Los alimentos dejaron de encarecerse: ¿cómo lograr que bajen de precio?
El mayor protagonista de la inflación en el país ha bajado el ritmo del alza en sus precios, pero necesitará medidas del Gobierno que le ayuden a pasar de no subir a disminuir sus costos. Le contamos qué factores se deben tener en cuenta y por qué.
Comprar la comida ha sido la manera en que los colombianos han sentido con mayor fuerza la pérdida de su capacidad adquisitiva, por cuenta de la inflación. Y es que si hace un año podían comprar 10 alimentos, ahora con el mismo dinero solamente pueden llevar alrededor de siete.
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Comprar la comida ha sido la manera en que los colombianos han sentido con mayor fuerza la pérdida de su capacidad adquisitiva, por cuenta de la inflación. Y es que si hace un año podían comprar 10 alimentos, ahora con el mismo dinero solamente pueden llevar alrededor de siete.
Pero esta realidad no es exclusiva de dicha categoría, también aplica para todos los bienes y servicios, en general. Muestra de esto es que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) llegó a 13,34 % en su variación anual, es decir, entre marzo de 2022 y 2023, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Además, desde marzo de 1999 (13,51 %) el país no tenía ese dato tan elevado.
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Aunque el panorama es adverso, la comida ha empezado a desacelerar su incremento desde enero de este año. La variación mensual de este grupo, en marzo, fue de 0,91 %, el más bajo desde junio de 2022. Es un valor sustancialmente menor que el mismo de febrero de este año (1,6 %) y el de marzo de 2022 (2,84 %).
Por eso, se evidencia que la variación anual del grupo pasó del 24,14 % en febrero de este año al 21,81 % en marzo y es más bajo que el 25,37 % que registró el DANE en el tercer mes de 2022.
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Que baje la presión inflacionaria de los alimentos es una buena noticia para todos, pero tiene todavía más impacto en aquellas personas de bajos ingresos. Justamente son ellos los que gastan un mayor porcentaje de su dinero en este tipo de productos.
Las cifras reflejan este hecho, ya que la inflación anual para los hogares pobres ha bajado. En marzo de este año el dato fue del 13,87 %, estuvo por debajo del registro de febrero (14,34 %). La disminución coincide con la de los alimentos, ambos iniciaron su tendencia a la baja en enero.
En este punto, toda Colombia quiere que baje la inflación. Para eso el Banco de la República ha estado incrementando sus tasas de interés, de este modo busca que al encarecer el crédito, las personas dejen de endeudarse para comprar y opten por ahorrar. Así se controla la demanda de bienes y servicios, ante una oferta limitada.
Al ser una medida generalizada, también ha impactado a los productores de alimentos que, generalmente, piden prestado el dinero que necesitan para sembrar sus cosechas. “Hasta ahora el Gobierno empieza a bajarlas, respecto a los créditos agropecuarios, así que una inflación de marzo no se vio impactada por este fenómeno”, señala Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).
De hecho, el Gobierno lanzó la semana pasada nueve líneas de crédito subsidiadas para pequeños y medianos productores. Y, si bien el objetivo de la iniciativa es contribuir a bajar la inflación, tendrá mayor impacto en las siembras que se realizan en abril y se cosechan en el segundo semestre del año.
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📉 Pasar de no subir a bajar
Pese a que en los tres meses del año se ha mantenido la tendencia de los alimentos a desacelerar sus incrementos, “el sector es muy vulnerable a fenómenos y variables externas que son impredecibles y que impactan severamente la estructura de costos de producción”, dijo Bedoya.
Y, aunque desde el Ministerio de Agricultura ya han implementado programas que subsidian los insumos y los créditos, hacen falta políticas públicas que impulsen la velocidad de la desaceleración de los alimentos. “Los recursos para los subsidios de los fertilizantes eran muy bajitos en función de lo que el país importaba, 80.000 millones de pesos para más de dos millones de toneladas de fertilizantes que se importan al año. Es un buen esfuerzo, pero no tiene ningún impacto.
Sin embargo, para Jaime Rendón, director del Centro de Estudios e Investigaciones Rurales de la Universidad de La Salle, dichas políticas son muy limitadas y frágiles, aunque parten de un buen análisis. “Falta que se les dé más vigor y amplitud porque hasta ahora no han sido ni eficientes ni eficaces”.
Por su parte, el presidente Gustavo Petro aseguró que han “acordado con los empresarios, la ANDI (Asociación Nacional de Industriales) y de la SAC diseñar e implementar medidas para la reducción de los precios de los alimentos”.
La respuesta de la SAC al presidente fue que están dispuestos a trabajar en hacerle frente a los factores que inciden allí. “Hay que tomar medidas para mitigar las variables que han incrementado el costo de producción de alimentos, como: tasas de interés, de cambio, las lluvias, el costo de transporte por el mal estado de las vías... Para cada uno de esos temas puede haber decisiones presupuestales por parte del Gobierno”, dijo Bedoya.
El líder gremial agregó que lo que no se debe hacer es controlar los precios directamente porque puede generar más inflación y hasta desabastecimiento.
“Mientras el encarecimiento de la mano de obra, combustibles e insumos agrícolas continúe, la tendencia en el sector hortifrutícola es que estos precios se mantengan, sin embargo, algunos de ellos podrían incrementarse por efectos de la oferta y demanda que obedece a la tendencia del sector”, expresó, a su turno, el gerente de la Asociación Hortifrutícola de Colombia, Ávaro Palacio.
En eso coincide Bedoya, pues subraya que “aquí lo que se necesita es una producción rentable de alimentos, una estabilidad en las reglas de juegos que permitan a los productores la toma de decisiones racionales y, obviamente, bajo la óptica de seguir contribuyendo a la seguridad alimentaria de todos los colombianos. Pero también que puedan compensar los incrementos en los costos de producción que hemos visto a lo largo de los últimos dos años”.
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🚚 ¿Y la comercialización?
Lo anterior hace parte de la misma cara: la oferta. Pero también es relevante el comportamiento de la demanda, es decir, el lado de los consumidores. Y es ahí donde el Gobierno también debe centrar su atención, pues para Carlos Duarte, docente miembro del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali, es necesario evitar la especulación de precios que hacen los intermediarios o los vendedores de las centrales de abastos.
“Hay que revisar que no se estén presentando fenómenos de acaparamiento o acuerdos entre privados para subir los precios. No significa regular los precios desde el Gobierno, sino más bien, aumentar los controles de seguimiento en las centrales de abastecimiento. Esto se puede hacer comparando los precios de venta de los productores con los que comercializan las centrales de abastecimiento, teniendo en cuenta” el valor de la intermediación, afirmó Duarte.
Clara Inés Pardo, profesora de la Escuela de Administración de la U. del Rosario, coincide en la importante realizar un monitoreo constante y añade que se deben seguir revisando alternativas a mediano plazo para que haya suficientes insumos y se incentive la producción.
Por otro lado, un factor positivo desde la demanda es que “las personas han cambiado sus hábitos de consumo y han optado por sitios de mejores precios y productos más accesibles, aquellos que se encuentren en cosecha. De ese modo se han adaptado a esas condiciones del mercado”, afirmó Rendón.
En la balanza de la oferta y la demanda, no favorece la disminución del alimentos en el país. En total se registró una producción de 391.131 toneladas en marzo 2023 a nivel nacional, unas 10.149 toneladas menos (-2,5 %) que las del mes de febrero, según el reporte de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA).
Finalmente, la oferta de alimentos para el consumo interno en Colombia es de, aproximadamente, 36,8 millones de toneladas, de las que el 84,1 % es de producción nacional. Y el 70 % de la oferta de alimentos en Colombia se considera campesina. Por eso los programas y apuestas que haga el Gobierno en el campo son claves para disminuir los costos de producción de los alimentos y, por ende, en el mercado, aunque también este debe ser vigilado.
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