Lo que dicen las cifras de pobreza monetaria sobre la economía de Colombia
Tanto la pobreza monetaria, como la extrema, tuvieron reducciones importantes en el país para 2023. Estas son buenas noticias y lo son aún más cuando se examina la razón detrás de estas bajas.
El DANE presentó este martes los más recientes resultados de pobreza monetaria y pobreza monetaria extrema en el país, correspondientes a 2023: 33 % y 11,4 %, respectivamente.
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El DANE presentó este martes los más recientes resultados de pobreza monetaria y pobreza monetaria extrema en el país, correspondientes a 2023: 33 % y 11,4 %, respectivamente.
Los datos eran ampliamente esperados pues, más que agregar información sobre la salud económica del país, hablan del bienestar básico de millones de personas Colombia.
Además de su relevancia estructural, por llamarla de alguna forma, la publicación de estas cifras también generaba expectativa luego de los resultados de 2022 (frente a 2021), cuando se registró un incremento en la pobreza extrema (13,7 % a 13,8 %) que, aunque leve, igual fue una subida y no una bajada.
Aquí vale recordar que, hasta antes del covid-19, Colombia había tenido reducciones constantes en estas cifras desde, por lo menos 2012. Sin embargo, la entrada de la pandemia supuso el primer crecimiento en este indicador, asociado a la crisis económica y social que se dio especialmente en 2020.
Y el punto acá es que cada año que se cede en lucha contra la pobreza representa varios más para poder recuperar el terreno perdido. Esto sólo desde el punto de vista de la política pública.
Ya en la vida tangible, lejos de la macroeconomía, cada centímetro que es cedido en el terreno de la pobreza y la pobreza extrema implica que alguien no puede experimentar la vida con las garantías mínimas de subsistencia, como una alimentación básica o servicios públicos en un hogar, por ejemplo.
¿Qué es la pobreza monetaria?
Antes de entrar más en materia, es importante explicar de qué hablamos cuando hablamos de pobreza monetaria (y extrema).
El país hace dos grandes mediciones de pobreza: la monetaria (con el añadido de la extrema, ya hablaremos de ésta) y la multidimensional.
La multidimensional (como su nombre lo indica) tiene en cuenta una serie de elementos y dimensiones; es un índice más complejo, que busca pintar un panorama más granular y complejo de la situación de una familia (si tiene acceso a servicios de salud o cuál es la calidad de su vivienda, por ejemplo).
Ahora bien, la medición de pobreza monetaria establece un monto de dinero que permite tener unas condiciones mínimas de vida en términos de acceso a alimentación, vivienda y servicios, por ejemplo.
En otras palabras, con cuánto dinero puede alcanzar estos fines, algo que se conoce como la línea de pobreza: si los ingresos de alguien están por debajo de esa cantidad ($435.375 mensuales para 2023), se considera que esta persona entra en esta categoría.
Por su parte, la pobreza monetaria extrema se reduce exclusivamente al tema de alimentos: esta categoría se entiende como la posibilidad de que una persona tenga una alimentación básica (2.100 calorías diarias). La línea de pobreza monetaria extrema fue definida por el DANE en $218.846 mensuales para 2023.
Lo que dicen las cifras de pobreza de 2023
En general, este reporte viene con buenas noticias, pues se registraron descensos significativos, tanto en la pobreza monetaria, como en la extrema. Y estas bajas se dieron en todos los dominios geográficos (total nacional, cabeceras y la ruralidad). De hecho, las mejorías más amplias se registraron en el campo, en donde típicamente este indicador no sólo es más alto año tras año, sino que se resiste a bajar con mayor velocidad y fluidez.
Para 2023, la pobreza monetaria se presentó en 33 % de la población, lo que representa una reducción de 3,6 % frente a las cifras de 2022, cuando este indicador se ubicó en 36,6 %.
En números totales, estos datos significan que hay 16,7 millones de personas en situación de pobreza y 5,7 millones de colombianos en pobreza extrema. Ambos registros representan reducciones frente a los números de 2022 e implican que 1,6 millones de personas salieron de la pobreza y alrededor de 1,1 millones lo hicieron de la pobreza monetaria extrema.
“Los resultados son muy buenos y es una excelente noticia, que debemos celebrar”, asegura Andrés Giraldo, director del Departamento de Economía de la U. Javeriana. Esto en el panorama macro.
Ya desgranando un poco más las cifras, hay aspectos que resaltan. “Cuando uno se pone a mirar cuál es la fuente de esos ingresos, es una excelente noticia que los hogares del quintil más bajo de la distribución hayan tenido incrementos de ingresos muy importantes, de 10 %. Y también es importante la fuente de esos ingresos, que en ese mismo quintil fue el ingreso laboral. Es decir, la gente está trabajando”, asegura Giraldo.
En esto concuerda César Pabón, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana: “Hay que destacar mucho el papel del empleo: los ingresos laborales fueron el principal motor de la reducción en pobreza. El año pasado hubo un incremento de las personas ocupadas y esto irriga sus beneficios en la población más vulnerable. El empleo es fuente de superación de pobreza”.
Para el grupo de personas más vulnerables (el quintil 1), de los 10 puntos de incremento en ingresos, casi 9 fueron ingresos laborales. Y, de hecho, en todos los quintiles el dinero por este concepto fue el mayor motor en la mejoría general.
Las noticias sobre pobreza son positivas por derecho propio, pero lo son aún más si se tiene en cuenta que se dan en el contexto de un año (2023) que, económicamente hablando, fue tanto más amargo que dulce.
Vale recordar que el PIB creció el año pasado en apenas 0,6 %, lo que marcó un punto históricamente bajo y sorprendió (para mal) a todos los analistas, pues ninguna proyección contemplaba en su momento un resultado tan flojo.
Además de esto, la inflación fue una de las variables protagonistas el año pasado, al alcanzar un pico de más de 13 % para marzo. Y, si bien este indicador, comenzó a bajar constantemente después de ese resultado, lo cierto es que igual acabó el año apenas por debajo de 10 % y muy lejos de la meta de 3 % del Banco de la República.
“Sin lugar a duda es positivo que la pobreza monetaria se haya reducido en un año que tenía un contexto tan adverso. El pronóstico, aunque no era necesariamente de un aumento, sí podía contemplar una estabilización. Más aún cuando la ejecución del Gobierno no ha sido la mejor”, comenta Pabón.
Giraldo advierte que hay que hacer un análisis posterior más detallado de cuáles fueron las causas de subida en los ingresos laborales en un año de crecimiento económico bajo. “La economía está desacelerada, entonces hay que pensar ¿de dónde están creciendo esos ingresos laborales”.
Ante los datos, y un poco de forma previsible, el Gobierno celebró los resultados y aprovechó para atribuirse la mejoría.
Sin embargo, Giraldo advierte que “es muy apresurado de parte del presidente que somos menos pobres gracias al Gobierno porque, precisamente, cuando uno mira el cuadro de contribuciones por ingreso sucede que la fuente de ayuda institucional cayó en el qintil más bajo de ingreso: es decir, las ayudas institucionales cayeron”.
De hecho, las ayudas institucionales cayeron en todos los quintiles, excepto en el número. Y en donde más lo hicieron fue, justamente, en el primero, con una contracción de 2,07 %.
“Y tiene todo el sentido porque en el año 2023 Prosperidad Social estaba en un análisis de las ayudas a los hogares y nunca ejecutaron, o si lo hicieron fue en solo una parte del año, su política social”, dice Giraldo, al tiempo que aclara que la reducción también se entiende que haya una caída en los quintiles de mejores ingresos (3, 4 y 5), ante la depuración de las ayudas que prometió el Gobierno.
Esto no quiere decir que los programas y asistencia del Estado no cuentan. De hecho, según los datos del DANE, si no existiera ningún programa de este tipo, la pobreza monetaria se encontraría 4,4 % puntos por encima de su nivel actual y la extrema bordearía un incremento de 5 % para el total nacional; en el campo las diferencias superan cómodamente los 8 puntos porcentuales para ambos indicadores.
Por último, el resultado más notable en las reducciones de pobreza se dio en los entornos rurales, en donde típicamente las mediciones no sólo son más altas, sino que resultan más lentas en sus descensos.
Esta mejoría, según Piedad Urdinola, directora del DANE, está relacionada con las ayudas del Gobierno.
Sin embargo, para los analistas consultados, los buenos resultados económicos del agro, que sacaron la cara en los resultados del PIB de 2023, son el principal motor de la reducción de pobreza en los entornos rurales.
“El PIB agrícola ha sido una sorpresa positiva, tanto el año pasado, como en este. La producción agrícola está impulsándola actividad económica. Esto nos vuelve a decir que, entre más empleo, hay más bienestar”, concluye Pabón.
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