Las consecuencias económicas globales de la guerra en Israel
Aunque la perspectiva y duración del conflicto no son claras, los primeros dominós en caer son asuntos como el petróleo, que podría complicar el panorama inflacionario cuando el mundo clama por menores tasas de interés.
Santiago La Rotta
La perspectiva de la guerra en Israel continúa pendiendo de un hilo, con el incremento de ataques contra Hamás en la Franja de Gaza (que se llevan por delante civiles) y la posibilidad de una invasión por tierra para poner fin a las capacidades ofensivas de este grupo.
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La perspectiva de la guerra en Israel continúa pendiendo de un hilo, con el incremento de ataques contra Hamás en la Franja de Gaza (que se llevan por delante civiles) y la posibilidad de una invasión por tierra para poner fin a las capacidades ofensivas de este grupo.
El alcance de las operaciones terrestres determinará el curso próximo del conflicto y bien podría redefinir el balance de poderes en la Franja. En la mitad, inevitablemente, habrá más personas muertas, tanto personal militar e integrantes de Hamás como civiles.
Además de las consecuencias humanitarias (un panorama que presenta signos alarmantes, de acuerdo con la ONU), el conflicto podría tener amplias repercusiones económicas para la región y el resto del mundo.
El dominó económico
Buena parte de lo que suceda, tanto en el ámbito militar como en el económico, dependerá de qué tan contenido sea el conflicto. En otras palabras, si continúa siendo un enfrentamiento entre Hamás y las fuerzas de seguridad israelíes o si comienza a incorporar otros actores, como Hezbollah (grupo militante presente en Líbano y apoyado ampliamente por Irán).
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Las guerras modernas suelen ser malos negocios en términos de crecimiento y estabilidad económica (con la notable excepción de los fabricantes de armas y los contratistas del aparato militar, claro está).
Por ejemplo, la guerra de 1973 entre Israel y sus vecinos (llamada Yom Kipur) cuadruplicó el precio internacional del petróleo, estancó el crecimiento económico y aumentó la inflación (fenómeno conocido como estanflación).
Ahora bien, según el Centro Global de Política Energética de la U. de Columbia (EE. UU.), el mundo se ha vuelto mucho más eficiente en su uso del petróleo: hace 50 años se necesitaba un barril para producir US$1.000 de crecimiento en el PIB, mientras que hoy es necesario menos de medio barril para obtener el mismo resultado.
A pesar de estas mejoras en eficiencia y diversificación productiva, el petróleo sigue siendo protagonista en la canasta de precios de prácticamente cualquier economía. Y una subida drástica en los precios internacionales del crudo es lo último que el mundo necesita.
Hace apenas un par de semanas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el ritmo de la recuperación económica global se estaba ralentizando. Por esos mismos días, Ajay Banga, presidente del Banco Mundial, aseguró que las “economías se encuentran en un estado delicado”.
En este escenario, una subida en la cotización internacional del petróleo trae más ingresos para las petroleras (lo que resulta en buenas noticias para instituciones como Ecopetrol), pero pone más presión sobre los precios de los combustibles y, en general, sobre todos los encadenamientos productivos que se desprenden del crudo: cosas que van desde los tiquetes de avión hasta la fabricación de insumos agrícolas y gran cantidad de productos e industrias.
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En otras palabras, un escenario con una fuerte trepada del petróleo le da oxígeno a la inflación, que ha sido uno de los principales problemas en casi todas las economías y les resta margen de maniobra a los bancos centrales para bajar sus tasas de interés y lograr un aterrizaje suave, como ha sido descrito el malabarismo entre dominar las subidas de los precios sin ahorcar el crecimiento económico.
A mediados de la semana pasada, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, dijo que la entidad se inclina por mantener las tasas de interés sin cambios en su próxima reunión, pero dejó abierta la posibilidad a una futura alza de tasas, reportó la agencia Bloomberg.
Conflicto local o regional
¿Cuánto podría llegar a subir el petróleo? Esta es la pregunta del millón de dólares, por decirlo así. Y la respuesta depende de qué tanto el conflicto siga siendo un asunto regional o si escala a una guerra de proximidad, como ya se dijo.
Los peores escenarios indican que si la guerra se desborda en el Medio Oriente, trayendo al campo de batalla a participantes como Irán y Siria, el precio del crudo podría llegar a unos US$150 por barril.
Esto sucedería si, por ejemplo, el curso de las hostilidades llevara al cierre del estrecho de Ormuz, un pasaje marítimo por donde circula cerca del 20 % de la oferta de crudo mundial.
Según informa la firma Allianz Trade, es probable que el crudo se mantenga por encima la barrera de los US$90 por barril y que a mediados del próximo año toque los US$120. En sus modelaciones, el peor de los escenarios traería barriles de US$140.
En su más reciente análisis (octubre de 2023), el FMI mantuvo su proyección de crecimiento global en 3 % y bajó levemente su pronóstico para 2024 a 2,9 %, a la vez que subrayó la fragilidad de la recuperación económica mundial.
De acuerdo con análisis del FMI, cada 10 % de subida en los precios del petróleo le resta 0,15 % de oxígeno al PIB global y le da casi medio punto porcentual de impulso a la inflación en términos mundiales. En este punto de la historia, la cotización del crudo ya ha tocado el umbral del 10 % de incremento frente a los precios que tenía antes del ataque de Hamás.
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Más allá del petróleo
El conflicto también ejerce presiones económicas a través de los llamados activos refugio, que típicamente incluyen monedas como el dólar y productos como el oro, que ha registrado alzas continuas desde el ataque del 7 de octubre contra Israel.
Theodore Kahn, director para la región Andina de Control Risks, explica que los activos refugio son “justamente durante períodos de incertidumbre para los mercados financieros, como los relacionados con eventos geopolíticos, como el caso actual con el conflicto en Israel o las crisis financieras en diversas partes del mundo, la demanda de los inversionistas en estos activos refugio se incrementa y esto tiene el efecto de aumentar el valor de esta clase de activos. Por lo general, se ve una apreciación del dólar, alta demanda de bonos del tesoro y el oro”.
El fortalecimiento del dólar, ante una mayor demanda en tiempos de turbulencia económica, trae noticias mezcladas para economías emergentes como la colombiana. Esto debido a las presiones extra en los precios de bienes importados en países que importan más de lo que exportan, como el nuestro. Se estima que los bienes importados tienen un peso promedio del 15 % en la canasta familiar nacional.
Las siguientes semanas serán determinantes para ver con mayor perspectiva hacia dónde seguirá el conflicto, con el esperado ataque terrestre hacia la Franja de Gaza. Y con esto también se entenderán mejor las consecuencias humanas del conflicto, así como sus implicaciones geopolíticas y económicas.
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