La Reserva Federal va soltando el timón: ¿se acaba la fiesta de estímulos?
La Fed, el banco central de Estados Unidos, evalúa cuándo y cómo podría reducir su apoyo a la política monetaria. Desempleo e inflación pintan un escenario difícil para esta decisión, que podría comenzar a materializarse este año.
Tras una esperada reunión que se llevó a cabo esta semana, los funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos informaron que las compras de activos que han realizado para respaldar dicha economía podrían empezar a disminuir en noviembre, a la vez que indicaron que podrían aumentar las tasas de interés el próximo año y no en 2023, decisiones que, sin duda, tendrán repercusiones en la economía global.
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Tras una esperada reunión que se llevó a cabo esta semana, los funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos informaron que las compras de activos que han realizado para respaldar dicha economía podrían empezar a disminuir en noviembre, a la vez que indicaron que podrían aumentar las tasas de interés el próximo año y no en 2023, decisiones que, sin duda, tendrán repercusiones en la economía global.
En 2020, la Fed rebajó las tasas en el rango cercano a cero y lanzó el multimillonario programa de compras de bonos para ayudar a la economía tras la llegada de la pandemia al país, medidas que mantiene desde entonces. Luego de la junta, que tuvo lugar los días 21 y 22 de septiembre, el banco mantuvo sin cambios los tipos de interés de referencia en EE. UU., que se ubican entre el 0 % y el 0,25 %.
“Si el progreso (económico) continúa de manera general como se espera, el comité juzga que una moderación en el ritmo en la compra de bonos podría estar pronto justificada”, aseveró Powell, presidente del organismo, después de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés).
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Aunque Powell dijo que las compras de bonos finalizarían a mediados del próximo año y dejó la puerta abierta a esperar más tiempo de ser necesario, analistas leyeron el anuncio como una señal de que los tomadores de decisiones en materia económica intentan preparar a los mercados para una eventual eliminación de las ayudas. Según el vocero, hubo “un apoyo muy amplio” en el Comité Federal de Mercado Abierto, que establece las políticas para tal plan.
El anuncio estaría motivado por la recuperación del sector empresarial en dicho país, en el que el gasto de los consumidores crece y ya existen varios estímulos del Gobierno Biden. No obstante, también ocurre en medio de una inflación por encima del 5 % (un nivel que no se había visto en más de una década) y un mercado laboral que no se ha recuperado como la Fed esperaba: en agosto se crearon solo 235.000 empleos, muy por debajo de las previsiones de la entidad.
Los anuncios de la Fed van en línea con las expectativas de los analistas, luego de que el banco central de EE.UU. retrasara la toma de decisiones en meses anteriores debido a un reporte del mercado laboral en agosto que emergió con cifras decepcionantes, así como un alza en inflación que, hasta el momento, parece contenida y asociada a la recuperación de la economía.
Según la Fed, la inflación debería alcanzar 4,2 % este año frente a 3,4 % estimado en junio, para bajar a 2,2 % en 2022. También revisó fuertemente a la baja su estimación para el PIB a 5,9 % frente al 7 % de expansión anual que preveía en junio.
El alto número de adultos que no están vacunados en Estados Unidos y la sacudida del sector inmobiliario en China también podrían presionar a los mercados. No obstante, Powell dio un parte de tranquilidad en esta materia.
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Vale la pena recordar que Evergrande es una de las principales firmas inmobiliarias en China y, a la vez, es la empresa más endeudada en su país: se estima que el gigante inmobiliario debe unos US$304.000 millones. Para hacerse una idea, esta cifra equivale, más o menos, al PIB de Rumania.
El escenario para la compañía, fundada en 1996, no se ve nada halagador: sus acciones han perdido 80 % de su valor en este año (y están a niveles de 2009) y, además del escrutinio de reguladores gubernamentales, enfrenta demandas por parte de sus acreedores y empleados, además de deberle a bancos y proveedores. Dos agencias crediticias degradaron hace dos semanas la calificación de la deuda de esta empresa.
“La situación de Evergrande parece muy particular para China, que tiene una deuda muy alta para una economía emergente”, dijo. Acto seguido destacó que los incumplimientos corporativos en EE.UU. son muy bajos en este momento. “Preocuparía que afecte las condiciones financieras globales a través de canales de confianza”.
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Powell también fue claro en que el Congreso también tiene que poner de su parte para que el límite de endeudamiento se eleve de manera oportuna. “Es muy importante que el techo de la deuda suba oportunamente para que Estados Unidos pueda pagar sus cuentas cuando se debe”, insistió. Una moratoria es “algo que simplemente no podemos contemplar”, concluyó.
Los inversionistas tomaron las palabras de Powell con calma. El S&P 500 terminó con un 1 % este miércoles, un poco más alto de lo que era antes de que se publicara la declaración de política de la Fed. Los rendimientos de los bonos del gobierno estadounidense bajaron, lo que indicaría que los inversores no vieron una razón para cambiar radicalmente sus expectativas sobre las tasas de interés.
Fráncfort cerró hoy con una subida del 0,88 % ante el anuncio de la Fed de que actuará con flexibilidad. La Bolsa de Seúl, por otro lado, cayó, con su principal indicador, el Kospi, perdiendo un 0,41 %, aunque esto también se debe a la incertidumbre que persiste en torno a Evergrande.
Aunque los mercados parecieron depositar su confianza en las palabras de Powell, también es cierto que el mundo parece entrar en meses en los que la volatilidad puede ser el mantra del momento. Esto debido a los elevados precios del gas en Europa (en donde se aproxima el invierno), los resultados de mediano plazo en la debacle de Evergrande y la desaceleración en el ritmo al que se estaban recuperando varias economías, incluyendo la estadounidense y la china.
A todo esto hay que sumarle algunos problemas de logística y transporte que siguen plagando las cadenas de producción en todo el mundo, lo que ha contribuido a un alza de precios en materias primas como el acero y el aluminio, algo que a su vez impacta los precios en productos industriales o en sectores como la construcción.