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Un indicador de la actividad fabril de Estados Unidos avanzó por segundo mes en diciembre, a medida que los pedidos y la producción aumentaron, lo que sugiere que los nubarrones sobre el sector manufacturero podrían estar comenzando a disiparse.
El barómetro del Instituto de Gestión de Suministros (ISM, por sus siglas en inglés) subió casi un punto hasta 49,3, el nivel más alto desde marzo, según los datos publicados este viernes. Aunque todavía se ubica por debajo de 50 e indica que la actividad sigue disminuyendo, fue más firme que todas las estimaciones a excepción de una, de una encuesta de economistas de Bloomberg.
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La medición del conjunto de nuevos pedidos aumentó más de dos puntos a 52,5, la lectura más sólida desde principios del año pasado que iguala a la más alta desde mayo de 2022. El repunte de la demanda ayudó a generar el primer mes de expansión de la producción desde mayo, según el indicador de producción.
Al mismo tiempo, la encuesta reveló que más productores redujeron sus niveles de personal a un ritmo más rápido. El índice de empleo cayó casi tres puntos, el mayor descenso desde julio, hasta 45,3 en diciembre. El resto de las cinco medidas que componen el indicador general de gerentes de compras mejoraron.
“La demanda mejoró, la ejecución de la producción cumplió con el desempeño de noviembre (y los planes de las empresas), la reducción de personal continuó (pero debería terminar pronto) y el crecimiento de los precios fue marginal”, dijo en un comunicado Timothy Fiore, presidente del Comité de Encuesta de Negocios Manufactureros del ISM.
Siete industrias registraron contracción en diciembre, encabezadas por los textiles, los metales manufacturados y la imprenta. En tanto, otros siete sectores experimentaron expansión, entre ellos los metales primarios, los equipos y electrodomésticos eléctricos.
Si bien la encuesta en general indica un menor pesimismo entre los gerentes de fábrica tras la victoria electoral de Donald Trump, el camino a seguir puede resultar accidentado. Los posibles aranceles, la debilidad de las economías extranjeras y un dólar más fuerte corren el riesgo de frenar el entusiasmo por un entorno regulatorio más favorable y una política fiscal pro empresarial.
Los productores también se enfrentan a costos elevados. El índice de precios del ISM aumentó 2,2 puntos hasta 52,5.
Mientras tanto, los niveles de inventario de los fabricantes y sus clientes siguieron contrayéndose. El indicador ISM de las existencias de los clientes se redujo al ritmo más rápido desde julio, lo que sugiere que hay margen para que los pedidos se mantengan firmes en los próximos meses.
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