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Una huelga de sindicatos está cerca de paralizar la producción agrícola en Europa. El movimiento de protesta, que inició en Francia, se extendió luego a Italia, Bélgica, Alemania, Polonia y Rumania, y este martes 30 de enero, las centrales españolas anunciaron que se unirán al paro.
La lista de reclamos es extensa y varía de acuerdo a cada central sindical y cada país. En general, los agricultores solicitan ayudas de emergencia a sectores en crisis, algunos golpeados por la sequía, menor burocracia y una mejor remuneración a productores, pero uno de sus principales señalamientos son la caída de ingresos y pérdida de competitividad por cuenta de las normas de producción de la Unión Europea, especialmente las relacionadas con el uso de pesticidas y las importaciones desde fuera de la Unión Europea.
“La importación de productos agrarios de terceros países a bajo precio presionan a la baja los de la UE”, advirtieron los sindicatos agrarios ASAJA, COAG y UPA, en España, quienes señalaron que la importación crea una “competencia desleal, por lo cual llamaron a protestas en las próximas semanas.
Desde Suecia, el presidente francés, Emmanuel Macron, criticó a quienes “culpan” a la UE de todos los males y advirtió que muchos de los agricultores franceses no tendrían un salario sin las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC) europea. Macron, quien conversará el jueves en Bruselas con la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, abogó además por regular mejor las importaciones de pollo y cereales de Ucrania, país en guerra desde 2022 contra Rusia.
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¿Dónde se concentran las protestas?
En Francia, epicentro de las protestas, se presentan bloqueos desde el 18 de enero. Desde el pasado lunes, los agricultores bloquean con sus tractores las principales autopistas de acceso a París. “No nos moveremos (...) hasta que se tomen medidas de emergencia concretas”, declaró Alice Avisse, miembro del sindicato agrario mayoritario FNSEA. Se calcula que unas 9.000 personas participaron en alrededor de 170 protestas registradas en la tarde de este martes en Francia.
Para intentar calmar los ánimos, el primer ministro, Gabriel Attal, reclamó una indefinida “excepción agrícola francesa” ante la Asamblea en su primer discurso de política general. Attal, que ya prometió suprimir el alza del diésel de uso agrícola, anunció nuevas medidas como el pago para “el 15 de marzo” de las subvenciones de la PAC, un refuerzo de las ayudas fiscales para los ganaderos y un plan para controlar la trazabilidad de los productos. Pero sus medidas siguen sin convencer a los agricultores.
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El sector agropecuario francés ha retrocedido fuertemente desde el 18,1 % del PIB en 1949, en plena reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, al 2,1 % en 2022, según datos oficiales. La segunda economía de la UE ha perdido, además, en 50 años tres cuartas partes de sus agricultores y ganaderos y recurre cada vez más a las importaciones: un pollo de cada dos viene del extranjero, así como el 60 % de frutas.
Por otro lado, los agricultores de Bélgica bloquearon este martes las vías de acceso al puerto de Zeebrugge, uno de los más importantes del país, y llevaron 420 tractores a las calles de Namur, en una nueva jornada de protestas contra la disminución de los ingresos, las regulaciones medioambientales o los acuerdos de libre comercio. Se espera que el primer ministro belga, Alexander De Croo, tenga un encuentro con los manifestantes.
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