¿Qué está pasando y para dónde van los precios de la electricidad en Colombia?
El sistema eléctrico pasa por un momento de gran tensión, en el que, además de baja en los embalses, se ha configurado un escenario de precios elevados para los usuarios. ¿Cómo llegamos hasta acá y qué viene en el futuro?
Decir que el sistema eléctrico nacional pasa por un momento de alta tensión es, más que un juego de palabras fácil, una simplificación de los retos que presenta el escenario actual en el país.
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Decir que el sistema eléctrico nacional pasa por un momento de alta tensión es, más que un juego de palabras fácil, una simplificación de los retos que presenta el escenario actual en el país.
Para abril, las reservas hídricas del Sistema Interconectado Nacional se encuentran en 29,09 %, lo que las ubica en un mínimo histórico, según datos de XM, administrador del sistema eléctrico del país. Aunque preocupantes, las cifras empeorarán un poco más. De fondo, se necesita que llueva, con urgencia y de forma sostenida, pues Colombia es un país que alimenta su demanda energética con 70 % de generación hidroeléctrica.
Aunque la idea de un apagón no ha sido decretado oficialmente y actores del mercado, así como analistas, insisten en mantener la confianza sobre la posibilidad de evitar el peor de todos los escenarios, la posibilidad se acerca un poco más con cada día en que las lluvias no comienzan a llenar de nuevo los embalses.
Las tensiones no sólo se sienten por el lado de los fantasmas de los días futuros, sino también por los costos de la electricidad, que han ido creciendo tanto en la factura de muchos usuarios, como en el peso que tienen en la inflación, por ejemplo.
De acuerdo con los datos más recientes del DANE, este servicio público registró una variación anual de 19,51 % para marzo de este año y de 0,12 % bajo la mirada mensual (en comparación con febrero pasado).
En sus crecimientos anuales en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), la electricidad se encuentra en niveles del primer semestre del año pasado, que a su vez son los más altos registrados desde 2016, según los datos del DANE.
La situación es crítica cuando se le mira por regiones. La información del DANE permite ver que, entre las 10 ciudades en donde más subió la electricidad en el IPC para marzo de este año, siete son capitales de la Costa Caribe.
Para entender qué está pasando, y qué podría pasar, con las facturas de la energía, bien vale entender cómo se mueven los engranajes en este tema.
¿Cómo funciona el sistema eléctrico en Colombia?
La discusión alrededor de la energía es un diálogo lleno de aspectos técnicos en el cual es fácil perderse o simplemente no entender nada.
Para aclarar un poco el panorama de cara al usuario vale la pena explicar los aspectos más básicos de este debate.
Lo primero que hay que decir es que el precio que paga el usuario final, un consumidor cualquiera, es una suma de factores y actores que intervienen desde la generación de la electricidad hasta la entrada en un hogar.
La cadena que lleva a una factura se puede ver como una unión de seis eslabones principales. El primero es el componente de generación, que tiene un peso de 35 % en la factura final del usuario. Le sigue la transmisión, que representa 5 %. En la cadena continúa la distribución, con el mayor porcentaje (38 %). El proceso continúa con la comercialización, que incluye aspectos como la lectura de los medidores, la entrega de las facturas y el recaudo de los pagos; este componente pesa 13 %.
Los últimos dos eslabones no son percibidos por el usuario, por decirlo de alguna forma, pero también tienen un peso en el esquema de precios. Se trata de las pérdidas eléctricas, que representan 7 % de la factura final, y comprenden tanto los robos de energía, como pérdidas técnicas en el sistema. Y el último eslabón son las restricciones, que incluyen los mantenimientos y demás labores que garantizan la calidad del servicio; estas labores representan 2 % de la factura, aproximadamente.
Ahora bien, el precio de la energía que se consume en Colombia se negocia bajo dos modalidades principales. La primera son contratos de largo plazo, que representan 80 % de la energía que se consume en Colombia, según cálculos de Acolgen.
Esto quiere decir que la mayoría de la energía que se está consumiendo actualmente en el país tiene un precio que fue negociado con anterioridad. De fondo, esto trae mayor estabilidad al sistema (al garantizar que hay un suministro ya establecido), pero también deja abierta la puerta para que si hay fluctuaciones en las condiciones del sistema (como bajas en los embalses o problemas técnicos) esos precios pueden terminar por debajo de lo que cuesta generar en el presente.
Para atender este pedazo de la ecuación con la que funciona el sistema se tiene la bolsa de energía, en donde se negocian precios a diario. De acuerdo con Acolgen, normalmente los precios de la bolsa tienen un peso de menos de 6 % en la tarifa final de la factura eléctrica.
La bolsa, en su mayoría, es el mecanismo al que se acude para suplir la demanda que no es cubierta por los contratos de largo plazo.
En este punto, hay una pregunta que ronda a muchos: ¿si hay pronósticos de lluvia, por qué los precios no bajan, teniendo en cuenta esa mejoría en el sistema?
“Los comercializadores atienden a los usuarios y ellos toman la decisión de si compran la energía en contratos de largo plazo o si la compran en la bolsa todos los días. Hay algunos comercializadores que fueron muy diligentes y firmaron contratos a largo plazo y esta situación de fenómeno de El Niño no les afecta el precio al que le venden la energía a sus usuarios. Y hay otros comercializadores que están expuestos a bolsa, que compran la energía al precio que está ese día”, explica José Plata Puyana, director de la línea de Investigación en Transformación Energética de la U. Javeriana.
La exposición a bolsa es uno de los factores que hace que, en medio de un fenómeno de El Niño, las tarifas se mantengan altas, incluso cuando la marea, en términos de lluvias, puede comenzar a cambiar.
De acuerdo con un documento de la CREG, la exposición a bolsa de los comercializadores de energía en Colombia llegó a 29 % en 2023; en 2022 se ubicó en 28,4 %. Esta posición, dice el regulador, se estima como “suficiente para generar un impacto significativo en el costo unitario del servicio (CU) para los usuarios cuya demanda deba ser atendida mediante compras en la bolsa de energía durante el Fenómeno del Niño”.
Justamente este miércoles, XM publicó un informe sobre indicadores del mercado, en el que señalan que, durante marzo, el precio promedio de la energía en bolsa llegó a $622,33 por kilovatio-hora, un crecimiento de 8,56 % respecto a los precios registrados en marzo.
Así mismo, para el mes pasado, los precios de los contratos bilaterales aumentaron 7,73 % para el mercado regulado (uso residencial y pequeños comercios) y 10,59 % para el no regulado (industria y comercio).
Como las plantas térmicas han entrado a jugar un papel prioritario en el ecosistema energético, esto ha ido contribuyendo a que el precio de la electricidad se eleve en el país. Al final de cuentas, el costo de generar con agua es mucho más bajo que el de hacerlo con gas o carbón. ¿Cuánto más bajo?
Plata asegura que, una vez las térmicas entran a jugar un papel significativo en el sistema, el kilovatio en Colombia puede pasar de $250 a alrededor de $1.000. En otras palabras, pasar de generación hidroeléctrica a térmica significa agarrar los costos y multiplicar por cuatro.
Por otra parte, hay actores (generadores y comercializadores) que se comprometieron a unas entregas de energía mediante este tipo de contratos (pensados para reducir la volatilidad en el sistema), pero que hoy no pueden honrar esos compromisos pues hay escasez en la oferta por cuenta de El Niño. Entonces tienen que buscar coberturas en la bolsa. Esto también ayuda a explicar el aumento en los precios de la energía, de acuerdo con José Reinaldo Vuelvas, director de la Maestría en Energía y Sostenibilidad, U. Javeriana.
Y aquí entra a jugar un papel determinante el consumo de todos los usuarios, especialmente los residenciales y el comercio pequeño, que en conjunto llevan cerca de un año siendo el motor de la demanda en el país. Para marzo, la demanda creció 7,45 % frente al mismo mes del año pasado, según XM.
Este factor termina por sellar el destino de las facturas: generación más cara, mayor exposición a bolsa por parte de actores del mercado y mayor demanda por parte de los usuarios.
Es clave entender, como lo explica Plata, que una vez lleguen las lluvias los precios de la energía no bajarán inmediatamente, pues la recuperación de los embalses es un proceso. Sí puede haber una baja, pero no sensible.
Y, si bien hay pronósticos de lluvia para mayo, es importante que el consumo baje, pues las proyecciones climáticas son eso: ejercicios de simulación frente al futuro, más no una realidad sellada y firmada en piedra.
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