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La deuda total de América Latina y El Caribe aumentó a 5,8 billones de dólares, equivalente a 117% del PIB regional, desde menos de 3 billones en 2008, reveló este jueves el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que considera preocupante esta tendencia.
En el estudio “Lidiar con la deuda, menos riesgo para más crecimiento en América Latina y el Caribe”, el BID añade que la deuda pública en particular, pasó de representar el 58% en 2019 al 72% en 2020 “debido a paquetes fiscales relacionados con el covid, menores ingresos y la recesión”.
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“La deuda no es mala per se”, puede servir para crear empleo o construir infraestructuras, por ejemplo, pero “si se usa de una manera imprudente tiene sus problemas, puede representar una carga” para las economías, las empresas y también para las personas, afirmó durante la presentación el presidente del BID, Ilan Goldfajn.
Los altos niveles de deuda impulsan a los inversores a exigir mayores rendimientos, por lo tanto obligan a los gobiernos a destinar recursos a pagar intereses más altos, en lugar de disponer de ese dinero para invertir en infraestructura y servicios públicos. La situación reduce la capacidad de responder a futuros shocks económicos, además de aumentar el riesgo de que se produzca una crisis.
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Por eso los gobiernos deberían apuntar a reducir el porcentaje de deuda pública en relación al Producto Interno Bruto (PIB), de un promedio de 70% a un rango de 46%-55%, nivel que el BID considera “prudente”. Los países “dependientes de los ingresos volátiles de los productos primarios” deberían bajarla aún más, señala el estudio.
“Una deuda sostenible tiene beneficios que claramente superan los costos”, declaró este jueves durante el lanzamiento del informe Eric Parrado, economista jefe del BID, convencido de que la deuda puede convertirse en un motor.
Oscar Valencia, uno de los autores del informe, afirmó que las últimas estadísticas demuestran que “los países están actuando” con una tendencia a bajar la deuda a mediano plazo, pero es insuficiente.
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El informe propone reforzar las instituciones fiscales, para evitar gastar en exceso en los buenos tiempos y crear un colchón para hacer frente a los malos tiempos.
Las reglas fiscales, que ponen límites al gasto público, son útiles, pero los países de la región “cumplieron con solo el 57% de los objetivos” que se trazaron en esta materia.
“La mejor manera de reducir la deuda es a través de un mayor crecimiento combinado con gasto público eficiente e ingresos públicos adecuados”, concluye el informe.
“Un foro regional”
También recomienda reducir la informalidad laboral y gestionar activamente los calendarios de amortización de deuda.
“Más de la mitad de los países de la región enfrentan un servicio de deuda (ndlr: pagos) de más del 2,5% del PIB, y una cuarta parte de ellos de más del 5%, cantidad similar al gasto en educación”, ejemplifica la institución financiera.
América Latina y el Caribe debe aprovechar a los bancos multilaterales de desarrollo y otros prestamistas que proporcionan tasas más bajas y plazos más largos que los mercados privados.
El informe aconseja “crear un foro regional para mejorar la coordinación de los procesos de reestructuración de deuda” y complementar las iniciativas internacionales enfocadas sobre todo en los países de bajos ingresos.
La deuda privada también aumentó antes y durante la pandemia.
Una cuarta parte de los países tienen crédito interno que alcanza al menos el 100% del PIB, pero para otra cuarta parte la cifra es inferior al 50% del PIB.
El acceso al crédito “sigue siendo escaso, especialmente para los hogares, las pequeñas y medianas empresas (pymes) y las empresas dirigidas por mujeres”, indica el BID.
Las estimaciones “apuntan a una brecha de 1,8 billones de dólares entre la demanda y la oferta de fondos disponibles para las pymes”, por ejemplo.
Según el BID, el nivel de endeudamiento de los hogares en la región “sigue siendo relativamente bajo en comparación con los estándares internacionales, ubicándose en un promedio del 22% del PIB, muy por debajo de otras economías emergentes (35%) y de los países desarrollados (77%)”.
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