¿Un año pasado por hambre?: el panorama de la inseguridad alimentaria para 2023
La exposición de Colombia a factores externos, la inflación y la probabilidad de un fenómeno del Niño en la segunda mitad del año podrían llevar a que la inseguridad alimentaria siga registrando cifras preocupantes. Informe del Programa Mundial de Alimentos.
Marcela Osorio Granados
Quizás parezca un dato recurrente, pero no por ello deja de ser alarmante. En Colombia hay más de 50 millones de habitantes (48′258.494 según el censo de 2018, así que la cifra exacta cuatro años después no es muy clara) de los cuales 15,5 millones -que representan un 30 % de la población- se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
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Quizás parezca un dato recurrente, pero no por ello deja de ser alarmante. En Colombia hay más de 50 millones de habitantes (48′258.494 según el censo de 2018, así que la cifra exacta cuatro años después no es muy clara) de los cuales 15,5 millones -que representan un 30 % de la población- se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
Pero para que la cifra no se nos siga escurriendo entre las manos, vamos por partes. Primero hay que explicar qué es eso de inseguridad alimentaria.
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Un hogar es considerado en esta condición cuando sus integrantes no tienen un acceso satisfactorio a la comida, no logran cubrir fácilmente sus necesidades básicas y se enfrentan a escasez de alimentos, hambre y malnutrición. Ahora, de esa definición general se desprenden dos variables más: cuando la situación es severa y cuando es moderada. En el primer caso, se trata de los hogares que tienen brechas extremas en el consumo de alimentos; y en el segundo, de aquellos en los que tienen que adoptar estrategias de supervivencia, como vender sus bienes, para poder cubrir sus necesidades básicas.
Dicho eso, volvamos al dato que nos importa: 2,1 millones de colombianos están en una situación de inseguridad alimentaria severa y 13,4 millones en una moderada. En ambos casos se trata de personas que tienen que echar mano de múltiples estrategias para tratar de llevar algo de comer a sus hogares. Los factores que han contribuido a que nos encontremos frente a este panorama son amplios y están asociados a dos escenarios: estructurales (pobreza monetaria, desempleo, informalidad violencia) y coyunturales (COVID-19, inflación, desastres relacionados con el cambio climático y escasez de insumos agrícolas debido a la crisis en Ucrania).
La radiografía del fenómeno fue hecha por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, que recolectó información en 29 departamentos y 118 municipios y analizó patrones de consumo de alimentos, vulnerabilidad económica, estrategias de supervivencia asociadas al consumo y medios de vida.
“Debido a un conjunto de factores estructurales y coyunturales la situación de inseguridad alimentaria se ha deteriorado y se necesitan intervenciones integrales y de corto y mediano plazo para reducir el hambre y la inseguridad alimentaria en el país. Estas intervenciones deben contemplar una respuesta humanitaria en situaciones de emergencia en conjunto con el fortalecimiento de los sistemas productivos y de comercialización a nivel de territorios y nacional; la ampliación del acceso a agua potable y el fortalecimiento y la expansión del sistema de protección social, incluyendo la alimentación escolar”, detalla el análisis.
Respecto a las condiciones de prevalencia de inseguridad alimentaria, la ONU realizó una caracterización basada en los patrones de consumo de alimentos, estrategias de supervivencia - consumo y medios de vida - y la vulnerabilidad económica. De ahí se obtuvieron datos relevantes como que en el 35 % de los hogares disminuyeron los ingresos en los últimos 12 meses, que casi la mitad de éstos (46 %) tienen gastos por debajo de la línea de pobreza nacional, o que el 51 % de las familias tuvo que reducir el tamaño de las porciones de alimentos y otro 42 % tuvo que hacerlo el número de comidas.
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Y el panorama no parece ser muy alentador para este año. De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos, es probable que estos niveles de inseguridad alimentaria se mantengan este 2023 no solo por los efectos que sigue teniendo en el país factores externos como la guerra en Ucrania (costos y disponibilidad de insumos agrícolas e importaciones de alimentos), sino por las consecuencias de la ocurrencia del Fenómeno del Niño en el segundo semestre del año que “(...) reduciría las precipitaciones de la segunda temporada de lluvias de mediados de septiembre a mediados de diciembre y acentuaría la primera temporada seca del año 2024, por lo cual debe ser monitoreada dadas las implicaciones que puede tener en términos de producciones locales y disponibilidad de alimentos en gran parte del territorio nacional”.
Lupa a la población migrante
Para el análisis de la situación de este grupo poblacional, el Programa realizó 7.097 encuestas en 13 departamentos y 45 municipios con alta concentración de migrantes venezolanos y los clasificó en cinco grupos: migrantes con vocación de permanencia, en tránsito, pendulares, retornados colombianos y comunidades de acogida. En general, los datos arrojan que entre el 52 % y el 73 % de los migrantes se encuentran en inseguridad alimentaria, siendo los más afectados los migrantes en tránsito (73 %) y los pendulares (73 %), seguidos por los colombianos retornados.
En muchos casos los migrantes se ven obligados a comprar alimentos más baratos, reducir los tamaños de las porciones e incluso la frecuencia de las comidas para poder satisfacer sus necesidades. De hecho, los datos muestran que más del 25% de los hogares de migrantes recurre a estrategias de subsistencia de emergencia para poder comer: mendigan o aceptan actividades de riesgo para ganar dinero.
Una problemática que, además, tiene un fuerte componente de género pues en el 55 % de los hogares en los que la mujer es cabeza de hogar hay inseguridad alimentaria (reportan ingresos más bajos y es más probable que citen el trabajo informal), frente al 48 % de los hogares en los que hay un hombre a la cabeza.
“Existen altos niveles de inseguridad alimentaria en las poblaciones de migrantes y las comunidades de acogida en todos los departamentos. Muchos de estos hogares siguen excluidos de la economía formal de Colombia y no tienen acceso a esquemas oficiales de protección social o servicios de salud. Su situación se vuelve más precaria debido a factores agravantes como la violencia, las crisis climáticas, las barreras socioeconómicas, el aumento de la inflación y el costo de los alimentos”, sostiene el informe al insistir en que este año la situación puede empeorar, sobre todo si se tienen en cuenta las condiciones económicas en el mundo, la inflación alta y el desaceleramiento económico en el país.
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