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El mercado global depende, en buena medida, del volumen de café que sea capaz de extraer Brasil en un escenario inestable, con una oferta apretada, una demanda boyante y la pandemia de coronavirus aún causando estragos en las cadenas productivas internacionales.
“Las perspectivas para 2022, tanto en el mercado internacional como en Brasil, son de precios firmes” con “variaciones moderadas”, afirmó el ingeniero agrónomo Fábio Costa, analista de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), vinculada al Ministerio de Agricultura brasileño.
Brasil tiene un peso decisivo en los precios internacionales del café por su condición de mayor productor y exportador mundial. En la última década, cerca del 70 % de la producción nacional tuvo como destino el resto del mundo.
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Lo que pasa en los cafetales de este país tiene repercusiones planetarias y 2021 fue un año especialmente duro, con una reducción de la producción de alrededor del 25 % frente a la de 2020, cuando recogió el récord de 63 millones de sacas de 60 kilos.
¿El motivo? Las dificultades climáticas que enfrentaron las principales regiones productoras, como el estado de Minas Gerais (sureste), entre ellas la fuerte sequía que precedió la fase de floración y las posteriores heladas del pasado invierno austral.
Para Costa, el fenómeno de La Niña también contribuyó para esa “ruptura” de la productividad, en un año que ya se esperaba peor por la propia naturaleza del ciclo bianual del café.
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La escalada de precios, apunta Costa, comenzó “en el último trimestre de 2020″, con las primeras señales de que el clima no remaría a favor, como se confirmó después.
En 2021 continuaron subiendo ante el riesgo de escasez de suministros, con el agravamiento del cuadro meteorológico en Brasil.
Todo ello, unido a los problemas en Vietnam y Colombia, los otros grandes actores del sector, más una demanda al alza, contribuyó para que el precio del café en la bolsa de Nueva York saltase “un 74 %” en 2021, subrayó a Efe Gil Barabach, consultor de ‘SAFRAS & Mercado’, entidad especializada en el agronegocio brasileño.
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Los contratos de café arábica, el más producido en Brasil, negociados en Nueva York con entrega en marzo de 2022 cerraron el 31 de diciembre en los 226,10 centavos de dólar por libra (0,45 kilos), el nivel más alto desde 2011.
Y en estas primeras semanas del año el precio ha seguido elevándose hasta los 240.
Para este 2022, Brasil espera recoger 55,7 millones de sacas de 60 kg, un 16,8 % más frente a 2021, en la que sería la tercera mejor cosecha de su historia, si bien el resultado refleja los problemas climáticos del curso anterior.
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“La sequía limitó el crecimiento de las plantas en 2021 y ahora no tienen la suficiente energía para sustentar una cosecha muy amplia”, analiza Costa.
Las abundantes lluvias caídas desde octubre durante la fase de floración trajeron a los productores algo de optimismo, que decayó cuando observaron que ello no se tradujo en un volumen elevado de frutos.
A la incertidumbre sobre cuál será el comportamiento real de la cosecha brasileña en 2022 se suman además las proyecciones que indican un aumento del consumo global, en un contexto de “caos logístico” generado a partir de la pandemia, de acuerdo con Barabach.
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La falta de contenedores o el encarecimiento de los fletes ha dificultado el traslado del café desde los países exportadores hasta los principales mercados consumidores, como Europa y Estados Unidos, lo que también acabó presionando al alza los precios.
Además, a nivel interno, la situación podría ser peor, pues, si continúa la apreciación del dólar frente al real, los exportadores brasileños serán más propensos a vender el grano en el exterior para obtener mayores beneficios.
“Lo que marcará el mercado (internacional) será la próxima cosecha brasileña y la expectativa es que haya una pérdida de potencial”, remarcó Barabach.
Y para 2023 más de lo mismo, pues las previsiones de hoy no anticipan un descenso brusco de los precios futuros del café.