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El martes, en la última decisión de 2023, la junta directiva del Banco de la República decidió bajar las tasas de interés por primera vez desde que arrancó su ajuste de política monetaria en septiembre de 2021. Con esta determinación, los tipos de interés del banco central colombiano quedaron en 13 %.
Cinco directores votaron a favor de bajar las tasas y dos lo hicieron a favor de mantenerlas. Este viernes, el Banco de la República publicó las minutas de la reunión, un documento que contiene mayor información sobre lo que piensa la junta directiva y lo que le preocupa a sus miembros, en especial a los que votaron por no bajar las tasas todavía.
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En la reunión, los miembros de la junta resaltaron que el aumento de tasas ha servido para disminuir los desequilibrios macroeconómicos y que la moderación de la demanda ha ayudado a crear condiciones “para una inflación decreciente y una posición externa más sostenible”. Para que la economía siga por esa senda, la política monetaria seguirá enfocada en llevar la inflación a la meta (3 %).
Pese a las mejoras, los directores advirtieron que siguen existiendo riesgos, el más inmediato es la incertidumbre sobre el incremento del salario mínimo para 2024, en una economía “tan altamente indexada como la colombiana”. Otros de los riesgos son el fenómeno de El Niño y lo que puede implicar para los precios de los alimentos y la energía, el incremento en el precio del ACPM y los impuestos a los alimentos ultraprocesados.
Los directores que votaron por la reducción de 25 puntos básicos reconocieron los riesgos que persisten y que “exigen ser especialmente cautos en futuras decisiones”, además advirtieron que la decisión no se puede entender como el inicio de un ciclo continuo de recortes, sino que cada decisión se analizará según la información disponible.
Quienes votaron por bajar las tasas consideraron varios factores, entre ellos que la inflación en noviembre se ubicó en 10,15 %, completando ocho meses de descensos consecutivos; la baja en la inflación básica (sin alimentos ni regulados, que pasó de 10,51 % anual en junio a 8,86 % en noviembre); la baja en la inflación anual de alimentos, especialmente de alimentos perecederos, y el comportamiento del índice de precios al productor.
El Banco también tomó en cuenta que la actividad económica sigue desacelerándose: según el Índice de Seguimiento de la Economía (ISE) la variación anual a octubre fue de -0,4 %, con mayores caídas en las actividades secundarias, que comprende industrias manufactureras y construcción. En las actividades terciarias, los principales retrocesos frente al mes anterior se reportaron en comercio, transporte y alojamiento, y en administración pública, salud y educación.
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De ahí que el equipo técnico revisó a la baja su pronóstico de crecimiento para este año, del 1,2 % al 1 %, volviendo a las proyecciones de agosto.
La junta afirmó que la contracción de la actividad económica ya muestra efectos en el desempeño del mercado laboral, según los datos desestacionalizados, que mostraron un incremento en la tasa de desempleo desde un mínimo de 9,3 % en agosto a 9,9 % octubre.
Paralelamente, el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos ha mostrado un ajuste mayor al previsto, “lo cual modera la vulnerabilidad macroeconómica del país y contribuye a hacer más viable una reducción de la tasa de interés”.
Los directores también resaltaron que las condiciones financieras externas han mejorado recientemente y esto se suma al menor desbalance externo, lo que ha contribuido a reducir la prima de riesgo para el país y a revaluar la tasa de cambio. Las proyecciones sugieren, por ejemplo, que la tasa de interés de política del Banco de la Reserva Federal tendría una senda más baja que la anteriormente prevista.
Mientras que los miembros de la junta que votaron por mantener inalterada la tasa de interés argumentaron, básicamente, la “existencia de factores de incertidumbre que sugieren cautela”. Una de sus principales preocupaciones tiene que ver con la evolución de las expectativas de inflación, ya que la encuesta mensual del Banco de la República a los analistas económicos muestra que los pronósticos para fin de 2024 aumentaron de 5,2 % a 5,7 % entre noviembre y diciembre.
El incremento del mínimo es protagonista por “la incertidumbre que significa tener que adoptar una decisión tan importante, sujeta a la sorpresa que podría producir un incremento exagerado del salario mínimo”.
En general, la junta directiva pidió cautela en el incremento del salario mínimo para evitar que este supere significativamente la inflación, teniendo en cuenta las ganancias en poder adquisitivo en 2023 y que se esperan en 2024 como resultado de la caída prevista de la inflación.
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Además, los directores que votaron por mantener las tasas sostienen que si bien la inflación ha venido disminuyendo, su ritmo de reducción ha sido muy lento, “lo cual revela una merma en la credibilidad en la política monetaria, que podría verse comprometida con una reducción prematura de la tasa de interés”. Otra de las preocupaciones es el plan fiscal para los próximos años y el compromiso del Gobierno con la actual regla fiscal.
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