Mercados financieros: de eso tan bueno parece no haber tanto
El avance en los salarios de Estados Unidos, que podría crear una presión inflacionaria, junto con una posible alza de tasas de interés en Europa para 2019, aguó la fiesta en los mercados mundiales. Analistas hablan de una corrección normal del sistema. El Dow Jones cerró con una variación de 2,34 %.
Redacción Economía.
Los mercados financieros globales comenzaron a mostrar signos de recuperación este martes, luego de dos días de caídas que sirvieron para vender miedo a través de titulares. Pero los analistas parecen no estar tan preocupados y, de hecho, aseguran que es una corrección normal del mercado. Nadie habla de recesión, aunque quizá sí de un futuro sobrecalentamiento en la economía.
Aunque parezca paradójico, parte de lo que ha sucedido con el mercado de acciones en estos días tiene que ver con la buena forma de la economía mundial. Diez años después del colapso bursátil de 2008, una gran porción de las economías globales crecen a un ritmo estable, gracias, en parte, a las medidas de choque implementadas por la crisis de aquel entonces, así como a los problemas de endeudamiento en Europa.
Lea también: Qué dicen autoridades globales sobre la caída de las acciones
El problema es que la economía se resiente si no crece, o lo hace bajo márgenes negativos, pero también lo hace si se desboca: todo con mesura, hasta la mesura misma.
Y en este escenario, lo que parece haber asustado a los inversionistas son los datos de crecimiento en salarios de Estados Unidos, que aumentaron 2,9 % en enero de este año en comparación con el mismo mes de 2017. Esto podría ejercer presión sobre la inflación, lo que a su vez podría estimular la subida de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, explica Cristóbal Ruiz, coordinador de la Unidad de Análisis Financiero de la Universidad Nacional: “Todo esto explica la llegada de Jerome Powell a la Reserva, quien, se cree, impondrá una política más restrictiva para estabilizar la economía”.
Algo similar podría estar sucediendo en Europa, que presentó las mayores cifras de crecimiento para la Eurozona (2,5 %) desde la masacre financiera de hace una década. Hay motivos para celebrar, pero sin excesos, porque esto podría significar que la fiesta por las bajas tasas de interés se acabó, principalmente debido a que nadie sigue hablando de crisis (aunque también para combatir riesgos inflacionarios).
A esto se suma la presión de organizaciones laborales que quieren una mayor repartición del crecimiento económico entre los trabajadores. Uno de los mayores sindicatos de Alemania (que representa a empleados de Daimler y Siemens) anunció la semana pasada que logró un incremento de 3 % anual a partir de 2019. Mayores salarios podrían implicar menores dividendos para las compañías.
Aunque el retroceso en los mercados no fue leve, tampoco es catastrófico ni presagia una crisis inminente o un recalentamiento de la economía a corto plazo. Por ejemplo, cerca del 80 % de las empresas que hacen parte del índice S&P 500 han reportado resultados financieros por encima de las expectativas de los analistas. Y, la verdad sea dicha, el mercado llevaba un buen tiempo rompiendo marcas que, para muchos, no eran sostenibles por mucho más tiempo.
En general, la caída parece devolver el mercado a sus dimensiones de mediados de diciembre y, de acuerdo con datos compilados por Bloomberg, la baja en el índice S&P 500 se puede comparar con momentos de 2015 y 2016 en los que descendió a niveles y velocidades similares, sin que esto haya lastrado las economías globales.
Los mercados financieros globales comenzaron a mostrar signos de recuperación este martes, luego de dos días de caídas que sirvieron para vender miedo a través de titulares. Pero los analistas parecen no estar tan preocupados y, de hecho, aseguran que es una corrección normal del mercado. Nadie habla de recesión, aunque quizá sí de un futuro sobrecalentamiento en la economía.
Aunque parezca paradójico, parte de lo que ha sucedido con el mercado de acciones en estos días tiene que ver con la buena forma de la economía mundial. Diez años después del colapso bursátil de 2008, una gran porción de las economías globales crecen a un ritmo estable, gracias, en parte, a las medidas de choque implementadas por la crisis de aquel entonces, así como a los problemas de endeudamiento en Europa.
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El problema es que la economía se resiente si no crece, o lo hace bajo márgenes negativos, pero también lo hace si se desboca: todo con mesura, hasta la mesura misma.
Y en este escenario, lo que parece haber asustado a los inversionistas son los datos de crecimiento en salarios de Estados Unidos, que aumentaron 2,9 % en enero de este año en comparación con el mismo mes de 2017. Esto podría ejercer presión sobre la inflación, lo que a su vez podría estimular la subida de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, explica Cristóbal Ruiz, coordinador de la Unidad de Análisis Financiero de la Universidad Nacional: “Todo esto explica la llegada de Jerome Powell a la Reserva, quien, se cree, impondrá una política más restrictiva para estabilizar la economía”.
Algo similar podría estar sucediendo en Europa, que presentó las mayores cifras de crecimiento para la Eurozona (2,5 %) desde la masacre financiera de hace una década. Hay motivos para celebrar, pero sin excesos, porque esto podría significar que la fiesta por las bajas tasas de interés se acabó, principalmente debido a que nadie sigue hablando de crisis (aunque también para combatir riesgos inflacionarios).
A esto se suma la presión de organizaciones laborales que quieren una mayor repartición del crecimiento económico entre los trabajadores. Uno de los mayores sindicatos de Alemania (que representa a empleados de Daimler y Siemens) anunció la semana pasada que logró un incremento de 3 % anual a partir de 2019. Mayores salarios podrían implicar menores dividendos para las compañías.
Aunque el retroceso en los mercados no fue leve, tampoco es catastrófico ni presagia una crisis inminente o un recalentamiento de la economía a corto plazo. Por ejemplo, cerca del 80 % de las empresas que hacen parte del índice S&P 500 han reportado resultados financieros por encima de las expectativas de los analistas. Y, la verdad sea dicha, el mercado llevaba un buen tiempo rompiendo marcas que, para muchos, no eran sostenibles por mucho más tiempo.
En general, la caída parece devolver el mercado a sus dimensiones de mediados de diciembre y, de acuerdo con datos compilados por Bloomberg, la baja en el índice S&P 500 se puede comparar con momentos de 2015 y 2016 en los que descendió a niveles y velocidades similares, sin que esto haya lastrado las economías globales.