Mujeres en equipos de alto desempeño

Conceptos de expertos del Amsterdam Center for Integrity y de Harvad, desde el contexto cultural y la experiencia de mujeres en alta gerencia, llevan a entender las brechas en el liderazgo y las oportunidades para lograr el equilibrio.

MARÍA ALEJANDRA MORENO TINJACÁ
25 de abril de 2017 - 07:39 p. m.

El 75 % de los hombres en Colombia están al frente de los cargos de alta gerencia, según el ranquin de Aequales, una consultora que desde hace tres años promueve el tema y aplica la medición de equidad de género laboral en Colombia y Perú llamada Par. En Colombia, el año pasado participaron 104 empresas y arrojaron resultados interesantes. Según María Adelaida Perdomo, cofundadora de la empresa, “las mujeres no se postulan a altos cargos. Un tema que en algunas organizaciones no es bien recibido y que permite creer que no están para ejercer ese reto. Las que mejor desarrollan el tema son las multinacionales”.

Lo anterior refleja un panorama poco alentador, pero también es resultado de una cultura en la que los hombres, desde hace muchos años, representan la figura de proveedor y protector, con habilidad para los negocios. Siempre les están enseñando a reconocer sus fortalezas y a venderlas. Esto crea hombres empoderados, con metas retadoras y alto compromiso para el logro. Por el contrario, las mujeres se han desarrollado primordialmente en tareas del hogar, determinantes para que la sociedad funcione, o para destacarse en labores femeninas. Por eso, “al escalar, encuentran características para liderar muy masculinas en las que no encajan”, explica Javier Pineda, investigador de la universidad de los Andes.

Pero ¿cuáles son esas características del liderazgo que hoy se atribuyen a los hombres? Desde la experiencia de Valeria Frigeri, vicepresidenta del Área Legal y Responsabilidad Social de 3M, son tres condiciones básicas: firmeza, agresividad y riesgo. En contraste, las mujeres en su mayoría son más dulces, cercanas, aunque también pueden ser agresivas, con carácter y arriesgadas. Sin embargo, cuando se muestran de esta manera, encaran una férrea batalla contra los rótulos de “bruja, histérica, con ella no se puede trabajar”; o, en otros casos, “es una madre, querida y bonita”. Cualquiera que sea el calificativo, lo que se busca es tratar de concluir que la mujer no es la indicada para llevar las riendas de una organización.

Son estos modelos los que se deben romper, porque están alejados de los fundamentos del liderazgo, que no es femenino ni masculino, sino que tiene características claves como “visión a largo plazo, estrategia, consensos o integralidad”, señala Karianne Kalshoven, directora del Amsterdam Center for Integrity and Leadership. También es un error creer que ser autoritario o familiar sea la mejor forma de dirigir. El liderazgo es situacional. Según Margaret Andrews, docente de Educación Continua de la Universidad de Harvard, “en casos de crisis funciona ser autoritario. Si quieres ambiente agradable, ser amable es una forma de lograrlo. En general, ningún estilo es bueno ni malo, depende de cómo se utilice. Además, diversas personas con diferente estilo generan equipos de alto desempeño”.

Esta es la filosofía que impera en Johnson & Johnson, empresa que ocupó el primer lugar en el ranquin. En sus postulados está la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. En palabras de María Elisa Martínez, vicepresidenta de Recursos Humanos para América Latina, “nosotros lo que evaluamos son capacidades. Nos interesan equipos diversos. Valoramos a las personas como son. Esto se traduce finalmente en innovación, creatividad y mejores negocios”. La empresa tiene programas de mentorías y temas de presencia ejecutiva y comunicación asertiva para formar mujeres de alto potencial. Son programas con mecanismos de gestión para verificar si las mujeres están ascendiendo.

“Identificamos que las mujeres no se postulan a cargos de alta gerencia por miedo a dejar de cumplir otros roles”, indica María Adelaida Perdomo. En Sodexo, otra de las empresas bien ranqueadas, se realiza cada año una búsqueda de talentos para empezar a desarrollarlos y crear oportunidades para cargos directivos. “Nos salieron casi 50/50. Pero observamos que las mujeres quieren convertirse en hombres para liderar y esa no es la idea”, agrega Juan Pablo Castillo, director de Asuntos Corporativos de Sodexo. Las mujeres se caracterizan por solucionar problemas de una forma más cercana y si quieren liderar “deben ser auténticas, encontrar su propósito y movilizarse hacia los objetivos”, recalca Valeria Frigeri de 3M.

En este contexto, en la actualidad tenemos un panorama que reta a las empresas a pensar en políticas de equidad de género e inclusión, para formar equipos de alto desempeño y de esta manera construir una cultura que trascienda en el tiempo. También para eliminar palabras destructivas que se han normalizado en torno a la mujer y avanzar hacia valores que ellas mismas resaltan: “Es hora de cooperar, de hablar de negocios y de trabajar en equipo. De resaltar el trabajo femenino tanto laboral como en las tareas de cuidado familiar”, destaca Alberto Marroquín, experto en temas de género y liderazgo.

Un tema que se ha ido transformado y que, gracias a la colaboración del hogar, ha permitido a las mujeres alcanzar posiciones de liderazgo. En los casos de Valeria Frigeri de 3M y de María Elisa Martínez de Johnson & Johnson, sus parejas decidieron compartir las tareas del hogar y así facilitaron su desempeño profesional. No estamos diciendo que obligatoriamente se necesite del apoyo de un hombre para lograrlo, pero sí contribuye en gran medida a alivianar las cargas. En el fondo, son ejemplos que invitan a que los hombres asuman un cambio. “No es necesario saber hacer de todo, pero sí se puede generar una cultura de cuidado compartido que en últimas beneficia a toda la sociedad y disminuye las brechas de género”, señala Javier Pineda, investigador de la Universidad de los Andes.

Por lo pronto, la hoja de ruta está trazada. Y este es, sin duda, el mejor momento de la historia para valorar a las personas por sus capacidades y conocimientos, dejando de lado muchos prejuicios, en especial aquellos que surgen de la incomprensión o de la ignorancia respecto a las capacidades de liderazgo de las mujeres, en especial en sociedades como la colombiana. “Necesitamos muchos liderazgos, con profundo sentido de la ética, que siempre busquen obrar mejor y en pro de un desarrollo mundial, sin distinción de géneros”, puntualiza Karianne Kalshoven del Amsterdam Center for Integrity and Leadership.

Por MARÍA ALEJANDRA MORENO TINJACÁ

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