Las lecciones que nos enseña el pico de inflación sobre la economía en Colombia
Este miércoles se publican los primeros datos de inflación de enero. Tras haber pasado uno de los picos más empinados del IPC en la historia reciente del país, ¿qué se puede aprender de esto?
Santiago La Rotta
El equipo técnico del Banco de la República sorprendió con su más reciente informe de política monetaria, en el que elevó sus pronósticos de inflación para 2024 considerablemente: pasando de 4 % en su pasado reporte a 5,9 % en la versión publicada para enero.
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El equipo técnico del Banco de la República sorprendió con su más reciente informe de política monetaria, en el que elevó sus pronósticos de inflación para 2024 considerablemente: pasando de 4 % en su pasado reporte a 5,9 % en la versión publicada para enero.
Ahora bien, cabe aclarar que este documento se produce de manera trimestral; el pasado fue publicado en octubre. Esta periodicidad le abre la puerta, justamente, a ajustes algo más drásticos en las proyecciones que los datos que producen las encuestas mensuales a analistas.
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Esta comparación incluye peras y manzanas, es cierto: el informe del Banco es un análisis que tiene en cuenta una multitud de variables y escenarios, mientras que los sondeos a analistas son eso, encuestas de opinión (de gente que hace sus propias proyecciones, por cierto). Pero mirar ambos ejercicios sirve para probar el punto: mucho puede cambiar en un trimestre.
De fondo, entre octubre y enero, lo que cambió drásticamente fue la entrada en forma de El Niño, con la aparición de sequías en algunas regiones, incendios en otras y, paradójicamente, unos días continuos de fuertes lluvias recientes en el centro del país.
La proyección del equipo técnico, sin embargo, no es tan distinta de la que se maneja en la actual Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo, en la que prima la opinión que, para finales de este año, la inflación cerrará en 5,5 %. En el propio sondeo del Banco, más de 60 % de los analistas consultados ubican el IPC para este año entre 5 % y 6 %.
Este miércoles, el DANE publica los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de enero, la primera medición de la inflación para el año.
Las expectativas indican una cierta aceleración en el indicador entre diciembre y enero, que suele suceder normalmente: la variación mensual en diciembre (comparando noviembre y diciembre de 2023) fue de 0,45 %, según el DANE, mientras que para enero casi 50 % de los analistas de la encuesta del Banco de la República esperan que ésta sea entre 0,8 % y 0,9 %; o sea, el doble.
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El crecimiento entre diciembre y enero es considerado, hasta cierto punto, como un fenómeno normal. ¿Por qué? Porque entrar a contar nuevos gastos e incrementos en cobros y servicios que van desde los arriendos y peajes hasta el pago de salarios (especialmente los que están atados al mínimo), además de un largo etcétera de rubros de gasto.
“La cuesta de enero es la presión normal que conocemos. La mitad de la inflación del año se va a hacer en los primeros tres o cuatro meses del año”, indica Camilo Herrera, presidente de Raddar, firma especializada en consumo.
Las lecciones que deja de la inflación
Ahora bien, hay algo llamativo (aunque quizá más oculto, si se quiere) en la conversación que desató el informe de política del equipo técnico del Banco de la República.
Que un documento trimestral ampliamente técnico capture tantos titulares habla del peso que la inflación y el Banco de la República han ido ganando en la vida diaria. Pero no sólo en las decisiones de los jugadores en el tablero de la macroeconomía, sino en las conversaciones y el diario existir de un público que, aunque recibe los pesos de estas determinaciones, lejos está del mundillo económico.
“La gente sólo le para bolas a estas cosas cuando ocurren desastres en nuestras economías. Cuando la inflación es bajita, nadie le pone cuidado al Banco, nadie sabe cuál es la meta. Pero cuando sube, nos volvemos expertos”, comenta Marc Hofstetter, profesor de la U. de los Andes y columnista de este diario.
Este tipo de cambios en el orden de las cosas, si se quiere ver así, bien lleva a preguntarse por las lecciones que habría dejado uno de los picos inflacionarios más altos (y persistentes) en la historia reciente del país.
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“En la fase de subida de tasas, muchos dijeron que el Banco estuvo lento. Y ahora que estamos en la otra orilla, también algunos dicen lo mismo. Lo que pasa es que, como la inflación se volvió un tema tan central, esto es como cuando todos salen a opinar de fútbol”, afirma Hofstetter.
En medio de las opiniones acerca de las acciones del Banco también se generó una pequeña de tormenta de declaraciones y presiones desde varios sectores del Gobierno y el empresariado para clamar, especialmente, una baja en las tasas.
Según Hofstetter, otra de las lecciones del pico inflacionario es que la independencia del Banco se mantuvo, cuando menos, a ojos del mercado (lo que no es poca cosa). “En medio de tanto debate acerca de la institucionalidad del país, el Banco no está en esa jugada. Cuando tocó hacer cambios en la junta directiva, no hubo problemas. En medio de las dificultades del Estado para nombrar personas competentes, el Banco ha escapado a esa discusión”.
Otra de las lecciones del pico de inflación de 2022 y 2023 está relacionada con hábitos de consumo, como argumenta Herrera. “En 2016 también hubo un pico de inflación a mitad de año, de 9 %. Y generó mucho miedo. Lo que pasó en ese momento lo vimos de nuevo el año pasado: los consumidores aprendieron a que es mejorar comprar antes, que esperar a que los precios suban más. Esa es una estrategia válida, pero que no tiene los mejores resultados necesariamente porque, al final, pierden capacidad de compra al quedar endeudados”.
Para Herrera, la ola de inflación también permite pensar en que, de pronto, es momento de revisar la medición de la canasta de los hogares que hace el DANE, una medida que no se actualiza desde 2018 y “puede que el IPC no esté recogiendo bien la estructura de gasto de los hogares”.
Por último, dado el gran peso que los alimentos tuvieron en el crecimiento y en la bajada de la inflación en 2023, es clave seguir pensando en cómo sustituir y reforzar las cadenas de abastecimiento de insumos para el agro.
De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura, cerca de 50 % de la inflación que se experimentó en los alimentos respondía a la importación de insumos para los productos más importantes de la canasta familiar.
Tener una mejor tasa de cambio ayuda, claro. Pero sustituir importaciones podría cerrar esa dependencia y, al mismo tiempo, impulsar una industria nacional.
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