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Cuando la bogotana Luisa Riaño Arregocés cursaba grado 11 en su colegio ya sabía que quería dedicarse a la gastronomía. En ese entonces, hace más de cinco años, tuvo la oportunidad de conocer a uno de sus ídolos: el chef mexicano José Ramón Castillo, reconocido por ser uno de los chocolateros más destacados de Latinoamérica.
Riaño tenía claro que quería seguir sus pasos, sin embargo, durante su encuentro, el chef Castillo le dio una advertencia que aún recuerda: “Me dijo que como era mujer tendría que trabajar el doble que los hombres para ser respetada. Y desafortunadamente, sí”, comenta la joven, quien hoy es propietaria de la chocolatería Habemus Cioccolato.
Riaño tuvo la idea de hacer emprendimiento desde que estaba en séptimo semestre de Gastronomía en la Universidad de la Sabana. Comenzó vendiendo seis tipos de bombones de chocolate por encargo y en 2016 su talento en la cocina la llevó a ser una de las cinco finalistas del primer Concurso Nacional de Chocolate. Desde entonces, su marca ha ido creciendo no sin antes encontrar algunas dificultades en el camino.
“El hecho de ser mujer y joven lleva a la gente a pensar que no tienes la confianza o el profesionalismo suficientes para que te tomen en serio”, asegura la chef. Los comentarios sexistas en la cocina, una que otra insinuación indeseada y la desconfianza de los clientes al verla en su faceta de empresaria le demostraron que el mundo gastronómico todavía es ampliamente dominado por hombres, tal como le dijo Castillo.
“Se empezó con la creencia de que las mujeres en la cocina eran socialmente aceptadas, pero no profesionalmente. Aún cuesta tener una voz propia”, señala. A pesar de las barreras sociales, Riaño sacó adelante su microempresa familiar. Hoy produce 14 sabores de bombones, lajas y barras rellenas y planea aumentar su capacidad de producción para poder recibir encargos más grandes.
La percepción de la joven parece ser cierta. Según el más reciente estudio del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) enfocado en género, la proporción de mujeres emprendedoras en Colombia dio un salto en 2016, cuando creció en un 68 %. Si bien muchas de ellas lo hacen por necesidad, el GEM destacó que la mayoría toma la iniciativa porque ven oportunidades empresariales. Además, después de Belice, Colombia registró el segundo incremento más alto en actividades de emprendimiento femenino de Latinoamérica entre 2014 y 2016, con un 69 %.
Mujeres y liderazgo
América Castiblanco, vicepresidenta de aceleración y emprendimiento de Innpulsa Colombia, afirma que todavía es necesario que las mujeres desarrollen habilidades de liderazgo, un ámbito en el que suelen quedar relegadas, según estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).De acuerdo con Castiblanco, de las 447 empresas que se han postulado al programa estatal de emprendimiento Aldea, el 75 % de sus fundadores y directivos son hombres y el 25 % mujeres. Es decir, que solo 111 de estos emprendimientos son iniciativas femeninas. Esa diferencia llevó a la entidad a desarrollar, el pasado noviembre, el programa Empodera, que busca dar asesorías en liderazgo a miembros de empresas cuyas directivas sean heterogéneas; es decir, que tienen por lo menos una mujer liderando el proyecto.
“En Colombia hay muchas mujeres talentosas, por eso es necesario crear herramientas y programas que generen condiciones que las potencialicen”, cuenta Castiblanco. “Nosotras aportamos un punto de vista muy diferente”.
Además, según datos del BID en los que se apoyó Innpulsa para desarrollar Empodera, la equidad de género dentro de las empresas suele ser más rentable para una organización: el retorno de la inversión es 35 veces mayor en equipos heterogéneos, tienen 5 % de probabilidades de ser más innovadores y más tiempo de vida.
Mía Perdomo, CEO de Aequales, firma consultora en equidad de género y una de las creadoras del ranking PAR, opina que esta transformación también redunda en una buena reputación para las organizaciones. “Cuando empresas grandes tienen prácticas de sostenibilidad que tienen que ver con equidad de género, impulsan a que toda su cadena de valor tenga estas prácticas. Esto sirve como gancho reputacional para otras pymes que entienden que una de las formas para llegar al éxito es esta vía”, asegura.
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No obstante, para Perdomo todavía no es suficiente que haya una sola mujer entre los directivos de una empresa y considera que aún queda un largo camino por recorrer en términos de paridad de género en el ámbito nacional. “Hasta que las mujeres no estén ocupando la mitad de las juntas directivas en este país no se puede decir que tienen el poder o que están tomando decisiones”, afirma.
El más reciente ranking PAR (2018), que evaluó las cifras de equidad en 209 organizaciones públicas y privadas del país, evidenció una mejoría en términos de equidad de género y reducción de la brecha salarial a favor de los hombres. Sin embargo, las juntas directivas de las empresas evaluadas todavía se componen mayoritariamente por hombres, con una participación femenina del 30,4 % frente a un 69,6 % de hombres.
Según Perdomo, esto se debe a que todavía está presente el “techo de cristal”, una especie de barrera invisible a la que se enfrentan las mujeres para llegar a posiciones de liderazgo.
“No se debe a la educación de las mujeres ni a la experiencia, pero sí a su género: a la carga que tienen en su hogar, a los estereotipos, al hecho de que creen que no son capaces, al tener que renunciar porque sufren acoso sexual o porque no pueden compaginar su vida familiar con la laboral. Esto redunda en un techo de cristal, porque no es tangible y no es aceptado por nadie, ni por ellas mismas. Y se debe a que todavía no hay equidad”, asegura.
Aunque quizás el número de mujeres emprendedoras en Colombia ha aumentado y el propio Gobierno ha desarrollado iniciativas para que así sea, es claro que todavía hay mucho por hacer dentro de las compañías y la sociedad. Desde cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres hasta romper los estereotipos de género que muchas veces se crean y se reproducen en el hogar.