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La inteligencia artificial generativa plantea importantes cambios para el mercado laboral. Estimaciones del Banco Mundial, por ejemplo, apuntan a que el 77 % de los trabajos en China pueden ser hechos por esta tecnología, mientras que la cifra llega al 69 % en otras naciones como India. Para América Latina y el Caribe la tendencia es más moderada, con una estimación del 38 %. Aún así, en un escenario donde el desempleo ya es un lastre para muchas economías, es natural que estos números provoquen escozor.
A este proceso se le conoce como automatización. Los expertos en la materia aseguran que entre más repetitiva sea una tarea más probabilidades tiene de que una máquina o tecnología termine haciéndola. Ya lo estamos viendo con trabajos como cajeros de banco y asistentes de servicio al cliente. La demora está en que la robotización se mezcle con la inteligencia artificial para que comience la ola de despidos.
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Solo piénselo, una máquina no se cansa, puede trabajar las 24 horas y los siete días de la semana de forma ininterrumpida; además no demanda pagos al sistema de seguridad social como aportes a salud, pensión y riesgos laborales. En suma, será más costo eficiente para una empresa tener, por ejemplo, un robot que despache café que a una persona.
Aún así, los grandes estudios también concluyen que serán más los empleos que se generarán por cuenta de esta revolución, que los que serán destruidos. Es decir, esa máquina necesitará de alguien que la monitoree, que la programe, que le haga mantenimiento y que la repare. El problema está en que esos conocimientos hoy no son tan protagónicos en la fuerza laboral, por se requiere una capacitación y entrenamiento para alcanzarlos.
Esa, grosso modo, es la propuesta que hizo hoy la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, a los representantes de 34 países (miembros de la Organización de Estados Americanos), quienes participan en la XXII conferencia interamericana de ministros y ministras del trabajo.
Ramírez plantea que se avance en una estrategia donde las empresas implementen planes de reconversión laboral. Es decir, que cuando haya un proceso de automatización (cuando una máquina vaya a reemplazar a un humano), la empresa esté en la capacidad de reubicar al trabajador en otra área, idealmente en una nueva que esté relacionada al mencionado proceso.
Esto, de cierta forma, no es nuevo. Ya lo vimos en la reforma laboral que avanza en su debate en el Congreso. De hecho, ha sido unos de los capítulos en el articulado que menos ha sufrido afectaciones, pues el grueso coincide en que Colombia sí necesita un claro marco legal que mitigue los riesgos que plantean estas nuevas tecnologías para el mercado laboral.
“Si bien es cierto que la Inteligencia Artificial trae oportunidades de creación de nuevos empleos, también hay que decir que tiene el riesgo de la pérdida de cerca del 40 % de empleos según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional y de la Organización Internacional del Trabajo, por eso Colombia ha propuesto en la Conferencia Interamericana un sistema de protección frente a este riesgo inminente”, señaló la ministra Ramírez.
En suma, la transformación que está trayendo la inteligencia artificial en el mercado laboral es un tema al que hay que ponerle la lupa. Puede ser exitoso, como también puede ser traumático. Todo dependerá de las acciones que se empleen para preparar a los trabajadores para las nuevas necesidades.
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