Lo que dicen las cifras de crecimiento de EE. UU. en 2022 sobre el futuro de 2023
Estados Unidos finalizó 2022 con una expansión de su PIB que llegó a 2,1 %. El crecimiento en el consumo privado da esperanzas sobre el panorama económico en este país para 2023. ¿Siguen los vientos de recesión?
La primera estimación de cómo le fue a la economía estadounidense permite, al menos ahora, respirar un poco más tranquilo.
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La primera estimación de cómo le fue a la economía estadounidense permite, al menos ahora, respirar un poco más tranquilo.
Los datos de la Oficina de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés) muestran que la principal economía mundial creció a un ritmo de 2,1 % para 2022 y que en el último trimestre del año lo hizo 2,9 % (un pequeño descenso sobre los datos registrados en el trimestre anterior, cuando se registró 3,2 %).
Si bien las cifras parecieran sólidas por sí solas (al menos en la primera de tres revisiones de los datos), al examinarlas con algo más de detenimiento se encuentran algunas buenas noticias.
Como sucede en muchas otras economías (incluyendo la colombiana), el crecimiento de 2022 en EE.UU. estuvo soportado en buena parte por el crecimiento del gasto privado, que se expandió 2,8 % para 2022.
Este incremento es bienvenido si se tiene en cuenta que se dio en medio de dos presiones que están relacionadas y que, de fondo, ejercen un impacto fuerte sobre el consumo de los ciudadanos: la inflación y las tasas de interés de la Reserva Federal.
Por el lado de la inflación, vale recordar que el indicador ha registrado descensos importantes en ese país durante seis meses consecutivos (entre julio y diciembre). Para este último mes, las alzas en los precios a los consumidores registraron su punto más bajo desde octubre de 2021, cuando alcanzó 6,2 %.
Si bien la inflación lleva medio año desacelerando en EE.UU. también hay que tener en cuenta que 2022 vio el punto cumbre en las alzas del indicador, especialmente para junio, cuando alcanzó 9,1 %, el mayor incremento en décadas.
La escalada de la inflación llevó a que la Reserva Federal (Fed, como se le conoce popularmente) comenzara a incrementar sus tipos de interés, con la mira de encarecer el crédito de cara a los consumidores y, de esta forma, quitarle impulso a la inflación por el flanco de la demanda.
El punto acá es que la tarea de la Fed consiste en un delicado equilibrio en el que busca que la inflación baje, pero no a costa del crecimiento económico (soportado en buena parte, como ya se dijo, por el consumo privado).
Que el consumo privado en EE.UU. haya registrado un incremento en 2022 parece ser una buena muestra de que, por un lado, la inflación sí está bajando (en parte gracias a las medidas de la Fed), pero lo está haciendo sin llevarse por delante, necesariamente, el crecimiento económico.
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De fondo, las cifras reveladas este jueves muestran que la principal economía del mundo consiguió seguir adelante en medio de las presiones inflacionarias domésticas (y globales), un contexto de guerra en Europa (que introdujo una enorme volatilidad a mercados como energía y granos) y las medidas de la Fed.
En perspectiva, el perfil que revelan estos números es el de un año en el que se creció económicamente, pero a un paso bastante más moderado que en 2021, cuando el mundo estaba comenzando a despertar del letargo inducido por el covid-19 en 2020.
¿Nubarrones?
Listo: si 2022 terminó por ser un año bueno (no fantástico, pero bueno, en medio de todas las presiones), ¿qué dicen estos datos sobre las proyecciones de 2023?
En este panorama una de las palabras más populares es recesión. A pesar de sus profundas implicaciones es utilizada con alguna ligereza por todo tipo de actores, comenzando por los medios, y siguiendo por una multitud de analistas económicos.
De entrada hay que decir que 2023 se anuncia como un año en el que gran parte de las economías globales sufrirán un proceso de ajuste respecto a los ritmos de crecimiento pospandemia. En otras palabras, buena parte de los países (incluyendo Colombia) experimentarán cifras de crecimiento mínimas y algunos incluso puede que registren contracciones. ¿Por qué?
Por una multitud de factores, pero en buena parte porque los efectos de la explosión de consumo después del parón obligado de la pandemia cesarán. También habría que contar acá que la subida de tasas de interés, en la que se han embarcado la mayoría de bancos centrales a nivel global, entrará en efecto en más renglones de las economías.
Pero si bien va a haber una especie de normalización en el crecimiento, la posibilidad de una recesión no termina de ser del todo clara, al menos si se juzga por el comportamiento del mercado laboral en EE.UU.
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Típicamente, al menos para este país, así como para otras economías desarrolladas, las recesiones empiezan con despidos en sectores que operan con trabajadores menos calificados o con menor paga. Hablamos de construcción, manufactura o ventas y el renglón de hospitalidad, entre otros.
Pero, en este momento, el mercado laboral estadounidense se encuentra, no sólo con una salud general buena, sino con escasez de este tipo de trabajadores: hay más plazas para empleos menos calificados que el número de personas disponibles para llenarlas.
La Fed, que en EE.UU. gobierna la política monetaria, pero también tiene el mandato de mantener la salud del mercado laboral, ha explicado que esta escasez se debe en parte a una baja en la migración hacia ese país, así como un mayor número de personas que salen del mercado laboral rumbo hacia la pensión.
De acuerdo con Jerome Powell, presidente de la Fed, el mercado laboral cuenta con unos cuatro millones menos de personas disponibles para llenar las plazas de industrias que necesitan personal de primera línea, típicamente con mucha menor paga que un trabajador, digamos, de Google o Meta (antes conocido como Facebook).
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Justamente, la próxima semana se debe reunir la Fed para analizar qué hacer con sus tasas, una movida clave en las proyecciones de 2023 (y en las posibilidades de recesión en EE.UU.). Una de las opciones más populares entre los analistas es que los tipos de interés suban 25 puntos básicos, y no 50, que era la primera opción hace unos meses.
En general, las cifras de 2022 dan algo de tranquilidad. Pero, bajo ninguna medida, la incertidumbre económica se ha despejado de cara a 2023. Al menos en EE.UU. habrá que ver si la inflación continúa aflojando, el consumo sigue creciendo y el mercado laboral se mantiene fuerte, a pesar de los despidos masivos en sectores como la industria de la tecnología.
Para algunos es suficiente con pedir un milagro, por lo que ven escasa la posibilidad de que al menos tres ocurran en simultánea. Y, sin embargo, un pronóstico similar se hacía sobre 2022 para que, al final de cuentas, venciera las proyecciones más oscuras.
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