¿Por qué es necesario hablar de pobreza en medio de las elecciones?
Esta semana, el DANE publicará las cifras acerca de cómo se encuentra el panorama de la pobreza en el país, tanto desde el punto de vista monetario como desde el multidimensional. Estos datos ayudarán a pintar una fotografía del bienestar de los colombianos en medio de una elección clave.
Santiago La Rotta
Esta semana podría marcar un punto de giro en la campaña presidencial en Colombia. No porque se conozcan nuevas alianzas o escándalos. De hecho, el asunto crucial nada tiene que ver con lo electoral, pero sí dice algo profundo y rotundo sobre cómo va Colombia y, de paso, qué país va a recibir el próximo administrador nacional.
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Esta semana podría marcar un punto de giro en la campaña presidencial en Colombia. No porque se conozcan nuevas alianzas o escándalos. De hecho, el asunto crucial nada tiene que ver con lo electoral, pero sí dice algo profundo y rotundo sobre cómo va Colombia y, de paso, qué país va a recibir el próximo administrador nacional.
Este martes, el DANE revela las cifras de pobreza monetaria y multidimensional, así como los más recientes resultados de la encuesta Pulso Social. Las tres cosas, en especial las dos primeras, ofrecen una fotografía de cómo se encuentra el bienestar de los colombianos que más necesitan asistencia del Estado, a quienes más golpea la inflación, quienes habitan los bordes de las cifras de desempleo, quienes tienen que decir la palabra pensión con los ojos cerrados.
El panorama de la pobreza actúa como una suerte de prisma para muchos otros temas. Tiene todo que ver con una reforma fiscal, también con política de empleo, precios de los bienes (en especial de los alimentos), cobertura de internet, acceso a servicios públicos, desarrollo rural... De cierta forma, estamos hablando del centro en el torbellino de la inequidad, una palabra que tiende a aparecer mucho en tiempos electorales, pero que después suele ser camuflada debajo de otras más poderosas.
Y, sin embargo, la reducción de la pobreza no ha estado en el centro de la discusión de todos los candidatos. Claro, este es un tema que está atravesado por tantas otras tensiones y problemáticas. Pero la superación de la pobreza como objetivo de país no es un asunto que esté muy arriba en las discusiones de la elección.
¿La economía va bien y el país mal?
Las más recientes cifras del DANE (febrero 2022) dan cuenta de que prácticamente todos los sectores están agregando valor a la economía nacional por encima del ritmo que traían en febrero de 2020, es decir, antes de que la pandemia irrumpiera con todos sus desastres económicos y sanitarios.
El único renglón que sigue con un desempeño inferior al de la vida prepandemia es el de las actividades primarias, que agrupa a las industrias extractivas y el agro. Aquí hay que decir que la agricultura presentó cifras positivas en febrero de este año, frente a una contracción que había registrado en enero. Entonces, el lastre en este escenario sigue siendo, particularmente, la producción petrolera y de gas, según aclaró el director del DANE, Juan Daniel Oviedo.
Ahora bien, dejando de lado este aspecto, todas las demás esquinas de la economía parecieran mostrar un ritmo de recuperación que se antoja saludable, según la mirada de varios analistas. De hecho, el 8,1 % que alcanzó el Indicador de Seguimiento de la Economía para febrero (ISE) estuvo muy cerca de las expectativas máximas de centros de análisis financiero, que esperaban que su desempeño estuviera entre 7,6 y 8,3 %.
Vale agregar acá que, para 2021, el PIB de Colombia llegó a un 10,6 %, una cifra que fue celebrada a lo grande. Y, en justicia, sí fue un número bastante bueno que justo respondía a la narrativa del año de la recuperación y la reactivación.
Pero por debajo de la cifra siguen bullendo tensiones y problemas que superan con creces el entusiasmo (y en algunos casos el triunfalismo) con el que se mira el desempeño de la economía colombiana. La pobreza, justamente, es uno de estos puntos.
Y este es un escenario que goza de cierto consenso entre analistas y académicos. Por ejemplo, en un informe sobre la economía colombiana, la OCDE reconoció que se ha recuperado notablemente, en buena parte gracias a los esfuerzos en renglones como política monetaria y fiscal. El organismo también señaló que los programas sociales han logrado proteger de la pobreza a millones de personas.
A pesar de dar una especie de parte de tranquilidad sobre el estado de la economía nacional, el organismo también advirtió que el crecimiento en el mediano plazo va a depender de la forma y eficacia con la que el país ponga en marcha reformas para “ampliar la protección social e impulsar la productividad”.
Buena parte de los retos se concentran en asegurar a los más vulnerables, pues la pandemia fue altamente regresiva, según dijo Jens Arnold, economista principal de la OCDE en Colombia, durante la presentación del informe en la sede Bogotá de la Universidad Nacional a finales del mes pasado.
De dónde venimos y para dónde vamos
Para 2020, la pobreza en Colombia registró uno de sus peores momentos. Esto no resulta sorprendente al tener en cuenta que el mundo, y la economía colombiana con el resto, se encontraba inmerso en algunos de sus momentos más complicados e inciertos, con miles de vidas apagándose diariamente, al tiempo que el bienestar de millones de personas se iba esfumando más pronto que tarde.
De acuerdo con las cifras del DANE, en 2020, el peor momento de la pandemia (hasta ahora), más de 3,5 millones de colombianos entraron a la categoría de pobres (medida desde su perspectiva monetaria). Esto llevó a que la incidencia de la pobreza se ubicara en 42,5 %, con 21,2 millones de personas en este renglón a escala nacional.
Según estas cifras, el país cuenta, además, con 7,4 millones de personas en condición de pobreza extrema, un renglón en el que se pone en juego la alimentación básica.
Como en tantos otros aspectos, 2020 pasó a la historia como el peor retroceso en pobreza para el país en, por lo menos, una década.
Y el punto acá es que cada año que se cede en lucha contra la pobreza representa varios más para poder recuperar el terreno perdido. Esto solo desde el punto de vista de la política pública. Ya en la vida tangible, lejos de la macroeconomía, cada centímetro que es cedido en el terreno de la pobreza y la pobreza extrema implica que alguien no puede experimentar la vida con las garantías mínimas de subsistencia, como una alimentación básica o servicios públicos en un hogar, por ejemplo.
Entonces, ¿cómo se comportó la pobreza en 2021? Todo parece indicar que esta respuesta tiene una parte medio llena y otra medio vacía, si se quiere.
El costo social de la inflación
Los resultados de pobreza, de acuerdo con algunas proyecciones, podrían tener dos caras. Por un lado, se espera que la medición de pobreza baje por cuenta de la reactivación general de la economía y la recuperación del empleo (que no ha sido total, pero sí a mejor ritmo que en 2020, claramente). Cálculos de Fedesarrollo señalan que la incidencia de la pobreza monetaria podría llegar al 40 %. Una recuperación a todas luces, pero no mejor que las cifras de 2019, cuando el indicador se ubicó en 35,7 %.
Por el otro, es casi seguro que la pobreza extrema crezca.
En Colombia, la línea de pobreza extrema se traza en paralelo con una canasta básica de alimentos (que a su vez proveen una cantidad mínima de calorías). Dicho de otra forma, esta clasificación depende de la posibilidad de las personas para acceder, de acuerdo con sus ingresos, a un estándar de alimentación.
Y este incremento estaría íntimamente relacionado con la inflación en general, pero en específico con las subidas en los precios de los alimentos.
Este aumento es preocupante de entrada, pero lo es aún más cuando se tiene en cuenta que las alzas en la comida tienden a golpear más los bolsillos de las personas con menores ingresos.
Para marzo de este año, la variación anual de los alimentos (o sea, en comparación con el mismo mes de 2021) fue de 25,37 %; en su comparación mensual (en relación con febrero de 2022) llegó a 2,84 %. En ambos escenarios, la comida lideró el incremento en los precios al consumidor, indicador que creció 8,53 % en su medición anual y en 1 % en la mensual.
En una entrevista pasada, el director del DANE ya se había referido a este tema al asegurar que la inflación tendrá un impacto definitivo en la pobreza, especialmente en la extrema por la estrecha relación con los alimentos: “Es un efecto retardador de la movilidad social”, dijo Oviedo.
Y agregó: “Cuando haces el repaso entre las 23 principales ciudades del país puedes ver cómo los ingresos en cada lugar crecieron, pero no a tasas superiores al promedio de la inflación de alimentos para 2021, que se ubicó en 17,22 %. El gran efecto que va a tener esa inflación de alimentos tan importante que vimos en 2021 es el de ponerle un freno de mano a la evolución de la población en pobreza extrema”.
Lo que esta porción de las cifras del DANE revelará, al calor de las elecciones de finales de mayo, es que más colombianos pueden estar bordeando el hambre. Los propios números de la entidad (Pulso Social) aseguran que, para febrero de este año, sólo 70 % de los hogares nacionales tuvo acceso a tres comidas diarias; el punto más bajo de esta medición se registró en mayo de 2021, cuando llegó a 63 %.
La visión regional
Lo que sucede en Colombia no es muy distinto de lo que está ocurriendo en Latinoamérica, de acuerdo con la CEPAL.
El organismo de las Naciones Unidas asegura que la desigualdad, medida bajo el famoso coeficiente Gini, se incrementó entre 2020 y 2022. En otras palabras, la reactivación no ha venido de la mano con mejorías sensibles en cerrar esa brecha. Para 2020, el Gini en Colombia era de 0,55, mientras que este año se estima llegue a 0,57 (en la medición, entre más cercano esté el valor a uno, más desigualdad existe). Para el total de Latinoamérica, estos valores pasaron de 0,46 a 0,54, respectivamente.
Las proyecciones de la CEPAL aseguran que, en 2021, la pobreza llegó en Latinoamérica a 32,1 % y la pobreza extrema se ubicó en 13,8 %. Esto quiere decir que, en comparación con 2020, hubo una leve reducción en pobreza (cuando se ubicó en 33 %), pero un crecimiento en pobreza extrema (hace dos años, este indicador fue de 13,1 %).
En números más claros, lo anterior implica que hay tres millones menos de pobres en la región, pero cinco millones más de personas en condición de pobreza extrema, o sea, latinoamericanos que tienen problemas monetarios para poder suplir sus necesidades básicas de alimentación.
Buena parte de lo que pase con la pobreza en el país dependerá de tantas otras cosas, como la política fiscal, la recuperación del mercado laboral o el afianzamiento de un sistema pensional que, en efecto, sirva para pensionar y no como una cuenta de ahorro más.
Y todos estos temas son centrales en esta elección, aunque la palabra pobreza quizá no aparezca tanto como debería.
Al final, este podría ser un punto clave para poner distancia con aquella canción que dice: “El costo de la vida sube otra vez / El peso que baja, ya ni se ve / A nadie le importa lo que piense usted / Será porque aquí no hablamos inglés”.