Reforma pensional: por qué tenemos que hablar del tema

Las últimas semanas del año suelen ser periodos que, en términos noticiosos, se reparten entre asuntos como la concertación del salario mínimo, el licor adulterado y, lastimosamente, algunas tragedias (especialmente siniestros viales). A la par que siempre esperamos poder prescindir del último tema, a la agenda de las festividades se sumó una conversación sobre el sistema pensional.

Las últimas semanas del año suelen ser periodos que, en términos noticiosos, se reparten entre asuntos como la concertación del salario mínimo, el licor adulterado y, lastimosamente, algunas tragedias (especialmente siniestros viales). A la par que siempre esperamos poder prescindir del último tema, a la agenda de las festividades se sumó una conversación sobre el sistema pensional.

Y aunque puede parecer toda una rareza para la época, lo cierto es que justo para este momento quizá resulta natural que tengamos que hablar de pensiones. Esto debido a la inminencia (y urgencia) de una reforma pensional, que debería entrar al Congreso a finales de abril de 2023.

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Pero hay que hacer dos paréntesis acá. El primero es que la reforma pensional es un tema que viene sonando hace varios gobiernos. Todos le han puesto fechas tentativas de presentación a la iniciativa y la reforma sigue sin ser diseñada y discutida.

El segundo es que la razón por la que estamos hablando de pensiones en este momento no pareciera tener que ver con la reforma pensional, o al menos no en un primer momento.

La discusión actual llegó luego de unas declaraciones de Jaime Dussán, recientemente nombrado presidente de Colpensiones, acerca de la posibilidad de que los recursos de la entidad (cabeza del sistema público de pensiones) sean utilizados eventualmente para financiar obras de infraestructura en el país, entre otros asuntos.

De entrada, hay un par de asuntos extraños en este punto. Uno, que las declaraciones se conocieron el 24 de diciembre, una fecha en la que típicamente se habla más de cómo los números de la lotería aparecieron escritos en el costado de un bocachico. Y, dos, que los objetivos primordiales de la reforma no deberían ser rediseñar el papel de Colpensiones en inversionista de infraestructura, sino en solucionar los grandes vacíos del sistema pensional colombiano, según varios expertos.

Entonces, al final del día, aunque sí estamos hablando de pensiones en un año clave para este tema, pareciera que no estamos discutiendo lo que sí hay que tener en cuenta.

Aclaraciones

Antes de ir más adelante, es clave decir que el propio presidente, Gustavo Petro, ofreció algo más de contexto y claridad después de los pronunciamientos de Dussán, que generaron una pequeña avalancha de comentarios y ataques, todos plenos en signos de exclamación y haciendo un uso indiscriminado de términos como expropiación (puro deja vu de los días de la campaña presidencial).

A través de su cuenta de Twitter, Petro sí se refirió a la propuesta de reforma pensional que ha pensado el Gobierno (y de la cual se conocen algunos aspectos generales) al decir que: “Al lograr que parte de las cotizaciones que se hacen a los fondos privados vayan, a partir de la reforma, a Colpensiones, garantizando la pensión de los cotizantes, se logra la disminución de la parte del presupuesto que el gobierno gira a Colpensiones. El ahorro presupuestal que se logra con la reforma, y que no viene del dinero de los cotizantes sino del presupuesto nacional, se gastará en el bono pensional de medio salario mínimo para los tres millones de adultos mayores que hoy están por fuera del sistema. Solo en los dos primeros años gastaremos la mitad del ahorro presupuestal en disminuir el déficit fiscal que heredamos para disminuir los costos del endeudamiento nacional y producir, así, un segundo ahorro presupuestal que sí puede ser destinado a inversión en infraestructura”.

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El mensaje del presidente, sin decirlo, sí se refiere directamente a la reforma pensional que tiene en mente el mandatario, y que ha sido una de sus prioridades desde sus días de campaña. No se trata, al menos no en primer lugar, de transformar a Colpensiones en un banco de inversión, sino de redirigir parte de un eventual ahorro presupuestal para, ahí sí, financiar obras de infraestructura.

Pero para llegar a ese estado de las cosas primero habría que explicar, de nuevo, de qué trata la idea de reforma pensional que tiene el Gobierno.

La reforma

El plan de la administración Petro fue introducido de una manera más formal a mediados de noviembre, mediante la instalación de la subcomisión de reforma pensional, en la que hay representantes de gremios empresariales y sindicatos del país.

La propuesta incorpora varias de las promesas de campaña del presidente Petro. Además, representa uno de los mayores revolcones en la forma en la que funcionan el régimen público (de prima media, Colpensiones) y el privado (de ahorro individual) en Colombia. El proyecto contempla tres pilares.

En primer lugar, está el solidario: se propone pagar una renta básica correspondiente a medio salario mínimo legal vigente ($500.000 a precios de 2022) para las personas que no alcanzan a obtener una pensión.

El segundo pilar sería uno contributivo y en éste se propone que quienes ganen hasta cuatro salarios mínimos ($4 millones, para 2022) realicen sus aportes al régimen de prima media administrado por Colpensiones.

El tercer pilar contempla que los aportes por encima de los cuatro salarios mínimos irán al Régimen de Ahorro Individual de las Administradoras de Fondos de Pensiones y de Cesantías (AFP).

Los problemas de fondo

Cuando la propuesta fue presentada, la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, aseguró que la iniciativa “es una reforma estructural, no es una reforma paramétrica, lo que estamos buscando es cómo generar mayor cobertura, para que todos los adultos mayores que hoy están por fuera de la posibilidad de tener una vejez digna (…)”.

La palabra clave que menciona la ministra es cobertura. Este es uno de los principales problemas del sistema pensional colombiano, de acuerdo con Mauricio Olivera, vicerrector administrativo y financiero de la U. de los Andes, y expresidente de Colpensiones. En Colombia, sólo una de cuatro personas en edad de pensión accede a este beneficio: se estima que hay cerca de cinco millones de adultos mayores de 60 años sin pensión. Además, se calcula que apenas 33 % de los trabajadores cotiza al sistema.

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Una de las razones detrás de la propuesta del Gobierno es la forma como se ha ido construyendo todo el sistema: las AFP (los fondos privados) concentran el 75 % de los afiliados, pero Colpensiones posee 80 % de los pensionados. Y en este desbalance lo que se han generado son presiones fiscales sobre las finanzas públicas, por un lado, pero también se ha ido gestando una bomba contra la estabilidad financiera de todo el andamiaje pensional.

Entonces, de fondo, la visión pensional del Gobierno resultaría en un crecimiento de la base de cotizantes de Colpensiones, lo que busca reducir el déficit del régimen público (que se estimaba en $14,8 billones para 2021). La idea es que la caja que se libera al cerrar este hueco ayudaría a financiar las transferencias de $500.000 del primer pilar, el solidario. Y, como lo dijo Petro, eventualmente esa liberación de fondos podría ir para financiar infraestructura.

Ahora bien, ampliar la cobertura es uno de los principales consensos que hay alrededor del tema pensional. El otro es, justamente, que se necesita una reforma de fondo, con urgencia.

Las diferencias y las dudas comienzan a emerger, justamente, por la forma como se financiaría ese pilar solidario. Y, en este momento, acerca de si Colpensiones debería meterse en el negocio de invertir sus fondos en construcción (como lo hacen los fondos privados).

Sobre la idea que circuló Dussán, Olivera asegura que, en las condiciones actuales, “la entidad no tiene la capacidad para hacer eso. Colpensiones no tiene reservas desde la crisis de 1999. En los fondos privados, cada ahorro es individual. Colpensiones es una bolsa. Y lo que se recauda hoy se usa para pagar hoy las pensiones. Si se recaudara más, habría una reserva y se podría invertir. Esa discusión debería tener más claridad”.

Daniel Mantilla, profesor de la Universidad de los Andes e investigador de Netspar, concuerda con Olivera al decir que Colpensiones no podría asumir el papel que esbozó el presidente de la entidad. “Una posible avenida de reforma es que Colpensiones compita con las AFP y quienes quieran deleguen inversión de su ahorro a Colpensiones. Pero sin esa reforma, Dussán no tiene control sobre dónde se invierten ahorros pensionales porque en Colpensiones no hay ahorro acumulado. De hecho, está es en déficit. Esto quiere decir que todos los aportes que entran a Colpensiones se gastan el mismo año en pagar pensiones, pero no alcanza, lejos de eso, y deben ser completados con impuestos generales”.

Transformar Colpensiones tampoco es una tarea fácil pues, como argumenta Olivera, eso implica tener una estructura muy diferente, asumir otras funciones: “Veo muy difícil que se vuelva como un banco”, asegura el experto.

Y concluye reiterando lo que han dicho prácticamente todos los expertos en el tema: el problema de fondo de la reforma, su corazón, es concentrarse en cómo ampliar la cobertura del sistema, no en transformar a la administradora pública de pensiones en un fondo de inversión en infraestructura. Esa discusión, como dijo un analista, no es para este momento y sólo introduce ruido: hablemos de pensiones, pero no así.

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