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Ecopetrol confirmó esta semana que está deshaciendo los acuerdos que tenía con Exxon Mobil para la realización de dos proyectos piloto de exploración de hidrocarburos con fracking en Colombia.
En septiembre, la compañía ya le había pedido a la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) una pausa de 90 días en el desarrollo de estos pilotos (ubicados en el municipio de Puerto Wilches, en Santander).
Pero la decisión de esta semana implica que la exploración de los llamados Yacimientos no Convencionales (YNC) queda detenida totalmente en el país. “Si el gobierno decide no aplicar el fracking en Colombia, Ecopetrol no hará fracking en Colombia”, dijo Felipe Bayón, presidente de la petrolera, en una entrevista para Caracol Radio.
El desarrollo, o no, del fracking en Colombia ha sido un asunto complejo desde su comienzo hasta este punto, que pareciera un final si se tiene en cuenta que en el Congreso cursa un proyecto de ley para prohibirlo, además de la intención del presidente Gustavo Petro de no permitir este tipo de exploración en el país.
La decisión de Ecopetrol tiene una serie de posibles consecuencias, económicas principalmente.
Pero antes de entrar en este punto vale la pena recordar un poco cómo llegamos hasta acá y por qué hay tantas dudas sobre los pasivos ambientales de esta técnica de exploración de hidrocarburos.
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¿Qué es el fracking y por qué tiene mala reputación?
El nombre de fracking es una abreviación para una técnica conocida como fractura hidráulica en la que se utiliza agua a presión, con una mezcla de arena, para poder romper y generar grietas en rocas que están kilómetros de profundidad de la tierra. En estas rocas hay hidrocarburos atrapados, tanto gas, como petróleo.
Típicamente, estas rocas se encuentran a grandes profundidades. Entonces, para alcanzarlas, es necesario perforar para que el agua llegue hasta ellas. Pero como el agua por sí sola va perdiendo presión a medida que avanza por la tubería, se deben usar unos químicos para que la fracturación hidráulica pueda realizarse. El uso de estos químicos es uno de los primeros problemas con el fracking, de acuerdo con ambientalistas.
Parte del problema es que hay evidencia de que, bajo ciertas circunstancias, el uso de estos químicos puede contaminar fuentes de agua. Así mismo, el uso de agua para esta técnica puede “alterar el equilibrio entre la demanda de los recursos hídricos locales y la disponibilidad de esos recursos”, según un informe de 2016 de la autoridad ambiental de Estados Unidos (conocida como la EPA, por sus siglas en inglés).
También hay algunas dudas por las afectaciones sísmicas que la explotación de YNC puede llegar a tener en una zona determinada.
La novela del fracking en Colombia
Las discusiones alrededor de este tipo de explotación de hidrocarburos no se han dado exclusivamente en Colombia. Y parte de las recomendaciones en los análisis internacionales han incluido mayor transparencia de parte de las compañías para entender y analizar los riesgos potenciales de los YNC.
En Colombia, una resolución y un decreto (de 2013 y 2014, respectivamente), le abrieron la puerta a este tipo de exploraciones petroleras en el país.
Pero ambas normas fueron demandas, aduciendo que no se había estudiado suficientemente los impactos ambientales y sobre la vida humana que el fracking podría tener.
La demanda fue analizada durante tres años por el Consejo de Estado, que a mediados de este año decidió dejar en firme la resolución y el decreto, que establecen las normas bajo las cuales se deben realizar la exploración y explotación de YNC en el país.
Y en la mitad de este embrollo legal una comisión de expertos recomendó, en un informe de abril de 2019, que se realizaran pilotos de investigación sobre fracking en Colombia (que también recibieron el visto bueno del Consejo de Estado en ese año). La idea de estos proyectos era, justamente, recabar mejor evidencia sobre qué puede pasar, o no, con esta técnica.
Los pilotos, a su vez, fueron demandados por la Corporación Afrocolombiana de Puerto Wilches porque, alegaban, no habían sido tenidos en cuenta en los procesos de consulta previa para el otorgamiento de la licencia ambiental.
Vale aclarar que de los dos pilotos que se estaban realizando sólo uno, Kalé, tenía el visto bueno de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (Anla).
A pesar de la demanda, que en primera instancia obligó a la suspensión de los pilotos, el Tribunal Administrativo de Santander tumbó la tutela y le dio vía libre a la realización de los proyectos (que, además del de Kalé, incluye el de Platero).
El Tribunal concluyó que los proyectos pilotos autorizados por el Consejo de Estado “no implica per se, la exploración y explotación de hidrocarburos en yacimiento no convencionales, actuación que correspondería a una segunda fase dentro de este procedimiento y que depende de la evaluación de la comisión de expertos”. Por estas razones, el Tribunal no se advierte en este estado la existencia de un perjuicio irremediable, por razón de la no consulta previa.
En medio de estos desarrollos legales, la ANH le dio el aval, en marzo de 2021, a la propuesta de Exxon Mobil para realizar el piloto de Platero. El de Kalé se realizaba en conjunto por esta empresa y Ecopetrol.
¿Por qué insistir en el fracking?
Con este contexto claro, es válido preguntarse ¿por qué tanta insistencia con el fracking si genera tantas tensiones sociales y jurídicas?
La respuesta es que los YNC son, en visión de la industria, críticos para alargar el horizonte de la autosuficiencia en hidrocarburos, incluyendo no sólo petróleo, sino gas.
Gremios y expertos calculan que realizar estos proyectos podría significar extender la autosuficiencia energética en más de 20 años. Cálculos de 2019 hechos por Campetrol hablaban en su momento de cuadruplicar las reservas de petróleo del país si se explotan estos yacimientos.
Así mismo, cifras del gobierno de la era Duque daban cuenta de un recaudo fiscal extra de unos $14 billones anuales en el pico de producción de este tipo de yacimientos.
El fantasma de la autosuficiencia pesa poderosamente, pues perder esta posibilidad no sólo encarecería los productos energéticos en el país, sino que podría tener un efecto dominó en prácticamente toda la economía.
Según José Ignacio López, director de investigaciones económicas de Corficolombiana, “perder la autosuficiencia en materia de gas tendría un costo significativo. El 50 % del gas que se consume en Colombia se destina para la industria y el uso domiciliario de las familias”.
A su vez, Naturgas asegura que “importar gas elevaría en cinco veces el costo de la factura del servicio para los colombianos”. Esta situación aumentaría la brecha de desigualdad y pobreza en el país, teniendo en cuenta que los estratos 1 y 2 concentran el 60 % de la cobertura nacional, según el gremio.
A pesar de la decisión nacional, Ecopetrol seguirá produciendo petróleo por cuenta del fracking en Estados Unidos, mediante su participación en un consorcio con otras empresas en la cuencia Permian (Texas).
Los resultados de esta operación fueron calificados por la empresa como “excelentes” en su más reciente informe financiero. Para el tercer trimestre de este año, la producción del Permian subió 79 % frente al mismo periodo de 2021 y 62 % en comparación con el segundo trimestre de 2022, alcanzando los 43.700 bped (barriles de petróleo equivalente por día).
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