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El Banco de la República decidió este viernes volver a incrementar sus tasas de interés para llevarlas de 7,5 a 9 %. Este es el segundo aumento consecutivo de 175 puntos básicos; el primero había sido visto como “sin precedentes” en la historia reciente por el propio gerente de la junta directiva del Emisor, Leonardo Villar.
Pocos días antes de la decisión del Banrep, la Reserva Federal de EE. UU. (Fed) hizo lo propio con sus tasas de interés, con un incremento de 75 puntos básicos, la segunda alza consecutiva que realiza esta institución, lo que supone una velocidad de intervención que no se había visto durante décadas.
En el corazón de ambas decisiones hay una preocupación fundamental por el ritmo de la inflación en los dos países, que si bien se expresan y dependen de factores distintos, también tienen causas comunes: los desastres logísticos globales derivados de la pandemia y las nuevas presiones e incertidumbres que abrió la guerra entre Rusia y Ucrania (y que van desde la seguridad energética hasta la alimentaria).
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Y a pesar de que ambos bancos centrales están tomando decisiones de gran calado contra la inflación, la perspectiva de las dos economías pareciera distinta, al menos hasta el momento.
En el caso de Estados Unidos, la posibilidad de una recesión comenzó a acercarse más esta semana, no solo por la medida de la Fed, sino por las cifras del PIB del segundo trimestre, que mostraron una contracción mayor a la esperada (la expectativa era de 0,4 % y el dato salió en 0,9 % para su variación anual).
Por otra parte, en el anuncio de la decisión de tasas del Banrep lo que quedó en el aire fue una confianza en el rumbo de la economía colombiana. El propio Banco actualizó al alza su pronóstico sobre el crecimiento del PIB para este año, que estaba en 6,3 % y creció a 6,9 %.
De hecho, parte de la argumentación detrás del aumento en las tasas es que la economía puede soportar este nivel de intervención debido a su solidez.
Vale aclarar que esta semana el Fondo Monetario Internacional actualizó sus proyecciones para las economías globales, y en ese ejercicio situó la expansión del PIB en 6,3 %, cuando en abril esta cifra era del 5,8 %.
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Fenómenos que van de la mano
Ahora bien, la desaceleración en Estados Unidos no es necesariamente una mala señal. Esto si se tiene en cuenta que parte de la intención de la Fed es, justamente, restarles impulso al consumo y a la demanda para permitir una baja en los precios.
Más allá del dato del PIB en general, la entrada en recesión depende de otros factores, como el mercado laboral, que continúa mostrando buen desempeño, como lo señaló el propio Villar durante la rueda de prensa posterior a la decisión de este viernes.
Si la principal economía del mundo entra, en efecto, en recesión, este fenómeno puede tener características distintas de lo que históricamente se ha visto (que suele ser una caída en el PIB y una subida en el desempleo, entre otros factores).
Lo cierto es que una moderación en la inflación en EE. UU. sería más que bienvenida a escala global, en especial para las economías emergentes, pues esto podría implicar (en el mediano y largo plazos) que haya una baja en las tasas y un poco menos de volatilidad alrededor del dólar.
En el terreno colombiano, si bien nadie lo inscribe en piedra, el consenso entre analistas es que ya llegamos al final del ciclo de subida en las tasas o que estamos en la recta final (con un alza de más de medio punto porcentual, cuando mucho).
El propio Villar reconoció que, con los elementos y datos que están a la mano, puede que la necesidad de mayores ajustes en la política monetaria sea menor, a la vez que explicó que la situación debe evaluarse mes a mes.
Según Alejandro Reyes, economista principal de BBVA, “consideramos que el ciclo de alza en tasas habría finalizado y que la tasa se mantendría por un tiempo en el nivel actual, lo suficientemente alto para lograr una moderación de la inflación en el horizonte de política y una convergencia a la meta de inflación hacia 2024”.
Mientras que para Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, “estamos esperando que en septiembre, que es la próxima reunión, suban la tasa de interés medio punto porcentual y ya se termine el proceso de subida de tasas de interés”.
A pesar del optimismo en el desempeño de la economía en general, los datos de desempleo aún plantean dudas sobre la profundidad social de la recuperación económica.
Aunque la tasa de desempleo registró una mejoría de más del 3 % en junio frente a los datos del mismo mes del año pasado, aún queda un trecho por recorrer para acercarnos al nivel de empleo registrado antes de la pandemia, que tampoco era una maravilla.
Jackeline Piraján, economista de Scotiabank Colpatria, lo pone de esta forma: “Podemos destacar que si bien en el último año ha habido progresos grandes y hoy en día el nivel de ocupados es muy cercano a lo que teníamos antes de la pandemia, todavía hay una gran cantidad de personas que no han podido volver a este mercado de trabajo. La generación de empleo y las estrategias para enganchar a estas personas deberían ser claves para la política pública de acá en adelante”.
La brecha de género, que se ha reducido, sigue siendo amplia en contra de las mujeres, que registran una tasa de desempleo casi cinco puntos por encima de los hombres.
Los datos de desempleo, a pesar de que muestran mejorías, también permiten ver, según algunos analistas, que la recuperación se ha dado a favor del PIB, pero no necesariamente de la mano de la creación de más y mejor empleo.
Si bien la palabra recesión se ha vuelto moneda común en estos días, pareciera que aún hay una cierta franja de optimismo sobre cómo seguirá la economía en 2022. Falta ver si la fiesta no se acaba abruptamente, con llanto y guayabos.