Propuestas para una nueva reforma tributaria
Una de las pocas certezas en este año electoral es que, sin importar el resultado de las elecciones, una de las primeras decisiones de la próxima administración es hacer una nueva reforma tributaria. ¿Cómo debería ser? ¿Qué metas debería trazar este proyecto?
María Fernanda Valdés *
El 2021 fue el año más movido en temas tributarios de las últimas décadas en el país. Una sociedad cansada de la injusticia fiscal salió a las calles a exigir un cambio de rumbo, algo que parecía imposible en un país que siempre había asumido una actitud de resignación frente a las frecuentes reformas tributarias.
En 2022, el tema tributario seguirá en el centro de la discusión, pues la ley que lograron pasar en el 2021 dejó nuestro sistema tributario más desbarajustado que nunca. Además, creó una estricta regla fiscal que hace ineludible una nueva reforma tributaria más temprano que tarde. Así lo han pronosticado prácticamente todos los expertos del país y lo mencionaron como un asunto esperado para 2022 los líderes de opinión de la encuesta de Cifras y Conceptos.
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Por esta situación, cualquier candidatura a la presidencia que tenga algo de seriedad y responsabilidad debería presentar en su plan de gobierno una propuesta de reforma tributaria que garantice la sostenibilidad y la justicia fiscal, así como los recursos para financiar sus promesas de campaña. Sin una propuesta de este tipo, una campaña a la presidencia estaría ofreciendo meras bombas de jabón.
Sobre la orientación de la próxima reforma tributaria ya se ha hablado mucho. Existe algo de consenso en que debería ser recaudadora, progresiva y enfocada en reducir beneficios tributarios y frenar la evasión y la elusión. También debería gravar de manera más contundente a los sectores más ricos y más contaminantes de la sociedad.
Además, se tienen importantes insumos que los candidatos no deberían pasar por alto, como el resultado de la comisión de expertos de beneficios tributarios de la OCDE, los resultados de la comisión de expertos para la equidad y la competitividad tributaria del 2015, las propuestas de 2020 y 2021 de la red de trabajo fiscal y las de Fedesarrollo que buscan atacar la evasión.
Ahora, independientemente de la orientación de las propuestas, los candidatos no deberán ignorar las lecciones que trajo 2021 y sus discusiones, tanto en Colombia, como en el mundo. En lo que sigue, voy a reflexionar sobre tres de estas lecciones.
En primer lugar, el año pasado nos mostró que hablar de aumentar impuestos en elecciones puede dar réditos políticos, así que nuestros candidatos haría bien en perder el miedo a hablar sin tapujos sobre este tema. Hace unos años esto era impensable y los candidatos salían con evasivas cuando se les preguntaba sobre impuestos; algunos incluso firmaban en mármol no aumentar un solo impuesto más.
Hoy, el aumento de impuestos es parte de las propuestas electorales del mundo. En Alemania, por ejemplo, el hoy elegido canciller Olaf Scholz ganó las elecciones hablando de aumentar impuestos a los más adinerados. El caso más dramático se vivió en las elecciones en Chile, donde el hoy electo candidato Gabriel Boric Font obtuvo la votación más alta de la historia chilena con una campaña que se basó en la propuesta de aumentar la recaudación tributaria chilena en cinco puntos del PIB en cuatro años, sin duda la propuesta tributaria más ambiciosa del siglo XXI en el mundo.
El año 2021 también nos enseñó que el costo político, económico y social de no solucionar nuestro problema tributario de una vez por todas va en aumento y para la próxima administración estará en el nivel más alto. Esto hace que, para el próximo gobierno, una gran reforma estructural sea menos desgastante que varias reformas insuficientes y siempre cosméticas, como aquellas a las que nos acostumbraron las administraciones pasadas.
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Hace unos años, el gradualismo en las reformas era una virtud. Hoy, luego de ráfagas de reformas tributarias mediocres, la moderación extrema en temas tributarios se ha convertido en el peor de nuestros vicios. Ojalá los candidatos entiendan esto desde el principio y le apuesten a la gran reforma estructural que Colombia necesita desde hace décadas.
Por último, una de las más extraordinarias y esperanzadoras lecciones de 2021 es que hay un nuevo actor en el tema que es capaz de ayudar a pasar o tumbar una reforma tributaria: la ciudadanía. Que la ciudadanía se involucre en estos asuntos tan importantes, pero a la vez tediosos, es un gran desafío y en Colombia ya se logró. En efecto, según Google, los colombianos estuvieron tan interesados en las reformas tributarias que fue la consulta más realizada en el buscador durante 2021.
Aprovechando esta situación, qué bueno sería que quienes aspiran a la presidencia conversaran con esta ciudadanía cada día más informada. Qué importante sería también que las propuestas se presenten con transparencia a los votantes, para que su magnitud y efecto en la sociedad sea claro. Para dar tan solo un ejemplo de cómo esta transparencia se podría lograr, en 2021 el gobierno del presidente Lasso en el Ecuador lanzó una propuesta tributaria muy interesante que venía no solo con un articulado, sino también con una calculadora fiscal, para que la ciudadanía pudiera estimar el efecto de la reforma en su pago de impuestos.
No hay duda de que 2022 será decisivo para Colombia y el tema tributario estará en el centro de las discusiones. Ojalá los candidatos se tomen el tema con la importancia que se merece, pues seguramente los votantes sí lo haremos.
* Ph. D. en Economía, coordinadora para la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia. / @MFValdesV
El 2021 fue el año más movido en temas tributarios de las últimas décadas en el país. Una sociedad cansada de la injusticia fiscal salió a las calles a exigir un cambio de rumbo, algo que parecía imposible en un país que siempre había asumido una actitud de resignación frente a las frecuentes reformas tributarias.
En 2022, el tema tributario seguirá en el centro de la discusión, pues la ley que lograron pasar en el 2021 dejó nuestro sistema tributario más desbarajustado que nunca. Además, creó una estricta regla fiscal que hace ineludible una nueva reforma tributaria más temprano que tarde. Así lo han pronosticado prácticamente todos los expertos del país y lo mencionaron como un asunto esperado para 2022 los líderes de opinión de la encuesta de Cifras y Conceptos.
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Por esta situación, cualquier candidatura a la presidencia que tenga algo de seriedad y responsabilidad debería presentar en su plan de gobierno una propuesta de reforma tributaria que garantice la sostenibilidad y la justicia fiscal, así como los recursos para financiar sus promesas de campaña. Sin una propuesta de este tipo, una campaña a la presidencia estaría ofreciendo meras bombas de jabón.
Sobre la orientación de la próxima reforma tributaria ya se ha hablado mucho. Existe algo de consenso en que debería ser recaudadora, progresiva y enfocada en reducir beneficios tributarios y frenar la evasión y la elusión. También debería gravar de manera más contundente a los sectores más ricos y más contaminantes de la sociedad.
Además, se tienen importantes insumos que los candidatos no deberían pasar por alto, como el resultado de la comisión de expertos de beneficios tributarios de la OCDE, los resultados de la comisión de expertos para la equidad y la competitividad tributaria del 2015, las propuestas de 2020 y 2021 de la red de trabajo fiscal y las de Fedesarrollo que buscan atacar la evasión.
Ahora, independientemente de la orientación de las propuestas, los candidatos no deberán ignorar las lecciones que trajo 2021 y sus discusiones, tanto en Colombia, como en el mundo. En lo que sigue, voy a reflexionar sobre tres de estas lecciones.
En primer lugar, el año pasado nos mostró que hablar de aumentar impuestos en elecciones puede dar réditos políticos, así que nuestros candidatos haría bien en perder el miedo a hablar sin tapujos sobre este tema. Hace unos años esto era impensable y los candidatos salían con evasivas cuando se les preguntaba sobre impuestos; algunos incluso firmaban en mármol no aumentar un solo impuesto más.
Hoy, el aumento de impuestos es parte de las propuestas electorales del mundo. En Alemania, por ejemplo, el hoy elegido canciller Olaf Scholz ganó las elecciones hablando de aumentar impuestos a los más adinerados. El caso más dramático se vivió en las elecciones en Chile, donde el hoy electo candidato Gabriel Boric Font obtuvo la votación más alta de la historia chilena con una campaña que se basó en la propuesta de aumentar la recaudación tributaria chilena en cinco puntos del PIB en cuatro años, sin duda la propuesta tributaria más ambiciosa del siglo XXI en el mundo.
El año 2021 también nos enseñó que el costo político, económico y social de no solucionar nuestro problema tributario de una vez por todas va en aumento y para la próxima administración estará en el nivel más alto. Esto hace que, para el próximo gobierno, una gran reforma estructural sea menos desgastante que varias reformas insuficientes y siempre cosméticas, como aquellas a las que nos acostumbraron las administraciones pasadas.
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Hace unos años, el gradualismo en las reformas era una virtud. Hoy, luego de ráfagas de reformas tributarias mediocres, la moderación extrema en temas tributarios se ha convertido en el peor de nuestros vicios. Ojalá los candidatos entiendan esto desde el principio y le apuesten a la gran reforma estructural que Colombia necesita desde hace décadas.
Por último, una de las más extraordinarias y esperanzadoras lecciones de 2021 es que hay un nuevo actor en el tema que es capaz de ayudar a pasar o tumbar una reforma tributaria: la ciudadanía. Que la ciudadanía se involucre en estos asuntos tan importantes, pero a la vez tediosos, es un gran desafío y en Colombia ya se logró. En efecto, según Google, los colombianos estuvieron tan interesados en las reformas tributarias que fue la consulta más realizada en el buscador durante 2021.
Aprovechando esta situación, qué bueno sería que quienes aspiran a la presidencia conversaran con esta ciudadanía cada día más informada. Qué importante sería también que las propuestas se presenten con transparencia a los votantes, para que su magnitud y efecto en la sociedad sea claro. Para dar tan solo un ejemplo de cómo esta transparencia se podría lograr, en 2021 el gobierno del presidente Lasso en el Ecuador lanzó una propuesta tributaria muy interesante que venía no solo con un articulado, sino también con una calculadora fiscal, para que la ciudadanía pudiera estimar el efecto de la reforma en su pago de impuestos.
No hay duda de que 2022 será decisivo para Colombia y el tema tributario estará en el centro de las discusiones. Ojalá los candidatos se tomen el tema con la importancia que se merece, pues seguramente los votantes sí lo haremos.
* Ph. D. en Economía, coordinadora para la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia. / @MFValdesV