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Aumenta el nerviosismo entre los economistas colombianos a medida que se acerca el día en que el presidente Gustavo Petro, que ha atacado repetidamente al banco central, nombre a la mayoría de su junta directiva.
Sus temores se han visto acrecentados por la reciente agitación en los mercados brasileños, donde los ataques del presidente Luiz Inácio Lula da Silva a la autonomía del banco central han provocado ventas en los bonos y la moneda de su país.
Petro tiene que cambiar a dos miembros del comité de política monetaria del banco a más tardar en febrero. Incluyendo a un codirector que ya nombró, más el ministro de Hacienda, Petro habrá nombrado a cuatro de los siete encargados de fijar las tasas de interés y la política monetaria.
La decisión dividida del banco central de Brasil de desacelerar el ritmo de los recortes de tasas en mayo puso de relieve esos riesgos. Si bien la mayoría de la junta votó a favor de un recorte de un cuarto de punto, lo que asustó a los inversionistas fue que los cuatro responsables de la política monetaria designados por Lula respaldaron una reducción mayor. Y, este año, Lula nombrará a otros dos directores, además del presidente del banco.
“Ciertamente es una lección y cuando vemos mucha presión de los Gobiernos sobre los bancos centrales, es muy contraproducente”, dijo en conversación telefónica Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs. “Lo que pasó en Brasil fue que el ruido generó presión sobre el real, lo que llevó a un mayor deterioro de las expectativas de inflación”, haciendo más difícil para el banco central hacer lo que Lula quiere y bajar las tasas.
Durante la campaña electoral de 2022, y luego como presidente, Petro criticó la estricta política monetaria del banco central de Colombia, que, según él, está frenando la inversión. También provocó una venta masiva del peso cuando sugirió un impuesto a las salidas de capital.
Sin embargo, hasta ahora no ha tomado ninguna medida para socavar la independencia de la institución, que los inversionistas consideran una de las principales fortalezas de la economía andina.
Impulso a la producción
En una entrevista de 2022, dijo que nombraría economistas con “experiencia en producción”, que podrían orientar la política monetaria hacia el crecimiento de la producción y el empleo, así como hacia la protección de la estabilidad macroeconómica y la estabilidad de precios.
Camilo Pérez, economista jefe del Banco de Bogotá, es uno de los que se muestran preocupados. Su escenario base es que cuando la junta, con mayoría de Petro, fije las tasas de interés por primera vez en marzo, podría recortar inmediatamente los costos de endeudamiento en un punto porcentual.
“El riesgo es que nombren a personas que solo hagan lo que el Gobierno quiere que hagan”, sostuvo Pérez.
Un gran recorte de las tasas de interés podría afectar negativamente la credibilidad del banco, lo que llevaría a un peso más débil e incertidumbre institucional, afirmó.
Petro quiere reformar el modelo económico del país subiendo los impuestos a los más ricos y eliminando gradualmente los combustibles fósiles. Ha argumentado que las altas tasas de interés no son la herramienta adecuada para hacer frente a la inflación causada por factores relacionados con la oferta.
Desde que el banco empezó a reducir las tasas de interés en diciembre, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y otro miembro de la junta directiva han votado repetidamente a favor de recortes más rápidos. En su reunión de junio, el banco bajó su tasa clave en medio punto porcentual al 11,25%, desafiando al Gobierno, que quería una reducción mayor.
Colombia tiene actualmente la tasa de referencia más alta entre las principales economías de la región que fijan metas de inflación. Andrés Pardo, jefe de estrategia macroeconómica para América Latina de XP Investments, coincide en que es probable que la junta se vuelva más dovish el próximo año.
Por lo tanto, es probable que en el primer semestre de 2025 el banco baje las tasas de interés más rápido de lo que sugieren los modelos económicos, señaló. Sin embargo, la volatilidad del mercado podría actuar como un freno, añadió.
“Me preocupa no solo que Petro nombre a más personas dovish, lo que en sí mismo no sería tan malo, siempre que estén calificadas y sean idóneas, sino que estas personas estén más alineadas con su ideología y no estén preparadas para el cargo”, dijo Pardo.
Juan David Ballén, economista de Casa de Bolsa en Bogotá, dijo que también teme que una junta más alineada políticamente con el Gobierno pueda flexibilizar la política monetaria demasiado rápido, dañando la credibilidad del banco.
Sin control
Algunos antiguos encargados de la política monetaria confían en que la institución salga ilesa del Gobierno de Petro (2022-2026). Los tres presidentes anteriores de Colombia –Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque– nombraron mayorías en la junta, pero el banco hacía caso omiso de sus consejos no solicitados sobre las tasas de interés y la moneda.
Según Mauricio Cárdenas, quien se desempeñó como ministro de Hacienda entre 2012 y 2018, las personas que son nombradas tienden a comportarse de manera muy responsable. “Esa ha sido la tradición”.
Incluso si Petro designara a dos personas “muy politizadas”, seguirían sin tener el control de la junta, dijo Cárdenas. Eso se debe a que la integrante que ya nombró, Olga Lucía Acosta, no encaja en esa descripción, afirmó.
Aun así, una encuesta realizada por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras de Colombia reveló que la mayoría de los analistas creen que Acosta es probablemente la funcionaria que votó junto con el ministro de Hacienda a favor de recortes más rápidos en las tasas de interés.
A diferencia de Brasil, los votos del banco central colombiano son anónimos. Acosta declinó hacer comentarios.
Otra razón para apostar por la estabilidad es que es muy probable que la junta actual reelija a Leonardo Villar para un segundo mandato de cuatro años como gerente general, señaló Cárdenas.
Dos ex codirectores del banco central, Juan Pablo Zárate y Carlos Gustavo Cano, también dijeron a Bloomberg que no les preocupa una amenaza a la independencia de la institución.
Para Zárate, en su experiencia, no existe una relación de dependencia entre un codirector y el presidente que lo nombró.
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