. Sin embargo, la venta se debilitó y el Gobierno ni siquiera ha presentado aún al Congreso un proyecto de ley de valores digitales que se requiere para su emisión.
Si bien los ingresos no se utilizarían, necesariamente, para pagar los bonos que vencen en enero, si tienen éxito, posteriores transacciones podrían ser una fuente de financiamiento en el futuro.
Era parte de un plan más amplio para atraer a entusiastas de las criptomonedas y nómadas digitales para que vivieran en una comunidad que se denominaría “Bitcóin City” y que funcionaría con plantas geotérmicas instaladas en un volcán cercano.
El FMI, a menudo una entidad financiera de último recurso, ha instado al Gobierno a dar marcha atrás en su adopción de la criptomoneda, diciendo que presenta importantes riesgos para la estabilidad financiera. Las conversaciones con el país para una línea de crédito extendida se han estancado y la entidad multilateral dijo que debe evaluar los riesgos del bitcóin antes de acordar un préstamo.
En febrero, Fitch rebajó la calificación de El Salvador a CCC citando una mayor dependencia de la deuda a corto plazo, fuentes de financiamiento limitadas y una carga de deuda pública en aumento que se espera alcance el 87% del producto interno bruto en 2022.
El rendimiento adicional que los inversionistas exigen para tener bonos de la nación sobre los bonos del Tesoro de EE.UU. se disparó a 22 puntos porcentuales este mes, muy por encima del umbral de 10 puntos porcentuales para que la deuda se considere en distress. Su bono a 2050 ahora cotiza a 37 centavos frente a los 96 centavos de hace un año. Hay alrededor de US$3.300 millones en reservas en el banco central.
“El Salvador necesita una reforma fiscal y probablemente un programa del FMI que pueda proporcionar fondos nuevos y eliminar parte de la carga de deuda a corto plazo, pero en este momento lograr un acuerdo parece una batalla cuesta arriba”, sostuvo William Snead, estratega de BBVA en Nueva York, que espera que el Gobierno pague el bono en enero.
Otros cuestionamientos
Recientemente se le concedieron a Bukele facultades de emergencia para tomar drásticas medidas contra pandillas después de una serie de asesinato. El presidente tuiteó fotos de hombres tatuados que, según él, eran pandilleros detenidos. Más de 16.000 personas han sido arrestadas como parte de la operación que ha causado alarma entre los grupos de derechos humanos por la falta de debido proceso. Las relaciones diplomáticas con EE.UU. también se han deteriorado.
Y como muchas naciones pobres en desarrollo, El Salvador se está viendo afectado por un aumento en los costos de importación de alimentos y energía en momentos en que la Reserva Federal de EE.UU. comienza a elevar las tasas.
La velocidad del deterioro ha sorprendido a muchos inversionistas y estrategas, como Nathalie Marshik, directora general de renta fija de Stifel Nicolaus & Co., que en febrero realizó un viaje de inversionistas al país.
“Si me dijera después de regresar del viaje que los bonos bajarían 15 puntos, no lo creería”, dijo. “Es una combinación de factores”.