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Si en 2022 la tasa de usura es alta, en 2023 estará por las nubes, pues la Superintendencia Financiera comunicó que, en enero, esta será del 43,26 efectivo anual para los créditos de las modalidades de consumo y ordinario, lo que se traduce en un aumento del 1,80 % si se compara con el periodo anterior.
Para la modalidad de microcrédito, la tasa de usura será del 58,80 % efectivo anual, lo que significa un alza de 3,37 %.
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En otras palabras, si usted saca un crédito por un millón de pesos y difiere su pago a doce meses, lo máximo que (por ley) podría terminar pagando es $1.432.600 (en las modalidades de consumo y ordinario) o $1.588.000 (en la modalidad de microcrédito).
Hay que recordar que la usura es la tasa máxima establecida por la Superintendencia Financiera para préstamos de dinero, toda aquella persona o entidad que reciba o cobre más allá de esto puede incurrir en el delito de usura.
¿Hasta cuándo seguirá creciendo la tasa de usura?
Si se tiene en cuenta que la inflación (con corte a noviembre) creció 12,53 % en el último año, y que la tasa de usura ya está en el 58,80 % para los microcréditos (que son el vehículo financiero que emplean muchas empresas para solucionar problemas de caja e inversión) se puede decir que la usura ya es cuatro veces superior a la inflación.
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Lo anterior se traduce en un peso significativo para el poder adquisitivo de los trabajadores, pues si bien la carestía de los productos y servicios que componen la canasta básica familiar ya ha venido empobreciendo sus finanzas, quienes tienen un producto crediticio lo sienten aún más.
Es por esto que desde la mesa de concertación de políticas salariales y laborales (quienes concertan el salario mínimo) solicitaron al Ministerio de Hacienda velar porque se baje la tasa de usura. De lo contrario, el aumento que tuvo el salario mínimo para 2023 podría desvanecerse como agua entre las manos para muchos hogares en el país.
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También hay que mencionar que el Banco de la República ha venido aumentando las tasas como medida para restarle velocidad a la inflación (bajo la premisa de que entre más altas las tasas menor será la demanda en el mercado y, por tanto, los precios deberían comenzar a descender).
Se espera que esos esfuerzos comiencen a dar fruto el próximo año, pues se proyecta que la inflación caiga al 7 % durante el primer trimestre de 2023, lo que daría flexibilidad al banco central para comenzar a bajar las tasas.
De momento el panorama es preocupante y la recomendación no puede ser otra: evite endeudarse con créditos.
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