Lo que implica para Colombia que el dólar vuelva a rozar la barrera de los $5.000
Aunque muchos expertos coinciden en que, en la práctica, los $5.000 son más una barrera psicológica, lo cierto es que el dólar sigue estando caro y presionando a la inflación. ¿Por qué está tan alto y qué tendría que pasar para que baje?
Diego Ojeda
El dólar sigue por la nubes. Este jueves su cotización cerró en los $4.860,50, lo que se traduce en un leve respiro tras estar cerca, nuevamente, de la barrera de los $5.000. Según varios expertos consultados por El Espectador, esto no es más que el reflejo del complicado panorama económico y político que orbita a Colombia.
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El dólar sigue por la nubes. Este jueves su cotización cerró en los $4.860,50, lo que se traduce en un leve respiro tras estar cerca, nuevamente, de la barrera de los $5.000. Según varios expertos consultados por El Espectador, esto no es más que el reflejo del complicado panorama económico y político que orbita a Colombia.
Sin embargo, el peso colombiano no es el único que ha registrado una considerable devaluación frente al billete verde, pues otras economías de la región también han registrado caídas considerables. En el último año, en Venezuela la depreciación de su moneda ha sido del 457 %, seguida de Argentina (82,1 %), Colombia (24,5 %), República Dominicana (3,12 %), Perú (1,8), Chile (1,7), Guatemala (1,4 %) y México (0,32 %).
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Como lo explica el gerente de estrategia de inversión de Alianza, Felipe Campos, el fortalecimiento que ha tenido el dólar frente a este tipo de monedas tiene componentes internos y externos.
En lo externo está la influencia de todo el panorama macroeconómico que hemos visto en el último año, es decir, la subida de tasas de la Reserva Federal en los Estados Unidos que, así como en Colombia, ha implementado esta estrategia para contener la inflación (que a su vez podría golpear la demanda de exportaciones colombianas), además de los coletazos económicos que ha generado el conflicto en Ucrania, el cambio climático y los rezagos de las medidas implementadas en la pandemia.
Para Juan David Ballén, director de análisis y estrategia de Casa de Bolsa SCB, se espera que durante el primer semestre del año el dólar también se mantenga fuerte por la desaceleración global de la economía y la debilidad del precio de los commodities.
En lo interno está el remezón que ha generado en los mercados el cambio de Gobierno y los ajustes que quiere implementar por medio de su Plan Nacional de Desarrollo; la salida de Felipe Bayón de la presidencia de Ecopetrol; la reforma a las pensiones, a la salud, al trabajo; y obviamente la decidida apuesta a la transición energética que busca dejar en el pasado al petróleo como la principal fuente de ingresos en Colombia, migrando a otros pilares como el de las energías limpias y el turismo.
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El análisis que hace Felipe Campos, al comparar el comportamiento que ha tenido el dólar en otras economías de la región, lo lleva a pensar en que unos ocho o nueve puntos porcentuales, de ese más de 20 % en que se ha fortalecido el dólar frente al peso colombiano, se debe a temas externos, mientras que el restante (más de la mitad) corresponde a termas internos.
Según sus cuentas, si el precio del dólar solo hubiera variado por razones razones externas, en este momento se ubicaría por el orden de los $3.800. En otras palabras, el panorama interno en el país estaría aportando unos $1.000 en la escalada del dólar.
Lo que implica un dólar a $5.000
A estas alturas del partido, la barrera de los $5.000 tiene implicaciones más psicológicas que reales, es decir, su impacto en los precios no es tan considerable si se pone al lado del escenario actual. Sin embargo, el solo sobrepasar ese umbral es una influencia considerable para los inversionistas, quienes se muestran menos decididos cuando las adquisiciones están intermediadas por el dólar.
Además, es una señal del complejo panorama macroeconómico que orbita al país. Más si se tiene en cuenta su alta dependencia de las importaciones, lo que a la larga se traduce en una constante en la presión inflacionaria.
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Campos explica que una variación de menos del 10 % en el precio dólar puede ser absorbida por el tejido empresarial, es decir, las empresas pueden asumir esos incrementos en los costos sin que necesariamente se vean traducidos en aumentos de precio al consumidor en el producto o servicio final.
No obstante, al tratarse de una escalada de más del 20 % en el último año, parte de esas alzas en los insumos importados sí se ven desplazadas al consumidor final, lo que a su vez se traduce en inflación.
Aunque solemos medir el alza en el dólar por la variación de precios en rubros como la tecnología (especialmente en electrodomésticos, computadores y teléfonos celulares), según Campos lo que más se está viendo castigado son los alimentos, pues cerca del 30 % de los artículos e insumos que componen la canasta básica familiar son importados.
Esto concuerda con el panorama inflacionario presentado por el DANE para 2022, en donde la carestía llegó 13,25 %, jalonada principalmente por el segmento de alimentos y bebidas no alcohólicas, el cual aportó al mencionado incremento 4,69 puntos porcentuales.
En otras palabras, un dólar por encima o cercano a los $5.000 es uno costoso que continuará presionando la inflación en el país.
No obstante, también está la otra cara de la moneda, y son todos aquellos que se benefician con que el dólar continúe por las nubes. El ejemplo más claro está en las exportaciones (aunque también hay que tener en cuenta que su producción también se puede ver castigada por los incrementos en insumos), amén de los trabajadores que prestan servicios en el exterior, o creadores de contenidos para plataformas como Facebook y Youtube, que reciben ingresos en dólares.
El turismo también entra a jugar un papel importante, pues el fortalecimiento del dólar puede atraer a visitantes desde los Estados Unidos.
¿Qué hacer para que el precio del dólar baje?
Teniendo en cuenta todas estas variables, habría que esperar a que la economía global supere su ciclo de desaceleración y que las tasas comiencen a bajar, especialmente en Estados Unidos (cosa que va a suceder, por lo menos, en el mediano plazo).
También habría que ver el desarrollo de otros componentes internacionales, como el manejo que se le dé al cambio climático (que, es un hecho, está afectando la producción agrícola en muchos países del mundo), el conflicto en Ucrania, y las relaciones entre Estados Unidos, China, la Unión Europea y Rusia, entre otros imprevistos que puedan surgir a lo largo del año.
En el contexto local, la invitación que hacen muchos analistas es que desde el Gobierno se dé tranquilidad a los mercados, presentando las apuestas que busca con las reformas, así como un plan claro que brinde confianza sobre la posibilidad de alcanzar la transición energética con el menor impacto posible a las finanzas del país.
También depende mucho de que los mercados comprendan el panorama actual del país y los reales alcances macroeconómicos del Gobierno. En suma, que todo se ponga a tono para que el dólar finalmente tome un respiro definitivo y comience a bajar, cosa que comenzaría a suceder, según algunas previsiones, hasta el año 2024.
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