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El pan económico y las decisiones que ha tomado la primera ministra británica, Liz Truss, han desatado una tormenta política y económica que amenaza su continuidad en el cargo. En un intento por mantenerse en su puesto, destituyó a su ministro de Finanzas y aliado, el ultraliberal Kwasi Kwarteng.
Truss “me ha pedido que me haga a un lado como su ministro de Finanzas. He aceptado”, escribió Kwarteng en una carta publicada en Twitter. Él es reconocido por ser un ultraliberal de 47 años que nació en Londres de padres inmigrantes de Ghana.
Para tranquilizar los mercados, la líder conservadora, en el poder desde hace poco más de un mes, aceptó incrementar el impuesto de sociedades, una medida del gobierno anterior que estaba decidida a suprimir. Aunque seguirá con el resto de su plan.
“Estoy absolutamente determinada a cumplir la promesa que hice de conseguir un crecimiento más fuerte, un Reino Unido más próspero y de salir de la tormenta en la que nos encontramos”, afirmó en una rueda de prensa posterior a la salida de Kwarteng.
Tras esto, Truss nombró al exministro de Relaciones Exteriores y de Salud, Jeremy Hunt, para ocupar el cargo que quedaba vacío.
Hunt es considerado una de las figuras más estables y serias entre los candidatos que en julio compitieron por el liderazgo conservador. Tiene 55 años y es popular entre una parte de los diputados conservadores.
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Los estragos de Truss
Los movimientos del gobierno británico han generado un mercado volátil que se afecta la libra esterlina, puesto que cayó un 1,10 % frente al dólar, hasta 1,1199 dólares.
Dicha moneda también se deprecia frente al euro, pierde un 0,66 % respecto al euro, hasta 1,1492 euros, mientras que los intereses de la deuda británica a largo plazo se disparaban.
El rendimiento del bono soberano del Reino Unido a 30 años subía hasta el 4,7 %, frente al 4,2 % en el que se situaba antes del discurso de la jefa de Gobierno.
Además, los mercados también sintieron la sacudida desde que el 23 de septiembre Truss y Kwarteng presentaron el paquete de medidas que preveía masivas ayudas públicas y bajas de impuestos, pero nada para financiarlo.
Como resultado, las tasas de interés de la deuda pública británica se dispararon a niveles récord, lo que obligó al Banco de Inglaterra a intervenir comprando bonos a largo plazo. De este modo, el banco central buscaba calmar la subida de intereses, que afecta a las inversiones y el consumo.
Sin embargo, su esfuerzo fracasó y cuando anunció que no prolongaría las compras más allá de este viernes 14 de octubre, creó aún más caos en los mercados.
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Calmar la crisis de confianza
Luego de esta tormenta, la primera ministra intentará calmar la crisis de confianza que ha puesto a su gobierno al borde de la implosión. Una de las cartas que se jugó para lograrlo fue el nombramiento de Hunt.
Según la prensa británica, numerosos miembros del Partido Conservador están intentando destituir a Truss, ante las desastrosas encuestas que auguran una aplastante derrota de la derecha en unas próximas legislativas.
Dichas elecciones están previstas en enero de 2025 a más tardar, pero la tormenta política y económica provocada por sus polémicas reducciones de impuestos parece hacer imposible que la líder conservadora se mantenga en el poder hasta entonces.
Truss, de 47 años, llegó a Downing Street el 6 de septiembre. Sucedió en las riendas de la formación y del ejecutivo al controvertido Boris Johnson, obligado por sus propias filas a dimitir a raíz de una multiplicación de escándalos que dieron al traste con su popularidad.
Pero solo un mes después, la nueva líder conservadora se había puesto en contra a los mercados, los votantes y destacadas personalidades de su propio partido. Ahora, está por ver si sus nuevas concesiones bastan para calmar la rebelión interna y la crisis de confianza general.
“Cambiar de ministro de Finanzas no deshace los daños ya infligidos” y “necesitaremos un cambio de gobierno”, afirmó Rachel Reeves, responsable de cuestiones económicas en el opositor Partido Laborista, que supera con creces a los conservadores en las encuestas.
Según un sondeo de YouGov, el 43 % de los electores que votaron por el Partido Conservador de Johnson en 2019 quiere un nuevo cambio de primer ministro.
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Las propuestas económicas del gobierno de Truss
El gobierno británico lleva varias semanas inmerso en esta tormenta por cuenta de las iniciativas económicas de la primera ministra. Una de las principales medidas conocidas como “mini presupuesto” consiste en el congelamiento de las facturas de energía durante dos años, con un ahorro de unas 1.000 libras (unos 1.115 dólares) al año para un hogar medio. En el caso de las empresas, el gobierno financiará casi la mitad de las facturas durante seis meses.
Esto en medio de un contexto en el que el invierno se avecina y llegaría con problemas de suministro energético por cuenta de las retaliaciones rusas a Europa por la guerra que sostiene con Ucrania. Desde el inicio de dicho conflicto, el gas y la electricidad se dispararon a raíz de las limitaciones en el abastecimiento de hidrocarburos procedentes de Rusia.
Así mismo, se proponían varios recortes de impuestos. Por ejemplo, “el tipo básico del impuesto sobre la renta al 19 % en abril de 2023, un año antes (de lo previsto)”, lo que implica un “recorte fiscal para más de 31 millones de personas en apenas unos meses”, según dijo Kwarteg, en su momento.
La propuesta inicial contemplaba la abolición a “la tasa más elevada del 45 %” de ese impuesto. Aunque, posteriormente. Truss tuvo que renunciar a esta idea.
El conjunto de medidas fue criticado como favorables a los más ricos, cuando muchos británicos se empobrecen gracias a la inflación que roza el 10 % y debería seguir aumentando. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) criticó la propuesta de Truss.
“Dadas las elevadas presiones inflacionarias en muchos países, incluido el Reino Unido, no recomendamos paquetes fiscales grandes y sin objetivos específicos en este momento, ya que es importante que la política fiscal no se contraponga a la política monetaria. Además, la naturaleza de las medidas del Reino Unido probablemente aumentará la desigualdad”, aseguró el FMI.
Aún queda un largo camino por recorrer y todavía no está claro si las decisiones que ha tomado la primera ministra, en materia económica, terminarán por alejarla del cargo o si podrá sortear la tempestad.
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