Oro negro: los 100 años de la industria petrolera
El 29 de abril de 1918 oficialmente se dio comienzo a la exploración petrolera en el país con el pozo Infantas, que registró una producción inicial de 42 barriles, que se colocaron en el mercado externo.
Jorge Sáenz V. / @jorges_v
A solo unas semanas de que el precio del petróleo comenzara a reaccionar tras una de sus más profunda crisis, la presencia de este combustible en la historia del país llega a los 100 años. Desde que el coronel Edwin L. Drake perforó el primer pozo petrolero del mundo en 1859, en Estados Unidos, debieron pasar 59 años para que naciera la industria petrolera en Colombia. “La Tropical Oil Company, más conocida como la ‘Troco’, fue la empresa que descubrió en abril de 1918 el pozo Infantas 2”, reseña Ecopetrol, la empresa que está ligada a esta historia, según los escritos de Miguel Ángel Santiago.
Al negocio petrolero en el país lo ha acompañado casi siempre el mismo color del crudo. Pese a que ha llevado progreso y desarrollo a las regiones, también es cierto que el medio ambiente no ha salido bien librado.
A los derrames petroleros por culpa de las inadecuadas acciones de las petroleras se suma el constante ataque de los grupos al margen de la ley contra la infraestructura. Recientemente el presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón, recordó que “desde 1986, cuando entró en operación el oleoducto Caño Limón-Coveñas, el petróleo derramado en Colombia ha sido cercano a 3,7 millones de barriles, y los grandes perjudicados han sido las comunidades vecinas y el medio ambiente”.
Miguel Ángel Santiago recuerda que “tres años después del descubrimiento, en 1921, comenzó la producción comercial de este campo (Infantas). Muy cerca de La Cira-Infantas se comenzaron a construir campamentos, casas, colegios, talleres, un hospital y la estación del ferrocarril. Este fue el origen del corregimiento El Centro”.
Bayón sostiene que “gracias a que en el año 1939, tanto Infantas, como la Cira, producían algo más de 64 mil barriles diarios de petróleo, nos lanzamos al mercado internacional como exportador a Canadá, Aruba, Italia y Francia, entre otros países”. Desde 1918, la producción acumulada de La Cira-Infantas es de 858 millones de barriles, lo que lo convierte en uno de los tres campos de mayor producción en Colombia, junto a Caño Limón en Arauca y Cusiana-Cupiagua en Casanare. Se estima que para el año 2022 la producción del campo estará en 63 mil barriles por día, con un factor de recobro del 27 %.
El presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleo (Acipet), Julio César Vera, considera que el petróleo es base fundamental del desarrollo económico y social del país.
La industria tiene importantes encadenamientos productivos, sostiene el presidente de la petrolera colombiana. “Por cada peso que generamos en el sector, se generan 1,65 en el resto de la economía. En la última década Ecopetrol transfirió a la Nación más de $200 billones entre impuestos, regalías y dividendos”, sostiene. Antes de la transformación de Ecopetrol en una sociedad de economía mixta de carácter comercial, era “la caja menor del gobierno”; hoy sigue aportando importantes recursos a las finanzas públicas. En los últimos cinco años el sector petrolero representó más del 8 % del PIB y cerca del 45 % de las exportaciones.
Nuevo escenario
Pero la caída abrupta de precios de finales de 2014 cambió el escenario macroeconómico colombiano. El peor momento fue en 2016, cuando la cotización llegó a estar por debajo de US$30 el barril, que vino acompañado de una caída en la producción petrolera. “Hoy tenemos una economía que se acomodó a estas realidades y se acomodó porque Ecopetrol también lo hizo”, dijo el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
Para acomodarse a la nueva realidad de la centenaria industria petrolera, el presidente de la petrolera anunció que “migraremos a ser una empresa con mayor participación en el mercado del gas, con mayores eficiencias en la producción de energías limpias y flexibilidad para enfrentar los desafíos del mercado actual en términos de energías renovables, cambio climático, innovación y diversidad, entre otros factores que marcarán el rumbo de esta industria en los próximos años”.
Astrid Martínez investigadora asociada de Fedesarrollo, destaca que el petróleo y el gas natural han sido importantes para el país, para el sector de proveedores, para la industria y para las regiones en distintos momentos, con diferente intensidad. “En los últimos años ha reducido su contribución a las finanzas del Gobierno y a las exportaciones, pero ha aumentado la contribución al dinamismo manufacturero y continúa siendo central en algunos departamentos productores, como el Meta, Casanare, Putumayo y Arauca. En estos, si hay control social del gasto, los ingresos del petróleo apalancarán su crecimiento y cerrarán las brechas que aún tienen con las 13 áreas metropolitanas del país”.
Un reciente estudio de Fedesarrollo muestra que en los últimos años los indicadores socio-económicos en regiones petroleras han mejorado más que el promedio nacional, especialmente en aquellos departamentos donde ha crecido la producción. Sin embargo, la Contraloría General refleja lo que ha sido el barril sin fondo de las regalías. El valor de los proyectos que debían haber terminado a finales de 2015 ascendía a $17,3 billones. Las obras concluidas a esa fecha sumaban $4,9 billones, dice la entidad de control.
“Los cambios ocurridos en la economía de los principales departamentos productores (de petróleo), Arauca, Casanare y Meta, han sido radicales. La producción de crudo cambió la estructura económica de estas regiones, perdiendo importancia la vocación agrícola y ganadera frente al aumento de las actividades del sector minero”, argumenta el informe “Impacto de las regalías petroleras en el departamento del Meta”, de Germán Humberto Hernández, presentado en el Banco de la República.
“La industria cometió el error de aceptar una cultura transaccional en el país”, sostiene el presidente de Acipet. “Esa cultura transaccional que muchas veces se convirtió en una cultura de chantaje, si bien permitió desarrollar muchas operaciones, también llevó a que se dieran fenómenos de conflictividad en muchas regiones”.
Hoy la industria petrolera apunta a los yacimientos no convencionales, lo que contempla el fracking. Tampoco descarta comprar reservas en el mercado internacional. “El fracturamiento hidráulico de la roca generadora es una técnica que le permitiría al país tener unos recursos importantes desde el punto de vista de seguridad energética y autoabastecimiento”, sostiene el presidente de Ecopetrol, que no descarta echar a andar pronto un plan piloto para desarrollar fracking “de manera cuidadosa y concertada”.
A solo unas semanas de que el precio del petróleo comenzara a reaccionar tras una de sus más profunda crisis, la presencia de este combustible en la historia del país llega a los 100 años. Desde que el coronel Edwin L. Drake perforó el primer pozo petrolero del mundo en 1859, en Estados Unidos, debieron pasar 59 años para que naciera la industria petrolera en Colombia. “La Tropical Oil Company, más conocida como la ‘Troco’, fue la empresa que descubrió en abril de 1918 el pozo Infantas 2”, reseña Ecopetrol, la empresa que está ligada a esta historia, según los escritos de Miguel Ángel Santiago.
Al negocio petrolero en el país lo ha acompañado casi siempre el mismo color del crudo. Pese a que ha llevado progreso y desarrollo a las regiones, también es cierto que el medio ambiente no ha salido bien librado.
A los derrames petroleros por culpa de las inadecuadas acciones de las petroleras se suma el constante ataque de los grupos al margen de la ley contra la infraestructura. Recientemente el presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón, recordó que “desde 1986, cuando entró en operación el oleoducto Caño Limón-Coveñas, el petróleo derramado en Colombia ha sido cercano a 3,7 millones de barriles, y los grandes perjudicados han sido las comunidades vecinas y el medio ambiente”.
Miguel Ángel Santiago recuerda que “tres años después del descubrimiento, en 1921, comenzó la producción comercial de este campo (Infantas). Muy cerca de La Cira-Infantas se comenzaron a construir campamentos, casas, colegios, talleres, un hospital y la estación del ferrocarril. Este fue el origen del corregimiento El Centro”.
Bayón sostiene que “gracias a que en el año 1939, tanto Infantas, como la Cira, producían algo más de 64 mil barriles diarios de petróleo, nos lanzamos al mercado internacional como exportador a Canadá, Aruba, Italia y Francia, entre otros países”. Desde 1918, la producción acumulada de La Cira-Infantas es de 858 millones de barriles, lo que lo convierte en uno de los tres campos de mayor producción en Colombia, junto a Caño Limón en Arauca y Cusiana-Cupiagua en Casanare. Se estima que para el año 2022 la producción del campo estará en 63 mil barriles por día, con un factor de recobro del 27 %.
El presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleo (Acipet), Julio César Vera, considera que el petróleo es base fundamental del desarrollo económico y social del país.
La industria tiene importantes encadenamientos productivos, sostiene el presidente de la petrolera colombiana. “Por cada peso que generamos en el sector, se generan 1,65 en el resto de la economía. En la última década Ecopetrol transfirió a la Nación más de $200 billones entre impuestos, regalías y dividendos”, sostiene. Antes de la transformación de Ecopetrol en una sociedad de economía mixta de carácter comercial, era “la caja menor del gobierno”; hoy sigue aportando importantes recursos a las finanzas públicas. En los últimos cinco años el sector petrolero representó más del 8 % del PIB y cerca del 45 % de las exportaciones.
Nuevo escenario
Pero la caída abrupta de precios de finales de 2014 cambió el escenario macroeconómico colombiano. El peor momento fue en 2016, cuando la cotización llegó a estar por debajo de US$30 el barril, que vino acompañado de una caída en la producción petrolera. “Hoy tenemos una economía que se acomodó a estas realidades y se acomodó porque Ecopetrol también lo hizo”, dijo el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
Para acomodarse a la nueva realidad de la centenaria industria petrolera, el presidente de la petrolera anunció que “migraremos a ser una empresa con mayor participación en el mercado del gas, con mayores eficiencias en la producción de energías limpias y flexibilidad para enfrentar los desafíos del mercado actual en términos de energías renovables, cambio climático, innovación y diversidad, entre otros factores que marcarán el rumbo de esta industria en los próximos años”.
Astrid Martínez investigadora asociada de Fedesarrollo, destaca que el petróleo y el gas natural han sido importantes para el país, para el sector de proveedores, para la industria y para las regiones en distintos momentos, con diferente intensidad. “En los últimos años ha reducido su contribución a las finanzas del Gobierno y a las exportaciones, pero ha aumentado la contribución al dinamismo manufacturero y continúa siendo central en algunos departamentos productores, como el Meta, Casanare, Putumayo y Arauca. En estos, si hay control social del gasto, los ingresos del petróleo apalancarán su crecimiento y cerrarán las brechas que aún tienen con las 13 áreas metropolitanas del país”.
Un reciente estudio de Fedesarrollo muestra que en los últimos años los indicadores socio-económicos en regiones petroleras han mejorado más que el promedio nacional, especialmente en aquellos departamentos donde ha crecido la producción. Sin embargo, la Contraloría General refleja lo que ha sido el barril sin fondo de las regalías. El valor de los proyectos que debían haber terminado a finales de 2015 ascendía a $17,3 billones. Las obras concluidas a esa fecha sumaban $4,9 billones, dice la entidad de control.
“Los cambios ocurridos en la economía de los principales departamentos productores (de petróleo), Arauca, Casanare y Meta, han sido radicales. La producción de crudo cambió la estructura económica de estas regiones, perdiendo importancia la vocación agrícola y ganadera frente al aumento de las actividades del sector minero”, argumenta el informe “Impacto de las regalías petroleras en el departamento del Meta”, de Germán Humberto Hernández, presentado en el Banco de la República.
“La industria cometió el error de aceptar una cultura transaccional en el país”, sostiene el presidente de Acipet. “Esa cultura transaccional que muchas veces se convirtió en una cultura de chantaje, si bien permitió desarrollar muchas operaciones, también llevó a que se dieran fenómenos de conflictividad en muchas regiones”.
Hoy la industria petrolera apunta a los yacimientos no convencionales, lo que contempla el fracking. Tampoco descarta comprar reservas en el mercado internacional. “El fracturamiento hidráulico de la roca generadora es una técnica que le permitiría al país tener unos recursos importantes desde el punto de vista de seguridad energética y autoabastecimiento”, sostiene el presidente de Ecopetrol, que no descarta echar a andar pronto un plan piloto para desarrollar fracking “de manera cuidadosa y concertada”.