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Recientemente, se sumó a estas críticas la exdirectora del Fondo Monetario Internacional y actual presidenta del Banco Central Europeo, la francesa Christine Lagarde.
Son “una camarilla tribal”. “No van más allá de su mundo, tal vez porque se sienten cómodos allí”, afirmó el mes pasado en el Foro de Davos, criticando la falta de apertura de los economistas a otras disciplinas científicas.
Eventos como la pandemia del covid o la guerra en Ucrania hicieron tambalear las certezas. Y los economistas, habituados a ficheros de Excel y a modelos anclados en el pasado, necesitan adaptarse a un mundo que “ha cambiado un poco”, dice Peter Vanden Houte, economista jefe del banco ING en Bélgica.
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🔎 2021: una inflación no tan transitoria
Después de años sin grandes altibajos, la pandemia y la guerra dispararon los precios y echaron abajo todas las previsiones de los bancos centrales.
La inflación será transitoria, decían al principio, y no necesitará intervención de estas instituciones.
Lagarde ha reconocido en varias ocasiones que las previsiones en las que se basa la política del BCE no siempre son correctas y que no tenían en cuenta factores vinculados a este tipo de crisis.
Peter Vanden Houte asegura que los modelos usados actualmente “son menos fiables porque hay multitud de factores que son difíciles de integrar” como los impactos en las cadenas de suministro, la escasez de mano de obra o las tensiones geopolíticas.
Acostumbrados a pronosticar el futuro bajo el prisma del pasado, los economistas no pudieron cuantificar los efectos de la ruptura de las cadenas de suministro en un sistema globalizado.
“No son los modelos económicos los que fallaron, es la falta de imaginación de los economistas”, opina Maxime Darmet, economista en Allianz Trade.
“Se durmieron en los laureles” después de treinta años de globalización “en los que todo iba bien”, afirma.
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🔎 2023: la recesión que nunca llegó
Finalmente, los bancos centrales aumentaron significativamente las tasas de interés para frenar una inflación que había llegado a sus niveles más altos en cuarenta años.
Según los economistas, esto iba a provocar una ralentización o incluso una recesión en los países desarrollados.
Pero, por contra, el crecimiento de Estados Unidos se aceleró en 2023 y en la zona euro se mantuvo positivo con la excepción de Alemania.
Las últimas previsiones del FMI auguran un crecimiento en los países desarrollados también este año.
“Existe un verdadero enigma en esta desinflación inmaculada”, reconoce a la AFP el profesor de Economía en Princeton, Alan Blinder.
La mayoría de señales apuntaban hacia la misma dirección: altas tasas de interés que auguraban una contracción en Estados Unidos, el recuerdo de los años 1970 cuando solo una recesión permitió salir de la hiperinflación, otros indicadores pesimistas...
Una vez más, se acusó a los economistas de ser demasiado estrechos de miras.
La baja “calidad de datos” de los economistas y la caída en las “tasas de respuesta a las encuestas” pueden explicar estos errores, apunta Peter Vanden Houte.
Los nuevos comportamientos económicos también socavaron estos modelos: durante la pandemia, los gobiernos no depararon en gastos y el ahorro acumulado en los hogares durante ese tiempo permitió preservar el consumo, sobre todo en Estados Unidos.
De su parte, las empresas “gestionaron mucho mejor” la subida de las tasas de interés que en el pasado, analiza Christophe Barraud, director general de Market Securities Monaco SAM.
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🔎 2024: ¿año cero de los economistas?
Los economistas se sitúan “en los últimos lugares” de las profesiones en un índice de credibilidad, con la mitad de confianza que la suscitada por los meteorólogos, recordaba en una entrevista reciente a la AFP la premio Nobel de Economía, Esther Duflo.
¿Cómo cambiar esta imagen tan degradada?
“Todo el mundo sabe que los modelos actuales no son suficientemente satisfactorios para hacer buenas previsiones. Hay que razonar de forma distinta o al menos ensanchar los modelos integrando otros componentes”, opina Vanden Houte.
Algunos ya han iniciado este camino. El Banco de Inglaterra comenzó una revisión de sus modelos de previsiones después de las críticas por su incapacidad a prever el aumento de la inflación.
El banco central de Canadá también anunció que reemplazará sus antiguos modelos por métodos más enfocados al futuro.
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