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Desde su llegada al gobierno, Gustavo Petro ha sido enfático en la necesidad de que Colombia comience a dar avances en su transición energética. Esto es pasar de combustibles fósiles a energías más limpias y amigables con el medio ambiente, como lo es el hidrógeno verde.
El argumento central de esta apuesta gubernamental se centra en la mitigación del cambio climático, aspecto en el que, si bien Colombia no es tan protagónica en su aporte en las emisiones globales, sí busca asumir su responsabilidad y, desde el ejemplo, ser referente a otras economías a dar pasos importantes en esta materia.
Sin embargo, estas intenciones gubernamentales no se han traducido en un prohibicionismo, en el corto plazo, para ponerle un freno definitivo a estas industrias, pues lo que se ha dicho es que los actuales contratos de exploración y explotación (que no son pocos) seguirán hasta que finalicen su ejecución.
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Según lo explicado por el Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, actualmente el país tiene 121 contratos en ejecución, 37 en trámite y otros 36 que se encuentran suspendidos y a la espera de su reactivación.
Si bien en noviembre del año pasado el ministro Ocampo había dicho que el Gobierno de Petro no está cerrado a nuevos contratos de exploración y explotación, este jueves la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez dijo (en su participación en el Foro Económico en Davos, Suiza) que no se aprobarán más contratos de explotación.
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Esto se traduce en que para la cartera de Minas y Energía las actuales reservas de Colombia son suficientes para atender la demanda nacional, ya que de lo contrario el país tendría que comenzar a importar estos combustibles, lo que le restaría su autosuficiencia energética y subiría los precios (no solo de los combustibles, sino también de los alimentos y otros productos por aumentar los costos del transporte y la producción).
Lo cierto es que actualmente la dependencia que tiene Colombia del petróleo sigue siendo alta. Este, por ejemplo, sigue siendo su principal activo de exportación, amén de que muchas industrias y la movilidad misma es posible gracias a combustibles como la gasolina y el diesel. Todos aspectos que tendrá que tener en cuenta la transición energética que propone Gustavo Petro.
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Una buena noticia es que en los últimos meses la iniciativa del mayor mandatario ha contado con una amplia aceptación en el ámbito internacional. Ejemplo de esto es el compromiso que adoptó el Banco Europeo de Inversiones para apoyar al país en esta materia, el crédito por US$1.000 millones que le otorgó el Banco Mundial para financiar este plan, así como los US$74,5 millones que otorgará el Banco Interamericano de Desarrollo.
Con la llave cerrada a las nuevas exploraciones, comienza la cuenta regresiva para que Colombia implemente su plan de transición energética antes de que finalicen sus reservas. También es una realidad que el cambio climático es evidente y ya está generando estragos en la economía, lo que implica acciones urgentes.
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