Odebrecht: primer reto del nuevo director de la UIAF
La Unidad de Investigación y Análisis Financiero es la clave para esclarecer cómo entró el dinero de los sobornos de Odebrecht al país y por cuántas manos pasó antes de llegar, supuestamente, a la campaña presidencial de Juan Manuel Santos.
Alberto Lozano Vila*
En buena hora el Gobierno Nacional decidió acabar con la interinidad de nueve meses en la dirección general de la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) y nombrar a un jefe en propiedad: se trata de Juan Francisco Espinosa, quien fue jefe de la oficina jurídica del Ministerio de Hacienda y secretario del Consejo de Ministros.
El nuevo director llega al cargo con el importante reto de responder las preguntas que toda Colombia se hace en este momento con respecto al manto de duda que se ha levantado contra la campaña del presidente Juan Manuel Santos, entre ellas: ¿Cómo entró ese dinero al país? ¿Por cuántas manos pasó? Y, de haberse recibido, ¿en qué fue gastado?
Estas preguntas no son importantes por curiosidad intelectual ni por morbo noticioso. Son el método investigativo para determinar si existe responsabilidad penal y administrativa por parte de los miembros de la campaña, incluyendo al mismo presidente de la República.
Hasta el momento han aparecido claramente dos protagonistas: el fiscal general de la Nación y el Consejo Nacional Electoral, pero es importante que la UIAF cumpla su rol en forma transparente e imparcial.
Recordemos que la UIAF no es una Fiscalía diminuta, es una entidad independiente, de la rama ejecutiva, y con funciones complementarias. Esta unidad tiene acceso a una porción muy significativa de la información de transacciones formales de varios sectores de la economía mediante herramientas informáticas. Es decir, que en este momento –sin orden judicial– la UIAF puede responder las siguientes preguntas.
¿Cómo entró el dinero al país?
El fiscal general habló de monetización de divisas. Precisamente desde el año 2004 la UIAF tiene acceso a todas las transacciones cambiarias de este país y en su base de datos puede determinar por cuál de los intermediarios del mercado cambiario (como bancos, firmas comisionistas de bolsa, casas de cambio, entre otras) entró dinero de Odebrecht o de sus empresas fachadas.
Además, a través del Grupo Egmont (organismo internacional con sede en Canadá, que es una especie de Interpol de Unidades de Inteligencia Financiera), la UIAF tiene acceso a información financiera de 152 países, entre los cuales se encuentran Brasil, Panamá, Estados Unidos y varias islas caribeñas.
¿Cómo fue el flujo del dinero?
Al igual que los lavadores, los corruptos buscan anonimato y tratan de borrar su rastro con transacciones sucesivas, frecuentemente anónimas o falsas. Para lograr develar la información, la UIAF tiene el registro de todas las transacciones en efectivo del sistema financiero. En su base de datos, con cédula y nombre, aparecen los cheques que se han cambiado, las divisas que se han negociado, las consignaciones y los retiros en billetes y monedas, solo para citar lo más relevante.
En este caso, teniendo en cuenta las cifras que reportan los testigos y de ser verdad que el dinero ingresó por el sistema financiero internacional y se convirtió a efectivo, es difícil no dejar rastro. Además, como elemento inicial de su investigación, la UIAF ya cuenta con los nombres de las personas que supuestamente manipularon el dinero.
Adicionalmente –y esto hay que entenderlo como la verdadera arma secreta de la UIAF–, todo el sistema financiero debe reportarle las operaciones sospechosas. En promedio esta Unidad recibe aproximadamente 600 reportes al mes. Dentro de estos reportes, que técnicamente se llaman ROS, debe haber alguna entidad que sospechó de un giro de medio millón de dólares o de un particular que cambió un cheque por 200 millones de pesos.
Este reporte es a veces inmediato, pero también existe la posibilidad de que al hacerse pública la información de este escándalo, los empleados bancarios aten cabos y decidan reportar como sospechosas las operaciones en las cuales participaron los involucrados en este supuesto escándalo.
Y si lo anterior no es suficiente, la UIAF puede oficiar a cualquier persona o empresa de este país, incluyendo –pero sin limitarse– a las entidades financieras y pedirles información sobre negocios o transacciones.
Con todo esto la UIAF, en un tiempo récord, puede dibujar el mapa de lo que pasó o plantear una explicación alternativa frente a lo que la prensa y los testigos dicen que sucedió.
De ser verdad, ¿en qué se gastó?
Si el dinero entró a las cuentas de la campaña, disfrazado o no, encontrarlo no sería complejo, pues las entidades financieras deben guardar registro de todas estas transacciones.
Pero como la acusación implícita en contra de la campaña supone un manejo paralelo o un desvío a cuentas personales, se requieren técnicas de investigación normalmente empleadas en casos de lavado de activos, para determinar cómo se usaron cuentas de terceros o pagos en efectivo para promover una campaña presidencial.
Ocultar dinero fruto de la corrupción en una campaña es lavado y por lo tanto hay que investigarlo como lavado. En este caso, nuevamente, la UIAF tiene todas las herramientas para levantar el manto de duda u ofrecer explicaciones alternativas.
Sin reemplazar a la Fiscalía y sin esconder sus hallazgos, la UIAF podría aportarle en corto tiempo al país –exclusivamente por los conductos regulares– un foco de luz y claridad sobre la información sin contrastar ni corroborar que como ciudadanos hemos recibido.
Ese es el gran reto del nuevo director de la UIAF, quien deberá despejar todas las dudas que se han generado luego de las publicaciones de la prensa. Más allá de que el nombramiento lo haya hecho el presidente por ser este un cargo que depende directamente de él, esta es una gran oportunidad para que la UIAF aproveche las herramientas que la ley le da. Muchos éxitos para Juan Francisco Espinosa.
*Exdirector de la UIAF (2003-2006). Experto internacional en prevención de lavado de activos. Director de la revista Infolaft.
En buena hora el Gobierno Nacional decidió acabar con la interinidad de nueve meses en la dirección general de la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) y nombrar a un jefe en propiedad: se trata de Juan Francisco Espinosa, quien fue jefe de la oficina jurídica del Ministerio de Hacienda y secretario del Consejo de Ministros.
El nuevo director llega al cargo con el importante reto de responder las preguntas que toda Colombia se hace en este momento con respecto al manto de duda que se ha levantado contra la campaña del presidente Juan Manuel Santos, entre ellas: ¿Cómo entró ese dinero al país? ¿Por cuántas manos pasó? Y, de haberse recibido, ¿en qué fue gastado?
Estas preguntas no son importantes por curiosidad intelectual ni por morbo noticioso. Son el método investigativo para determinar si existe responsabilidad penal y administrativa por parte de los miembros de la campaña, incluyendo al mismo presidente de la República.
Hasta el momento han aparecido claramente dos protagonistas: el fiscal general de la Nación y el Consejo Nacional Electoral, pero es importante que la UIAF cumpla su rol en forma transparente e imparcial.
Recordemos que la UIAF no es una Fiscalía diminuta, es una entidad independiente, de la rama ejecutiva, y con funciones complementarias. Esta unidad tiene acceso a una porción muy significativa de la información de transacciones formales de varios sectores de la economía mediante herramientas informáticas. Es decir, que en este momento –sin orden judicial– la UIAF puede responder las siguientes preguntas.
¿Cómo entró el dinero al país?
El fiscal general habló de monetización de divisas. Precisamente desde el año 2004 la UIAF tiene acceso a todas las transacciones cambiarias de este país y en su base de datos puede determinar por cuál de los intermediarios del mercado cambiario (como bancos, firmas comisionistas de bolsa, casas de cambio, entre otras) entró dinero de Odebrecht o de sus empresas fachadas.
Además, a través del Grupo Egmont (organismo internacional con sede en Canadá, que es una especie de Interpol de Unidades de Inteligencia Financiera), la UIAF tiene acceso a información financiera de 152 países, entre los cuales se encuentran Brasil, Panamá, Estados Unidos y varias islas caribeñas.
¿Cómo fue el flujo del dinero?
Al igual que los lavadores, los corruptos buscan anonimato y tratan de borrar su rastro con transacciones sucesivas, frecuentemente anónimas o falsas. Para lograr develar la información, la UIAF tiene el registro de todas las transacciones en efectivo del sistema financiero. En su base de datos, con cédula y nombre, aparecen los cheques que se han cambiado, las divisas que se han negociado, las consignaciones y los retiros en billetes y monedas, solo para citar lo más relevante.
En este caso, teniendo en cuenta las cifras que reportan los testigos y de ser verdad que el dinero ingresó por el sistema financiero internacional y se convirtió a efectivo, es difícil no dejar rastro. Además, como elemento inicial de su investigación, la UIAF ya cuenta con los nombres de las personas que supuestamente manipularon el dinero.
Adicionalmente –y esto hay que entenderlo como la verdadera arma secreta de la UIAF–, todo el sistema financiero debe reportarle las operaciones sospechosas. En promedio esta Unidad recibe aproximadamente 600 reportes al mes. Dentro de estos reportes, que técnicamente se llaman ROS, debe haber alguna entidad que sospechó de un giro de medio millón de dólares o de un particular que cambió un cheque por 200 millones de pesos.
Este reporte es a veces inmediato, pero también existe la posibilidad de que al hacerse pública la información de este escándalo, los empleados bancarios aten cabos y decidan reportar como sospechosas las operaciones en las cuales participaron los involucrados en este supuesto escándalo.
Y si lo anterior no es suficiente, la UIAF puede oficiar a cualquier persona o empresa de este país, incluyendo –pero sin limitarse– a las entidades financieras y pedirles información sobre negocios o transacciones.
Con todo esto la UIAF, en un tiempo récord, puede dibujar el mapa de lo que pasó o plantear una explicación alternativa frente a lo que la prensa y los testigos dicen que sucedió.
De ser verdad, ¿en qué se gastó?
Si el dinero entró a las cuentas de la campaña, disfrazado o no, encontrarlo no sería complejo, pues las entidades financieras deben guardar registro de todas estas transacciones.
Pero como la acusación implícita en contra de la campaña supone un manejo paralelo o un desvío a cuentas personales, se requieren técnicas de investigación normalmente empleadas en casos de lavado de activos, para determinar cómo se usaron cuentas de terceros o pagos en efectivo para promover una campaña presidencial.
Ocultar dinero fruto de la corrupción en una campaña es lavado y por lo tanto hay que investigarlo como lavado. En este caso, nuevamente, la UIAF tiene todas las herramientas para levantar el manto de duda u ofrecer explicaciones alternativas.
Sin reemplazar a la Fiscalía y sin esconder sus hallazgos, la UIAF podría aportarle en corto tiempo al país –exclusivamente por los conductos regulares– un foco de luz y claridad sobre la información sin contrastar ni corroborar que como ciudadanos hemos recibido.
Ese es el gran reto del nuevo director de la UIAF, quien deberá despejar todas las dudas que se han generado luego de las publicaciones de la prensa. Más allá de que el nombramiento lo haya hecho el presidente por ser este un cargo que depende directamente de él, esta es una gran oportunidad para que la UIAF aproveche las herramientas que la ley le da. Muchos éxitos para Juan Francisco Espinosa.
*Exdirector de la UIAF (2003-2006). Experto internacional en prevención de lavado de activos. Director de la revista Infolaft.