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Precisamente cuando la industria automovilística alemana parecía estar dando vuelta la página tras el escándalo de emisiones de gases, aparece otra noticia que podría hacer trizas su credibilidad.
Volkswagen AG (y sus filiales Porsche y Audi ), BMW AG y Daimler AG se habrían coludido durante décadas para acordar estándares técnicos, inhibiendo así la competencia, informó el viernes el semanario Der Spiegel. Si bien el alcance de cualquier delito o posibles multas es muy poco claro, estas acusaciones de un posible cartel podrían tener un alto costo financiero y político para los fabricantes de autos.
De todos modos, no es que los inversores hubieran estado haciendo fila para comprar acciones de las gigantes automotrices alemanas, en medio de los temores de que el aumento de vehículos autónomos y eléctricos las dejarán sin un modelo de negocios. En Europa, en tanto, están teniendo que luchar contra los esfuerzos de las ciudades para prohibir varios vehículos a diésel. Nuevas interrogantes sobre su integridad tampoco ayudarán.
Ello resulta especialmente cierto antes de las elecciones generales de Alemania en septiembre. Los políticos de oposición tienen todos los incentivos para lanzar barro al gobierno de la canciller Angela Merkel, que se percibe demasiado cercano a la poderosa industria automovilística.
Aunque parece ser que VW actuó como informante -presumiblemente para reducir sanciones financieras- todavía tiene razones para preocuparse por las acusaciones de Der Spiegel.
VW irritó a la Comisión Europea al negarse a compensar a unos 8,5 millones de clientes europeos afectados por la adulteración de las emisiones diésel, mientras que en Norteamérica, la compañía ha gastado más de US$20.000 millones para expiar su delito.
Sin embargo, a diferencia del "dieselgate", Bruselas tiene un montón de herramientas para sancionar las prácticas anticompetitivas. El mes pasado multó a Google en 2.400 millones de euros (US$2.800 millones) por abusar de su posición dominante en el mercado y el año pasado hizo que los fabricantes de camiones pagaran una multa de 2.900 millones de euros por fijación de precios.
En teoría, Bruselas puede imponer multas por un total del 10% de los ingresos en casos antimonopolio, lo que podría dejar al trío alemán con un saldo que bordea los 50.000 millones de euros. ¡Ay!
De todos modos, si los casos anteriores sirven de guía, las sanciones no estarían ni cerca de ese nivel. Los inversores en acciones parecen estar de acuerdo. Las tres automotrices han perdido "solo" alrededor de 11.000 millones de euros de valor de mercado combinado durante las dos últimas sesiones de negociación. De hecho, mientras algunos medios de comunicación alemanes lo rotulan como uno de los escándalos comerciales más grandes del país, ha habido poca información que sugiera que los fabricantes en realidad fijaron los precios en detrimento de los clientes o proveedores.
Si este era un cartel, parece haber sido uno bastante aburrido. Una de las revelaciones en el artículo de Der Spiegel fue que los fabricantes de automóviles se pusieron de acuerdo respecto de en qué condiciones debería operar la capota de un descapotable.
Quizás si los fabricantes gozaran de una mejor imagen pública, podría ser más fácil sacarse de encima estas acusaciones. En cambio, se suman a una larga lista de razones para eludir al sector.