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De acuerdo con la más reciente medición del DANE, 26,1 % de los hogares en Colombia están en condición de inseguridad alimentaria, una disminución de 2 puntos porcentuales frente a los resultados de 2022 (28,1 %).
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la inseguridad alimentaria es una condición que presentan personas y hogares cuando se carece de acceso regular a alimentos de calidad que permitan el desarrollo normal de una vida activa y saludable. Esta usualmente se presenta por dos razones: porque los alimentos no están disponibles, o porque el individuo no cuenta con los recursos para obtenerlos (pobreza monetaria).
Los datos del DANE hacen parte del segundo año en que se realiza la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES), en pro de seguirle la pista a los avances relacionados con el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): el Hambre Cero a 2030.
La medición hecha por el DANE es, según Piedad Urdinola, directora de la entidad, la más robusta en Colombia y en Latinoamérica.
“Lamentablemente y paradójicamente, Colombia, siendo uno de los países en el mundo con mayor potencial de producción agroalimentaria también es uno de los que tiene un nivel de inseguridad alimentaria muy alto”, dijo la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica.
En pocas palabras, los datos presentados por el DANE implican que, en 2023, por falta de dinero u otros recursos, 26 de cada 100 hogares disminuyeron la cantidad, calidad o variedad de los alimentos consumidos en al menos una vez durante los últimos 12 meses.
Como se ve en el gráfico anterior, la prevalencia de inseguridad alimentaria es mayor en la ruralidad, lo que representa toda una paradoja debido a que es en esta zona en donde se centra la producción de alimentos.
Sobre esto, la ministra Mojica explicó que “hay inseguridad alimentaria en la ruralidad por dos razones: porque no se tiene acceso a alimentos y no se tiene capacidad adquisitiva. Los productores tienen la producción de alimentos, pero no tienen capacidad adquisitiva para su compra. Hay carencia de mercados locales y de circuitos de comercialización para que la gente tenga un acceso más cercano. Los alimentos de Colombia viajan más que las personas. A centrales de abastos, como Corabastos en Bogotá, entra y sale comida. Camiones que vienen de zonas rurales van hasta Corabastos a llevar el mercado y se devuelven con otro mercado. Eso genera unos sobrecostos en fletes y una huella de carbono muy grande. Hay problemas de transporte y de intermediación en los distintos eslabones de la comida que la encarecen”.
Si se analiza por departamentos, La Guajira es el que presenta una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria, con una tasa del 50,1 % (moderada o grave). Este es seguido por Sucre (44,8 % y Vichada (39,7 %).
Aquí vale la pena mencionar que, en el caso de La Guajira y Sucre, aunque siguen liderando esta clasificación, se registraron mejorías significativas entre los resultados de 2022 y 2023, con reducciones de casi 10 % para el caso del primero y de 3,1 % para el segundo.
La mayor reducción anual se dio en Chocó, que pasó de 43,2 % en 2022 a 18,9 el año pasado, una contracción notable de 24,3 %.
En total, la prevalencia de la inseguridad alimentaria o grave creció en 15 departamentos del país, aunque sólo en 8 de estos las variaciones fueron definidas por el DANE como estadísticamente significativas. El mayor incremento anual se dio en Vichada, que pasó de 30,7 % en 2022 a 39,7 % en 2023. El resto de los aumentos estuvieron entre 3,7 % y 7,2 %.
El panorama en el país se ve de esta forma:
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