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Si bien todos los ministerios tienen una gran importancia en la vida nacional, una de las carteras que se mira con más detenimiento en un cambio de gobierno suele ser la de Hacienda, por el peso de ésta en el funcionamiento de prácticamente toda la economía, así como de otros ministerios (vía asignaciones presupuestales, por ejemplo).
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La designación de José Antonio Ocampo como ministro de Hacienda del gobierno de Gustavo Petro adquiere particular relevancia en dos tiempos, si se quiere. El primero es el presente más inmediato. Su nombre es ampliamente conocido en el ecosistema económico, tanto por analistas e inverisonistas locales, como internacionales.
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Y esto es clave, pues le envía una señal de calma al mercado al tener al frente de la política económica a una figura respetada y con experiencia en el manejo de asuntos del Estado desde varios frentes (bajo varios gobiernos, además).
Lo segundo es el futuro de mediano y largo plazo. Ocampo se alinea con varias de las recomendaciones hechas por una multitud de analistas (incluyendo la Comisión de Expertos en Beneficios Tributarios) a la hora de abordar el panorama fiscal del país.
Primero, hay que hacer una nueva reforma tributaria. Y, en ella, entre otras muchas cosas, hay que reformar el impuesto a la renta para personas y, al mismo tiempo, atajar beneficios sectoriales en las jurídicas. Así mismo, habla de la necesidad de elevar los impuestos a las emisiones de carbono, a la vez de crear nuevos tributos ambientales.
En un reciente artículo para este diario, Ocampo explicó su lectura del país fiscal de esta forma: “Algunos de los retos más complejos del próximo gobierno son los asociados con las finanzas públicas. Dados los elevados déficits del Gobierno Nacional y de la deuda pública, que continúan estando entre los más altos de la historia, será necesario hacer un ajuste fiscal de unos tres puntos del PIB, de acuerdo con la regla fiscal. Pero, por otra parte, dadas las inmensas demandas sociales, es necesario financiar en forma permanente un mayor gasto público social. Esto significa que el grueso del ajuste deberá hacerse con una reforma tributaria estructural”.
Ocampo transmite tranquilidad para una gran porción de los mercados y de los actores económicos nacionales, pues el remezón fiscal (tan anunciado, como necesario) queda en manos de “un adulto responsable”, como lo definió un usuario en redes sociales.
Jose Antonio Ocampo será nuestro ministro de hacienda. Construir una economía productiva y una economía para la vida. pic.twitter.com/Hn1f0AQ9NY
— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 30, 2022
¿Quién es José Antonio Ocampo?
José Antonio Ocampo es uno de los economistas más respetados del país y ha sido ministro de Hacienda (gobierno de Ernesto Samper), de Agricultura (gobierno de César Gaviria), director del Departamento Nacional de Planeación (también gobierno de Samper) y codirector del Banco de la República, su más reciente participación en la administración pública (cargo al que fue nombrado por Juan Manuel Santos y en el que estuvo entre febrero de 2017 y diciembre de 2019).
En el ámbito internacional, Ocampo fue secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) entre 1998 y 2003. También fue secretario general Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales hasta 2007.
Actualmente, Ocampo es profesor de la Universidad de Columbia (EE.UU.), además de miembro de la Comisión Independiente para la Reforma Internacional de la Fiscalidad Corporativa (ICRICT), grupo que se dedica a estudiar temas alrededor del sistema internacional de impuestos corporativos. De ella también hacen parte personalidades como Joseph Stiglitz y Thomas Piketty, dos de los economistas vivos más conocidos y respetados a nivel mundial.
Para María Fernanda Valdés, coordinadora de Fescol, Ocampo es “un experto en temas de desarrollo productivo, en banca de desarrollo y arquitectura económica internacional, todo con una mirada desde la economía heterodoxa. Esta visión y este enfoque sería fundamental para afrontar los grandes desafíos sociales, económicos y ambientales que se avecinan, los cuales no podrían solucionarse con la visión ortodoxa de la mayoría de economistas de nuestro país”. Valdés y Ocampo coeditaron recientemente el libro “Políticas de desarrollo productivo: una agenda para el futuro”.
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A su vez, una persona que ha trabajado de cerca con Ocampo lo define como “un excelente profesional y una persona con una calidad humana increíble. Ha trabajado incanzablemente por alcanzar reformas fiscales que porfin se ajusten a la constitución. Desde sus tiempos en CEPAL ha estado empjuando la idea del “pacto fiscal” que necesita la región (y colombia) para acompañar el pacto social de nuestras constituciones garantistas en temas de derechos sociales”.
Y añade: “También conviene mucho que tenga una mirada internacional y no solo que esté mirando al ombligo de Colombia. Su trabajo en ICRICT, en ECOSOC y en el Panel FACTI le han dado también la posibilidad de elaborar diagnósticos sobre los problemas globales que inciden en nuestro país (todo el tema de flujos financieros ilícitos, evasión fiscal...etc) y también de cuáles deberían ser las posiciones de Colombia frente a esos debates”.
Un funcionario público que ha trabajado con Ocampo, pero que prefiere el anonimato, lo define como “reconocido internacionalmente por sus posturas heterodoxas. Tiene un gran trabajao académico en temas como crisis financieras, sector agrícola y regulación financiera internacional. Ha sido muy pragmático y eso le ha permitido moverse entre las aguas académicas y políticas. Es probablemente el ministro de Hacienda con mayor producción intelectual en el país”.
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