Tasas de interés e inflación: la ecuación que enreda el panorama económico
Este jueves, el Banco de la República se apresta a tomar una nueva decisión sobre sus tasas de interés. Los analistas apuestan por una intervención más modesta que, en todo caso, tendrá impactos más allá del IPC.
El Banco de la República se apresta para tomar este jueves una nueva decisión sobre sus tasas de interés. Aunque casi todo el mundo da por descontado que el indicador va a subir de nuevo, el interés en esta ocasión (y un poco siempre, pero ahora es redoblado) es la agresividad del alza que decida la junta directiva del banco central.
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El Banco de la República se apresta para tomar este jueves una nueva decisión sobre sus tasas de interés. Aunque casi todo el mundo da por descontado que el indicador va a subir de nuevo, el interés en esta ocasión (y un poco siempre, pero ahora es redoblado) es la agresividad del alza que decida la junta directiva del banco central.
Para este punto, la junta directiva del Banco ha efectuado 12 incrementos en sus intereses desde septiembre de 2021, cuando se encontraban en un punto históricamente bajo (1,75 %), como respuesta a la crisis desatada por la pandemia. Hoy están en 12,75 %.
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La mayoría de los analistas consultados por Fedesarrollo esperan que la tasas lleguen a 13 % este jueves. Por su parte, en la encuesta de expectativas que publica el propio Banrep cerca de la mitad de los consultados se decanta por este aumento (aunque la otra mitad espera que las tasas lleguen a 13,25 %).
En cualquiera de los dos casos, este sería el aumento más tímido desde que empezó el ciclo de alzas, como lo permite ver este gráfico, que muestra cómo se ha manejado la política monetaria desde finales de 2021 hasta hoy.
¿Por qué se estaría moderando el Banco en su carrera para subir las tasas? La respuesta más inmediata está relacionada con la inflación, que, según el Ministerio de Hacienda, habría llegado a su techo en Colombia con los datos de febrero.
Aquí vale aclarar que esta esperanza ha sido albergada por algunos analistas en otros momentos y, hasta hoy, esa tendencia no ha terminado de materializarse. Recordamos aquí, cuando menos, mediados del año pasado cuando el propio Banco aseguró que los aumentos en los precios podrían estar llegando a su ciclo hacia arriba.
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Sin embargo, esta vez sí pareciera un buen momento para albergar la esperanza de que lo peor de la inflación puede ir quedando en el espejo retrovisor. La encuesta de Fedesarrollo, por ejemplo, habla de 13,24 % de inflación para marzo, con 9 % para finales de este año. Si el valor para marzo se materializa, sería el primer decrecimiento en el indicador desde mayo del año pasado, como se puede ver en el siguiente gráfico.
Esta posible desaceleración en el ritmo de subidas del Banco puede ir en línea con las estimaciones del Ministerio de Hacienda: la inflación estaría, por fin, comenzando a ceder. Pero, como ya se dijo, a ciencia cierta no se sabe aún.
Además del valor total del IPC en marzo (en sus variaciones mensuales y anuales), será clave ver la inflación en ítems como los alimentos y los servicios públicos, dos de los principales motores del alza general en los precios y, además, variables que le pegan a todos los hogares colombianos (en especial a los más pobres y vulnerables, desafortunadamente).
Y por acá entramos a la segunda parte de la discusión: la decisión que tome el Banco este jueves estará, claro, influenciada por el comportamiento del IPC, pero sus consecuencias se extienden bastante más allá de la inflación.
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De fondo, lo que el Banco busca hacer es frenar, de cierta forma, el ritmo del consumo en el país (para así, atacar el lado de la demanda de la inflación).
Para entender cuál es el papel de las tasas de interés en toda la economía, así como su incidencia en las decisiones y posibilidades de compra diarias de la gente, es útil pensar este escenario como una serie de dominós. El primer dominó es la decisión de subir y bajar las tasas y desde ahí se desprende una cadena que acaba en la góndola del supermercado o en la oficina de créditos hipotecarios de un banco.
El banco central de un país es conocido, entre otros términos, como el banco de bancos porque la entidad le presta dinero a los demás actores institucionales del sistema financiero. Y, entre otros factores, es por este papel que sus tasas de interés terminan siendo claves para toda la economía: si el Emisor sube su tasa de interés, los demás bancos verán una presión financiera para prestarle a los ciudadanos y empresas a mayores tasas también.
Una subida de tasas de interés tiene la intención teórica de hacer un poco más escaso el dinero y de encarecer los créditos. Y estos dos elementos tienen, a su vez, la posibilidad de influir en las decisiones de consumo de las personas: si el crédito se encarece, mejor no endeudarse para comprar esa moto, carro, casa.
Estas decisiones, colectivamente hablando, pueden ponerle un freno a la demanda, lo que a su vez puede terminar por bajar los precios de algunos bienes y, por ese camino, empujar hacia abajo la inflación.
Las decisiones del Banco buscan, de cierta forma, influir en el consumo de los hogares por las razones ya explicadas. Pero, siguiendo con la imagen de los dominós, pegarle a esta ficha también puede desencadenar mayores efectos en el resto de la economía colombiana.
Bien es sabido que uno de los principales motores de todo el andamiaje económico en Colombia es la demanda interna, o sea, el gasto de los consumidores.
Por ejemplo, BBVA Research reseña que el extraordinario crecimiento de Colombia en 2022 (7,5 %) estuvo impulsado, principalmente, por variables como el consumo privado y la inversión en maquinaria y equipo. Y a la vez indica que para el segundo semestre se espera una reducción significativa de la demanda.
Esta unidad de análisis proyecta que, para 2023, la economía colombiana crecerá 0,7 %. Esta proyección está en línea con los propios análisis del Banco de la República, que también ubican por debajo de 1 % la expansión del PIB para este año.
La desaceleración económica, a su vez, puede tener impactos en el mercado laboral, más aún en medio del intenso debate alrededor del paquete de reformas que presentó el gobierno del presidente Gustavo Petro (entre ellas, la laboral y la pensional).
Al final de cuentas, la decisión del Banco es un elemento clave en un escenario que siempre tiene fuerzas que se afectan mutuamente, pero que en este momento presenta grandes tensiones por cuenta del panorama económico local, pero también del global.
Justo este lunes, el Banco Mundial (BM) publicó un informe en el que argumenta que “hoy, casi todas las fuerzas que han impulsado el crecimiento económico están en retirada”.
Los datos que provee el BM no son de poca monta: el ritmo de crecimiento de la inversión entre 2022 y 2024 será de la mitad del registrado en las últimas dos décadas. Así mismo, la fuerza laboral está creciendo a marchas forzadas en un mundo en el que los incrementos poblacionales se están deteniendo. Esta relación inversa no sólo tiene consecuencias inmediatas en la expansión del PIB en las economías (especialmente las emergentes, como Colombia), sino también a futuro vía déficits en los pagos de pensiones.
Como resultado, entre 2022 y 2030 se espera que el crecimiento promedio del PIB potencial mundial disminuya en aproximadamente un tercio de la tasa que prevaleció en la primera década de este siglo, hasta el 2,2% anual.
Para las economías en desarrollo, la caída será igualmente pronunciada: del 6 % anual entre 2000 y 2010 al 4 % anual durante el resto de esta década. Estas caídas serían mucho más pronunciadas en caso de una crisis financiera global o una recesión, alertó el BM.
* Nota del editor: una primera versión de este artículo señalaba que la decisión del Banco sobre tasas se tomaría este viernes, dato que no es correcto, pues la decisión se tomará este jueves 30 de marzo.
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