Nobel de Economía 2024: lecciones para entender la desigualdad
En ediciones recientes, incluida la de este año, la Academia de las Ciencias de Suecia ha distinguido a economistas que han dedicado gran parte de su vida a desentrañar las causas y consecuencias de las inequidades a nivel global. Estos son los aportes de Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024. Uno de ellos se refirió a Colombia varias veces.
Así como Heráclito decía que la única constante en la vida es el cambio, también podríamos afirmar que la inequidad, como el río que fluye, siempre permanece, aunque el mundo siga transformándose. En cada cambio de era, periodo o siglo, hay algunos que se ponen por delante avanzan y otros muchos quedan rezagados en las sombras del progreso.
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Así como Heráclito decía que la única constante en la vida es el cambio, también podríamos afirmar que la inequidad, como el río que fluye, siempre permanece, aunque el mundo siga transformándose. En cada cambio de era, periodo o siglo, hay algunos que se ponen por delante avanzan y otros muchos quedan rezagados en las sombras del progreso.
Esta es la reflexión que emerge al analizar a los recientes ganadores del Premio Nobel de Economía, tanto los de este año (Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson) como a otros galardonados de ediciones anteriores.
Y es que, en varias de las últimas entregas, la Real Academia de las Ciencias de Suecia ha mostrado cierta inclinación por reconocer a economistas que han dedicado gran parte de su carrera a investigar y desentrañar las causas y consecuencias de las inequidades desde diferentes ángulos, lo que contrasta con el legado histórico del premio, que tradicionalmente ha destacado contribuciones más técnicas, como las enfocadas en la teoría económica, la econometría o la macroeconomía.
“Reducir las enormes diferencias de ingresos entre los países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo”, declaró Jakob Svensson, presidente del Comité para el Premio en Ciencias Económicas de la Academia, este lunes a través de un comunicado.
Los casos de Claudia Goldin (Premio Nobel de Economía 2023), cuyo trabajo contribuyó a mejorar la comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral, a través de una mirada histórica y actual de temas como la participación, los ingresos y las tasas de empleo; de Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer (2019), que aportaron un enfoque experimental para aliviar la pobreza, o el de David Card (2021) por su trabajo en economía laboral y las consecuencias de políticas como el salario mínimo, ejemplifican este cambio en el enfoque de la Real Academia de las Ciencias de Suecia.
Colonialismo y prosperidad
Tres economistas radicados en Estados Unidos compartirán el Premio Nobel de Economía 2024: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson. En su artículo académico más conocido, los estudiosos analizaron la importancia de las instituciones económicas como causa fundamental de las diferencias en el crecimiento económico y la prosperidad entre los países. Ellos argumentan, por ejemplo, que las diferencias en las instituciones económicas, más que la geografía o la cultura, son el principal impulsor de las disparidades de ingresos entre las naciones.
Así mismo, mediante el análisis de varios estudios de caso (como el del colonialismo europeo), los tres académicos teorizaron sobre el impacto duradero de los antiguos imperios sobre el crecimiento actual de los países. El jurado del Nobel de Economía incluyó en su descripción que las investigaciones de los tres académicos mostraron cómo el camino hacia la prosperidad puede variar en parte debido a las estructuras establecidas en los países colonizados por los europeos.
“La evidencia empírica de los experimentos coloniales sugiere fuertemente que las diferencias en las instituciones económicas, más que la geografía o la cultura, son el principal determinante del desempeño económico a largo plazo”, afirmaron en 2004 los ahora galardonados con el Premio Nobel.
Otro trabajo conjunto postula que en lugares donde los europeos enfrentaban altas tasas de mortalidad y no podían asentarse, era más probable que establecieran instituciones extractivas. Algo que ha trascendido más allá del Viejo Continente, llegando hasta el contexto latinoamericano.
De cierta forma, la obra de Acemoglu, Johnson y Robinson es un recordatorio de que las instituciones representan las reglas de juego de la sociedad y, como tal, deben fomentar una participación inclusiva en la economía, especialmente entre aquellos que enfrentan las mayores barreras para progresar.
“Tenemos que centrarnos aún más en instituciones más fuertes y democráticas. Es algo importante para el mundo que dejaremos a nuestros hijos y nietos”, dijo este lunes Daron Acemoglu.
Las instituciones inclusivas promueven la participación amplia en la economía, protegen derechos de propiedad, fomentan la innovación y generan crecimiento sostenible. En contraste, las instituciones extractivas concentran el poder y los recursos en una élite, limitan la participación económica y generan ineficiencias. Mientras las inclusivas impulsan el desarrollo a largo plazo, las extractivas suelen llevar al estancamiento económico
La relevancia del trabajo de los galardonados a la hora de discernir por qué algunos países son ricos y otros mucho más pobres fue resaltada por la Real Academia Sueca de las Ciencias en Estocolmo, cuyo premio de 11 millones de coronas (US$1,1 millones) será compartido entre los tres.
La visión de un Nobel sobre Colombia
De los tres galardonados, Johnson es probablemente el más conocido por su paso por el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como por ser profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts junto con su colega Acemoglu. Robinson, por su parte, se ha desempeñado como profesor de Gobierno de la Universidad de Harvard y es coautor junto a Acemoglu del libro ‘¿Por qué fracasan los países?’.
James Robinson, asimismo, se ha referido en varias ocasiones a la actualidad colombiana a través de columnas publicadas en este diario. En una de ellas, publicada en 2014, el académico resaltó cómo hay diferentes narrativas socioeconómicas que se entrelazan en el país.
”Una es de un país exitoso, con políticas macroeconómicas estables, una larga historia de democracia y libre de renegociaciones de la deuda y populismo (...). Otra narrativa es aquella que pregunta cómo un país puede ser exitoso cuando ha vivido una guerra civil por 50 años (...) y cuando el Gobierno es incapaz o reacio a proveer bienes públicos básicos para la mayoría de sus ciudadanos”, escribió Robinson.
En un momento en que el país discutía los alcances y los mecanismos del proceso de paz, el hoy Nobel de Economía le aconsejó al país poner “mucha atención” al diseño de las instituciones para empoderar la sociedad rural: “el empoderamiento de la Colombia rural va a ser algo nuevo y asustador para ellos (las élites políticas), pero es lo que se necesita que suceda si quieren ser parte de una Colombia moderna”. Una recomendación tan vigente como entonces.
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