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Este martes el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) informó que el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia para 2021 fue de 10,6 %, una cifra que está por encima de las proyecciones del Banco de la República (9,9 %), de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (9,5 %) y del Fondo Monetario Internacional (10,2 %). De hecho, también está por encima de la proyección del propio Gobierno.
El Ministerio de Hacienda afirmó que esta cifra consolida a Colombia como uno de los países con mayor crecimiento económico en 2021 y como uno de los líderes en términos de reactivación económica a nivel mundial, ubicándose como el noveno dentro de una muestra de 52 naciones.
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El presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, destacó que todas las medidas de impulso a la reactivación económica tuvieron un resultado positivo que hoy se ve reflejado en el crecimiento. “Es una excelente noticia que sin duda nos permite imaginarnos escenarios optimistas para seguir trabajando”. A la celebración por la cifra se han sumado gremios como Fenalco, que destacó que en el cuarto trimestre la categoría de comercio, transporte, restaurantes y hoteles creció 21,2 %, más del doble que el crecimiento económico total en ese periodo (10,8 %).
Si bien hay que reconocer que la cifra es buena, también vale la pena señalar que el crecimiento parece estar desconectado de otros factores que preocupan a los colombianos.
Diego Guevara, profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, señala que el crecimiento es una gran ilusión que transmite confianza en términos estadísticos, pero que la población no puede ver reflejado en su realidad, ni en términos de los precios de los alimentos, ni en empleo, ni en reducción de pobreza.
Para Roberto Ángulo, economista y experto en pobreza esta es una buena noticia y “no constituye una ilusión”, pero “lo que sí es una ilusión es pensar que ese crecimiento lo están experimentando todos los hogares en igual medida”.
Estos análisis van, a su manera, en la misma línea: el crecimiento es bueno, pero antes de las celebraciones hay que mirarlo en detalle para saber, con exactitud, qué significa para la economía en general y para los colombianos. Y para comenzar a hacer este análisis hay que hablar primero del efecto base.
Efecto base
En primer lugar, Guevara explica que, aunque no se puede desconocer que la cifra es buena y que pocos países tienen crecimientos de dos dígitos, esto sería realmente un logro si no estuviéramos en medio de una pandemia. En sus palabras, primero hay que tener en cuenta que el PIB creció en 10,6 % por el efecto base, es decir, la comparación con 2020, el año en el que el covid-19 causó estragos y cierres totales.
Para Mario Valencia, docente universitario y consultor, la cifra del PIB es un crecimiento que ocurre después de una caída de 7 % en 2020. La caída de la economía colombiana ese año fue más alta que la del conjunto de la Unión Europea, Chile, Uruguay, EE.UU., Brasil, Canadá y hasta Nicaragua. Así que esta es una recuperación que tiene más pinta de rebote que otra cosa. La prueba está en que las perspectivas para 2022 es que el crecimiento sea menos de la mitad del actual”.
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La directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana, María Claudia Lacouture, también llamó la atención sobre la importancia de entender que el crecimiento económico en Colombia y en el resto del mundo “obedeció principalmente a la descontracción producida tras el confinamiento pandémico y la fuerte reducción de actividad económica”. También señala que el resultado, bueno y por encima del promedio internacional, “no deja de ser un índice coyuntural”.
En ese sentido, las cifras del DANE muestran que el crecimiento bienal (comparado con 2019, año antes de la pandemia) fue del 2,8 %. Para Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, esta cifra nos dice que la consolidación de la recuperación económica continúa, pero que todavía queda mucho camino por recorrer “porque en dos años crecimos 2,8 % y eso también hace que el empleo no se pueda recuperar de manera tan rápida”.
A su vez, Mac Master llamó la atención sobre esto último argumentando que no “podemos perder la perspectiva de largo plazo”, refiriéndose a la importancia de mantener un crecimiento sostenido que implicaría crecer a niveles superiores al 4 %, pero también no olvidar que “hay más de 1,2 millones de puestos de trabajo por recuperar para volver tan solo a lo registrado en 2019″.
Este análisis se conecta con el siguiente punto que destaca Guevara: la importancia de tener en cuenta otros ingredientes. “Cuando se comparan las otras variables económicas como el empleo, como la inflación, la historia es bien difícil. La cifra de desempleo está aún en dos dígitos, la cifra de pobreza ha crecido. Viene el gran debate de la economía: el crecimiento nunca es una variable suficiente”.
Desempleo
Es cierto que el Producto Interno Bruto es una medida muy importante, pero no es la única a tener en cuenta, como lo indica Guevara. El número de desempleados de 2021 fue el segundo más alto (superado solo por las cifras de 2020) en 21 años. El país cerró con una tasa de desempleo del 13,7 %, es decir, 2,2 % menos que en 2020, pero 3,2 puntos porcentuales más que el consolidado de 2019. Los datos muestran que la recuperación económica no está yendo de la mano con la creación de más y mejor empleo.
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Juan Daniel Oviedo, director del DANE, explicó que en el cuarto trimestre de 2021 se evidenció una profundización de la brecha de la recuperación del empleo y la recuperación del producto de la economía. “Mientras el PIB del cuarto trimestre de 2021 estuvo un 6,93 % por encima de su referente prepandémico (el cuatro trimestre de 2019), la población ocupada de forma muy cercana tanto en el total nacional, como en las 13 principales ciudades del país (...) apenas es del 96 % de aquella que observábamos en el cuarto trimestre del 2019″.
En palabras sencillas: la brecha fue de cerca de 11 puntos porcentuales en el cuarto trimestre. Como lo destacó Olarte, el empleo sigue por debajo 4 % respecto a 2019 lo que refleja retraso en su recuperación.
Al respecto, Camilo Rodríguez, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines, manifestó preocupación: “Vimos en el sector manufacturero que la producción real incrementó, las ventas se incrementaron, pero lastimosamente el empleo no lo hizo de la misma manera”.
En esa línea, Rodríguez llamó la atención sobre la necesidad de implementar políticas que promuevan la generación de empleo formal, con especial énfasis en las mujeres y en los jóvenes. Teniendo en cuenta que las últimas cifras de desempleo del DANE revelaron que en Colombia persiste la brecha de género en el mercado laboral y que, de hecho, esta se ha profundizado con la pandemia.
Finalmente, el representante de los textileros agregó que en Colombia, “más allá de generar buenas cifras en Producto Interno Bruto, necesitamos generar buenos incentivos para la creación de empresas y trabajos, para que las personas tengan poder adquisitivo, haya mayor consumo y todos los sectores se dinamicen”.
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Inflación e incertidumbre
Como lo destacó Angulo en su cuenta de Twitter, si bien el crecimiento es una buena noticia para la reducción de la pobreza, no se puede caer en “triunfalismos” porque “el nivel de pobreza se cocina con la suma de tres fuerzas: crecimiento, cambio en desigualdad e inflación”.
En esos términos, ese último elemento que menciona Angulo es una de las grandes preocupaciones. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicó en el 1,67 % en enero de 2022, respecto a diciembre de 2021 (variación mensual) y en 6,94 % en la variación anual, es decir, 5,34 puntos porcentuales más que la cifra reportada en enero de 2021.
La subida en el precio de los alimentos es, quizá, el hecho más evidente para las familias. En las cifras anuales se muestra que los alimentos y las bebidas no alcohólicas subieron 19,94 %, la variación más alta entre todos los segmentos de productos. La papa, por ejemplo, entre enero de 2021 y enero de 2022, subió un 140,16 %.
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Un factor muy importante, que mencionó hace unas semanas Tatiana Andia, profesora de sociología de la Universidad de los Andes, es que la inflación “tiene un efecto altamente regresivo” y afecta mucho más a los pobres, para quienes la pérdida de poder adquisitivo es todavía más grave. Del mismo modo, Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo, resaltó que la inflación en enero superó las expectativas del mercado, en el caso puntual de los alimentos ese casi 20 % es la cifra más alta en 20 años. “Infortunadamente esto tiene un impacto más grande en los más pobres, que dedican una mayor proporción de su ingreso a comprar alimentos”.
En este panorama, aunque parece haber una especie de consenso en que el Banco de la República tiene que intervenir vía aumentos de sus tasas de interés, la velocidad con la que lo está haciendo también ha sido objeto de críticas, sumado a que hay analistas que aseguran que hay más variables sobre la mesa que no se están atacando, como los líos en las cadenas productivas y de transporte globales. Además, uno de los principales temores de las decisiones del Banco de la República es que impliquen un menor dinamismo en la economía, lo que a su vez puede impactar el empleo.
Es decir, el resultado de crecimiento llega en un momento de preocupación por el desempleo, por el aumento de los precios, y en medio de un debate respecto a cuáles deben ser las medidas para contener la inflación. Eso sin contar con otras incertidumbres para el segundo semestre del año, como el impacto que pueden tener sobre la tasa de cambio las elecciones y el endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, por poner ejemplos.
Por su parte, Valencia también llama la atención sobre asuntos estructurales, como la producción y la demanda nacionales al señalar que “los sectores que están creciendo no son los capaces de mantener un crecimiento sostenido de la economía. Por el lado de la oferta, la tercera parte del crecimiento se debe al comercio y la quinta parte a las manufacturas. Es decir, casi el 60 % del crecimiento se debe a dos sectores. Por el lado de la demanda la situación es más delicada. Lo que más crecen son las importaciones, 27 %, pagadas con dólares caros que llegan gracias al petróleo y las remesas, principalmente. La estabilidad de esta situación pende de un hilo. Una caída en los precios del petróleo llevaría a un escenario más complejo de la economía. Más grave aún, el 72 % del crecimiento, sin contar el sector externo, se debe al consumo de los hogares”.
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Estos y otros factores hacen que el crecimiento del PIB sea una cifra muy buena en este momento, pero que a la larga puede ser agridulce si no se logra traducir en mejores condiciones generales para los colombianos. Como lo dijo Hernando José Gómez, presidente de Asobancaria: ahora ese desempeño se debe traducir “en el cierre de brechas sociales y de oportunidades de generación de ingresos y empleo de calidad”.