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En marzo, Pekín se había marcado un objetivo de crecimiento de en torno a un 5,5 % para 2022 —uno de los más bajos en décadas, pero ambicioso dada la coyuntura— pero confinamientos como el de Shanghái en primavera hicieron que la economía nacional se contrajese un 2,6 % en el segundo trimestre frente al anterior.
Los pronósticos de las instituciones internacionales no son especialmente positivos ahora: el Fondo Monetario Internacional prevé que China crezca un 3,2 % en el global de 2022, mientras que el Banco Mundial sitúa la cifra en un 2,8 %.
Según Alicia García-Herrero, economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico, las restricciones a la movilidad impuestas en el marco del ‘cero covid’ podrían haber hecho que el PIB chino haya dejado de crecer hasta 2,5 puntos porcentuales este año.
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Objetivo: revivir la demanda
La redoblada apuesta de Pekín por el ‘cero covid’ en 2022 se llevó por delante al consumo, como demuestran las estadísticas oficiales de ventas minoristas: tras empezar fuerte el año con un repunte del 6,7 % en el primer bimestre, la llegada de ómicron y los citados confinamientos hundieron al indicador, que en abril llegó a caer un 11,1 % interanual.
Tras un verano de cierta calma y recuperación, la oleada otoñal de contagios, que batió los récords en China desde el comienzo de la pandemia, se tradujo en una nueva bajada de las ventas al por menor en octubre, del 0,5 %, evidenciando de nuevo el efecto pernicioso de restricciones y confinamientos sobre el ánimo de los consumidores.
La caída de la demanda a nivel nacional también ha abierto una herida en los datos oficiales del comercio exterior, que en noviembre reflejaron una caída interanual del 10,6 % en las importaciones denominadas en dólares, la mayor de los últimos 30 meses.
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Abandonando el ‘cero covid’, China reimpulsaría la demanda “a medio plazo”, explican Julian Evans-Pritchard y Zichun Huang, analistas de la consultora Capital Economics, quienes, no obstante, advierten de que la transición a una estrategia de convivencia con el virus similar a la adoptada en otros países “probablemente llevará tiempo”.
Asimismo, otro factor que podría lastrar la reactivación del consumo es el miedo que parte de la población china ha desarrollado ante la posibilidad de infectarse tras casi tres años en los que la propaganda oficial ha alertado una y otra vez de los peligros del virus para justificar su decisión de mantener el ‘cero covid’.
“Incluso aunque se redujesen las restricciones a la movilidad antes del Año Nuevo chino (principal época festiva del año en el país, que en 2023 se celebrará a finales de enero), muchos consumidores podrían evitar las zonas concurridas”, apuntan desde ING, que descarta un “aumento significativo” del consumo en el primer trimestre del año venidero.
A esto se suman las perspectivas de recesión a nivel global, que lastrarán todavía más las exportaciones, que en noviembre habían descendido a su ritmo más rápido desde el inicio de la pandemia (-8,7 %) ante la caída de la demanda exterior, afectada por factores como la alta inflación o las agresivas subidas de tipos de interés.
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La recuperación económica, prioridad para el partido
El Politburó, la cúpula del Partido Comunista de China (PCCh), apuntó esta misma semana a una “mejora general” de la economía en un 2023 en el que se centrará en “estabilizar el crecimiento, el empleo y los precios”, así como en “prevenir y desactivar riesgos importantes de forma efectiva”.
El organismo también quiso garantizar la continuidad de su política fiscal “proactiva” y su política monetaria “prudente”, calificando esta última también de “precisa” y “contundente”.
Zhang Zhiwei, analista de Pinpoint Asset Management citado por el diario hongkonés South China Morning Post, destacó algunos “mensajes positivos” del Politburó como la promesa de “impulsar la confianza de los mercados con vigor”, lo que, en su opinión, anticipa unas políticas “más amables” para con los actores del mercado en 2023.
Tanto el yuan como las bolsas chinas han repuntado con fuerza ante los sucesivos anuncios de retirada de restricciones por parte de las autoridades.
Para la consultora Trivium China, el mensaje clave del comunicado del Politburó es precisamente la ausencia de menciones al ‘cero covid’: “Indica que la prioridad del Partido ya no es el control de la pandemia, sino la recuperación económica. (...) La forma en la que las autoridades guíen a China a través de la primera gran ola de covid en esta nueva era determinará cómo de rápido será Pekín capaz de revivir la economía”.
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“Unos niveles insuficientes de vacunación y unos recursos sanitarios inadecuados suponen que China se ha embarcado en una salida caótica del ‘cero covid’ que sobrecargará gravemente a la sanidad pública y a la economía. Esperamos que las cosas se pongan mucho peor antes de que empiecen a mejorar”, agrega.
Y es que el final del ‘cero covid’ no garantiza que 2023 sea un camino de rosas para China debido a otros factores como la crisis inmobiliaria o la guerra comercial y tecnológica con EE. UU., tal y como apunta Arup Raha, de Oxford Economics, quien pronostica un repunte del PIB del 4,2 % el próximo año pero advierte: “Incluso sin covid, la burbuja inmobiliaria se está desinflando lentamente y las tensiones políticas, aumentando. La recuperación será lenta, y la región (Asia) notará el dolor”.
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