La inflación, más allá de las tasas de interés
El escenario actual, con líos en las cadenas productivas y de transporte globales, tiene más variables sobre la mesa de las que pueden solucionar los ajustes en política monetaria. Analistas señalan que el problema en Colombia es de producción.
Santiago La Rotta
La inflación se ha convertido, mes a mes, en una de las principales preocupaciones económicas en el país. En medio de un proceso de reactivación, y ad portas de que salgan las cifras del PIB de 2021 (que podrían, según algunos, tener dos dígitos), el aumento en los precios para los consumidores ha comenzado a proyectar una sombra que trasciende las discusiones sobre política económica.
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La inflación se ha convertido, mes a mes, en una de las principales preocupaciones económicas en el país. En medio de un proceso de reactivación, y ad portas de que salgan las cifras del PIB de 2021 (que podrían, según algunos, tener dos dígitos), el aumento en los precios para los consumidores ha comenzado a proyectar una sombra que trasciende las discusiones sobre política económica.
La inflación actual tiene varios ángulos complejos. Con un crecimiento del 6,9 % para enero en su variación anual y del 1,6 % en la mensual, el incremento de los precios está siendo impulsado principalmente por las alzas en los alimentos. Y estas son malas noticias, porque este renglón de la inflación les pega más duro a los hogares pobres y vulnerables que a los de clase media o ingresos altos. Pero también lo es porque, al tocar la alimentación, se comienza a moldear la percepción de los consumidores. Y este es un asunto tan volátil como vital, pues a la larga puede terminar guiando decisiones de compra en una economía que depende fuertemente del gasto de las personas para funcionar.
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El Gobierno lo ha dicho por varios lados, de forma reiterada: los problemas con la inflación no son un asunto exclusivo de Colombia, sino un fenómeno global atado a dificultades de producción y de transporte y logística a escala mundial. Más allá de un lavado de imagen en época electoral, la evidencia disponible señala que esta narrativa es cierta.
Por otro lado, parece haber una especie de consenso en que, en este escenario, el Banco de la República tiene que intervenir vía aumentos de sus tasas de interés. La entidad viene ajustando su política monetaria desde el año pasado y recientemente sorprendió con la subida más drástica en más de una década. Las críticas de algunos sectores no han sido tanto por la decisión general de ajustar las tasas, sino por la velocidad con la que la junta del banco lo está haciendo.
Ahora bien, ¿es suficiente la tasa de interés para corregir la inflación? Puede que no.
“Esa formula clásica está haciendo agua en Colombia y en otras partes. Los problemas actuales no son solo de disponibilidad de dinero en la economía (que es lo que controla las tasas de interés): el problema de la inflación actual es un problema de producción”, dice Tatiana Andia, profesora de sociología de la Universidad de los Andes.
Y explica: “Casi que se paró la economía global durante un buen tiempo y cuando le dieron play esperaban que se reiniciara muy rápido para recuperar consumo, producción y empleo. El consumo se activa más rápido que la producción. Y las cadenas globales de valor estaban bastante colapsadas, no solo por asuntos de producción, sino por temas de transporte. Por todo esto los precios aumentan. Este escenario no se resuelve con tasas de interés”.
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Llegado este punto de la discusión hay que hacer preguntas difíciles: ¿cómo arreglar la inflación vía producción? Andia ofrece, primero, una visión más panorámica: “Lo que estamos viendo ahora es la consecuencia de la forma en la que producimos y transamos los bienes a escala global: producimos en donde es más barato, pero cuando se tiene un bloqueo en algunos de esos mercados claves, pues hay problemas. El problema de fondo es cómo funciona el capitalismo global: cómo resetear el capitalismo, cómo pensar formas más justas de producción”.
Mario Valencia, profesor universitario y consultor, concuerda con que el problema de fondo con la inflación no es un tema de política monetaria, sino de producción. “En detalle, la inflación es causada por los alimentos. Y nosotros tenemos 14 millones de toneladas de comida importada, un sector agropecuario que pierde participación en el PIB y en el empleo, y un montón de personas pobres que no pueden alimentarse con importaciones de alimentos cuando el dólar está a $4.000. ¿Qué resuelve eso? O mete más plata en el bolsillo de la gente para que compren o soluciona la producción”.
Tener esta discusión en medio de un año electoral implica contar con un abanico más amplio de propuestas, por decirlo de alguna forma. Algunas ideas en los debates actuales van desde la manipulación de aranceles hasta el control de precios en productos agrícolas, por ejemplo.
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Andia resalta que “toca hacer muchos esfuerzos para abaratar los alimentos. Pero cuando se regulan los precios de los alimentos, esto puede generar escasez y quebrar a algunos campesinos. Y en la cadena de producción hay cosas en la mitad que están jalando los costos hacia arriba en Colombia, como los pesticidas y fertilizantes. Lo que se puede hacer es regular los precios de los insumos o bajar aranceles. El control de precios funciona en mercados muy concentrados, cuando haya justificación, y en donde uno vea que el mismo insumo se vende en otros países más barato, por ejemplo”, a la vez que aclara: “No es volver al proteccionismo de los años 60”.
De acuerdo con Marc Hofstetter, profesor de la U. de los Andes, hay otra lista de opciones para atajar la inflación, particularmente la de alimentos, que puede tener grandes problemas, como “ponerles impuestos a las exportaciones de bienes agrícolas: eso no es justo con los productores y es peligroso en temas de equilibrio macro cuando duramos tanto tiempo abriendo caminos para exportaciones no minero-energéticas”.
Según Hofstetter, “muchas de las cosas que la política monetaria hace no van a tener ningún efecto sobre algunos de los engranajes de esta inflación y si lo tienen tomara un tiempo largo en pasar. Tampoco hay otras alternativas claramente efectivas y que no sean muy costosas en otros frentes. Las que parecen poco costosas son las que implementó en estos días el Gobierno”.
Por su parte, el Gobierno aclaró el domingo pasado que en las próximas semanas estará regulada la ley de insumos, tarea que originalmente se planeaba para el primer trimestre de este año. De acuerdo con Rodolfo Zea, ministro de Agricultura, esta iniciativa “va a permitir que tengamos un arancel del 0 % para la importación de insumos agropecuarios y crea el Fondo de Apoyo a los Insumos Agropecuarios (FAIA), que nace con los recursos del 10 % de las utilidades de 2021 del Banco Agrario”.
Para Valencia, las soluciones actuales tienen un horizonte de “seis meses. Pero tenemos una subutilización muy grande de la capacidad agrícola del país, especialmente en alimentos. Eso es más complicado y no se va a solucionar de la noche a la mañana. Pero lo cierto es que no tenemos una política económica orientada a la producción: el 70 % de la economía colombiana es consumo de los hogares. ¿Y la producción?”.
Según Andia, seguir pensando la economía nacional en términos de equilibrar la balanza de pagos, de disminuir el déficit, no es el camino. “Lo de largo plazo es pensar qué lugar tiene Colombia en las cadenas globales de valor, en qué punto puede participar para generar mayor valor agregado, con tecnificación. Esto es lo que no nos hemos planteado”.
Y finaliza diciendo: “En el corto plazo podemos subir las tasas de interés. Pero también debemos recordar que la inflación tiene un efecto altamente regresivo, afecta mucho más a los pobres. Y en ellos esa pérdida de poder adquisitivo puede significar desnutrición, por ejemplo”.